La alegría de la buena conciencia

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  1. Señor, estando Tu en mi, mi comportamiento será puro y de mí solo saldrán cosas bellas. Infúndeme mucha fe en Ti y mucho amor al prójimo para cumplir tus mandamientos y seguramente mi conciencia permanecerá limpia y tranquila al reflejarte a ellos a través de mi conducta.
    Señor… por la mañana hazme escuchar tu voz para que resuene a través de mis acciones… Amén…

  2. Señor mío y Dios mío… sin duda alguna, si Tu estas conmigo yo estaré en Paz y mi conciencia estará tranquila. Mi naturaleza humana me hace incurrir en pecado que Tú, por tu gran misericordia, me perdonas, más mi debilidad persiste y vuelvo a caer. Te pido haga mía la siguiente oración para que me fortalezca para que viva yo paraTí y Tú en mí:

    Padre, me pongo en tus manos,
    haz de mí lo que quieras,
    sea lo que sea, te doy las gracias.

    Estoy dispuesto a todo,
    lo acepto todo,
    con tal que tu voluntad se cumpla en mí,
    y en todas tus criaturas.

    No deseo nada más, Padre.

    Te confío mi alma,
    te la doy con todo el amor
    de que soy capaz,
    porque te amo.

    Y necesito darme,
    ponerme en tus manos sin medida,
    con una infinita confianza,
    porque Tú eres mi Padre.

    Amén…

  3. Humildad…humildad del alma… dame Señor humildad para estar permanentemente en Tí y Tú en mi… permíteme vivir solo para Tí y así disfrutar de la alegría de tener buena conciencia… no permitas que las cosas de este mundo me envanezcan y que siempre esté consciente de que todo lo que tengo es por tu divina gracia y no por méritos propios… Amén…

  4. Mi Señor, mantén siempre mi corazón orientado a Tu presencia en mi; no permitas que los distractores de este mundo me lleven a terrenos mundanos que me separen de Ti sino, por el contrario, mantén siempre encendida la llama de Tu Espíritu en mi, de manera tal que todo lo que haga, diga y piense sea Tu voluntad y yo sea el medio para manifestarla al mundo.

    No dejes que me envanezca en la medida en que me des este don, antes al contrario, dame un Espíritu de humildad que refleje ante los ojos de los demás que no soy más que un indigno siervo tuyo… Amén…

  5. Qué cosa tan maravillosa es escuchar a nuestra propia conciencia. Esto únicamente se logra cuando estamos verdaderamente en paz con Dios; fácil de decir pero difícil de lograr.
    Con frecuencia el ruido del mundo nos aleja de Dios, impidiéndonos oír a nuestra conciencia y darnos espacios y tiempos para escucharla; hagamos un esfuerzo, por mínimo que sea, para diariamente autoanalizarnos sinceramente , poniéndonos en manos de Dios y con el firme propósito de enmendar nuestros yerros y desviaciones que nuestra propia conciencia nos hará ver y ser así cada vez más dignos hijos de Dios y merecedores de su gracia… Amen…

  6. Si estoy en paz con Dios, seguramente estaré en paz conmigo mismo; la recíproca no es necesariamente cierta: si estoy en paz conmigo mismo, estoy en paz con Dios…
    Por ello, estemos atentos a seguir la voz de Dios a través del Espíritu Santo que habita en todos y cada uno de nosotros; estemos atentos a su voz como ovejas que siguen a su pastor, en vez de oír la voz del mundo; podemos lograrlo en la medida en que busquemos con más frecuencia momentos de reflexión y meditación en Jesus y sus dictados. De esta forma lograremos esa paz tan deseada…
    Gloria a Dios

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