Una web que se autodefine como católica se ha hecho eco de los resultados de una guía publicada por una organización conocida como America’s Frontline Doctors (AFLDS, en inglés) en la que se pone de manifiesto que las vacunas contra la covid-19 causan supuestos daños en el cerebro, entre los que destacan “inflamación crónica y trombosis” y que esto contribuiría a temblores, letargo crónico, accidente cerebrovascular, parálisis de Bell y síntomas de esclerosis lateral amiotrófica (ELA)”. Es ENGAÑOSO: sí que es verdad que se ha visto en ratones que una pequeña porción de la proteína Spike que se genera tras la vacunación puede trasladarse a otros órganos del cuerpo circulando por el torrente sanguíneo y llegar a la barrera hematoencefálica —situada en el encéfalo—, pero no se han notificado casos en humanos, y la probabilidad de que pase es “extremadamente baja”, según los expertos.
“Las proteínas Spike, junto con las nanopartículas de lípidos, tienen la capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica, que ofrece una protección especial para estas áreas sensibles del cuerpo. Los riesgos de tal penetración incluyen inflamación crónica y trombosis (coagulación) en el sistema neurológico, que contribuyen a temblores, letargo crónico, accidente cerebrovascular, parálisis de Bell y síntomas de tipo ELA”
Existe la posibilidad —muy pequeña, pero real— de que algunos componentes de ciertas vacunas atraviesen la barrera hematoencefálica, que está ubicada entre los vasos sanguíneos del cerebro y los tejidos cerebrales, y que protege al cerebro de los efectos de numerosas sustancias nocivas. Esto no implica que no sean seguras.
En el caso de las vacunas contra la covid-19, también existe el riesgo teórico de que la proteína S atraviese esta barrera, “Algunos estudios en ratones indican que la proteína S (la región S1) puede atravesar la barrera hematoencefálica cuando dicha fracción se inyecta directamente al torrente sanguíneo”, indica a Verificat Adelaida Sarukhan, inmunóloga y redactora científica del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona.
Las vacunas son intramusculares
Sin embargo, aclara la inmunóloga, las vacunas son intramusculares y no intravenosas. Además, la proteína Spike codificada por las vacunas de ARNm o vector viral es “transmembranal”, es decir, que no se libera al espacio extracelular, sino que se quede anclada en la membrana celular de las células musculares”. Esto “facilita que el sistema inmune la vea” y además impide que se mueva libremente a otros órganos del cuerpo”, añade.
Así, es bastante improbable que cantidades significativas de la proteína Spike acaben circulando libremente por el torrente sanguíneo —con el riesgo de acabar en otros órganos y/o en la barrera hematoencefálica—, indica la inmunóloga. De hecho, ya se han hecho ensayos en ratones con vacunas de ARNm que codifica para la luciferasa —una proteína que emite luz— o marcadas con un isótopo radioactivo: “En el resto de tejidos del cuerpo se detecta menos del 1% de proteína total, según indica la EMA en este documento, y lo que se libera al torrente sanguíneo se acaba degradando en el hígado, como se explica en este blog de la revista Science”.
De hecho, de momento no se han asociado eventos tromboembólicos en vacunas de ARNm tras cientos de millones de dosis administradas en la población general, y los raros casos de trombos venosos cerebrales asociados con las vacunas AstraZeneca y Johnson&Johnson parecen deberse a otros componentes de la vacuna, que no tienen que ver con la proteína S.
Lo que sí es más posible es que los propios virus traspasen la barrera hematoencefálica. Se ha visto en casos de infección por virus de la encefalitis japonesa y paperas, y también de SARS-CoV-2 —al menos en ratones— según un estudio publicado en Nature Neuroscience. En la investigación, los científicos observaron que la proteína S o Spike cruzó dicha delimitación, que fue después absorbida por varias regiones del cerebro.
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