1. La gloria del hombre bueno, es el testimonio de la buena conciencia. Ten buena conciencia, y siempre tendrás alegría. La buena conciencia muchas cosas puede sufrir, y muy alegre está en las adversidades. La mala conciencia siempre está con inquietud y temor. Suavemente descansarás, si tu corazón no te reprende. No te alegres sino cuando obrares bien. Los malos nunca tienen alegría verdadera ni sienten paz interior; porque dice el Señor: No tienen paz los malos. Y si dijeren: En paz estamos, no vendrá mal sobre nosotros: ¿quién se atreverá a ofendernos? No los creas, porque de repente se levantará la ira de Dios, y pararán en nada sus obras, y perecerán sus pensamientos.
2. No es dificultoso el que ama gloriarse en la tribulación; porque gloriarse de esta suerte, es gloriarse en la cruz del Señor. Breve es la gloria que se da y recibe de los hombres. La gloria del mundo siempre va acompañada de tristeza. La gloria de los buenos está en sus conciencias, y no en la boca de los hombres. La alegría de los justos es de Dios, y en Dios, y su gozo es la verdad. El que desea la verdadera y eterna gloria, no hace caso de la temporal. Y el que busca la gloria temporal, o no la desprecia de corazón, señal es que ama menos la celestial. Gran quietud de corazón tiene el que no se le da nada de las alabanzas ni de las afrentas.
3. Fácilmente estará contento y sosegado el que tiene la conciencia limpia. No eres más santo porque te alaben, ni más vil porque te desprecien. Lo que eres, eso eres; y por más que te estimen los hombres, no puedes ser, ante Dios, más grande de lo que eres. Si miras lo que eres dentro de ti, no tendrás cuidado de lo que de ti hablen los hombres. El hombre ve lo de fuera, mas Dios el corazón. El hombre considera las obras, y Dios pesa las intenciones. Hacer siempre bien, y tenerse en poco, señal es de un alma humilde. No querer consolación de criatura alguna, señal de gran pureza y de cordial confianza.
4. El que no busca la aprobación de los hombres, claramente muestra que se entregó del todo a Dios. Porque dice San Pablo: No el que se alaba a sí mismo es aprobado, sino el que Dios alaba. Andar en lo interior con Dios, y no embarazarse de fuera con alguna aflicción, estado es de varón espiritual.
Señor, estando Tu en mi, mi comportamiento será puro y de mí solo saldrán cosas bellas. Infúndeme mucha fe en Ti y mucho amor al prójimo para cumplir tus mandamientos y seguramente mi conciencia permanecerá limpia y tranquila al reflejarte a ellos a través de mi conducta.
Señor… por la mañana hazme escuchar tu voz para que resuene a través de mis acciones… Amén…
Señor mío y Dios mío… sin duda alguna, si Tu estas conmigo yo estaré en Paz y mi conciencia estará tranquila. Mi naturaleza humana me hace incurrir en pecado que Tú, por tu gran misericordia, me perdonas, más mi debilidad persiste y vuelvo a caer. Te pido haga mía la siguiente oración para que me fortalezca para que viva yo paraTí y Tú en mí:
Padre, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal que tu voluntad se cumpla en mí,
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma,
te la doy con todo el amor
de que soy capaz,
porque te amo.
Y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.
Amén…
Humildad…humildad del alma… dame Señor humildad para estar permanentemente en Tí y Tú en mi… permíteme vivir solo para Tí y así disfrutar de la alegría de tener buena conciencia… no permitas que las cosas de este mundo me envanezcan y que siempre esté consciente de que todo lo que tengo es por tu divina gracia y no por méritos propios… Amén…
Mi Señor, mantén siempre mi corazón orientado a Tu presencia en mi; no permitas que los distractores de este mundo me lleven a terrenos mundanos que me separen de Ti sino, por el contrario, mantén siempre encendida la llama de Tu Espíritu en mi, de manera tal que todo lo que haga, diga y piense sea Tu voluntad y yo sea el medio para manifestarla al mundo.
No dejes que me envanezca en la medida en que me des este don, antes al contrario, dame un Espíritu de humildad que refleje ante los ojos de los demás que no soy más que un indigno siervo tuyo… Amén…
Qué cosa tan maravillosa es escuchar a nuestra propia conciencia. Esto únicamente se logra cuando estamos verdaderamente en paz con Dios; fácil de decir pero difícil de lograr.
Con frecuencia el ruido del mundo nos aleja de Dios, impidiéndonos oír a nuestra conciencia y darnos espacios y tiempos para escucharla; hagamos un esfuerzo, por mínimo que sea, para diariamente autoanalizarnos sinceramente , poniéndonos en manos de Dios y con el firme propósito de enmendar nuestros yerros y desviaciones que nuestra propia conciencia nos hará ver y ser así cada vez más dignos hijos de Dios y merecedores de su gracia… Amen…
Si estoy en paz con Dios, seguramente estaré en paz conmigo mismo; la recíproca no es necesariamente cierta: si estoy en paz conmigo mismo, estoy en paz con Dios…
Por ello, estemos atentos a seguir la voz de Dios a través del Espíritu Santo que habita en todos y cada uno de nosotros; estemos atentos a su voz como ovejas que siguen a su pastor, en vez de oír la voz del mundo; podemos lograrlo en la medida en que busquemos con más frecuencia momentos de reflexión y meditación en Jesus y sus dictados. De esta forma lograremos esa paz tan deseada…
Gloria a Dios
Lindo