Cómo hablar a nuestros hijos de las relaciones sexuales prematrimoniales

¿Para demostrar tu amor a tu novio/a tenéis que tener relaciones sexuales ?

No sé cuántos de ustedes tienen que responder a preguntas relacionadas con el sexo, las relaciones sexuales prematrimoniales o los métodos naturales. Yo muy a menudo.

Al principio me las hacían novios que se iban a casar en los cursos prematrimoniales que impartimos mi marido y yo; luego los jóvenes en las escuelas y en la parroquia; y ahora también me las suelen hacer nuestros hijos en casa.

Mis hijos nos oyen hablar de sexualidad y métodos naturales desde que eran pequeños. Nos han escuchados hablar mientras preparábamos los encuentros con los novios y los jóvenes. Hablamos sobre el tema con naturalidad y con ellos presentes.

Lo saben todo, quizá mejor que nosotros, pero les ha llegado ahora a ellos la hora de tratar este tema fuera de casa, en debates con sus amigos, en la escuela… A veces me piden artículos que hablen de los efectos nocivos de la píldora, del fracaso de los preservativos, en fin, quieren instrumentos para poder apoyar sus tesis en estas discusiones sobre sexualidad.

Suele ser ahora también habitual las cenas con amigos de nuestros hijos en las que quieren charlar sobre este y otros temas. Es hermoso vernos reunidos entorno a la mesa, comiendo una pizza, y observar cómo estos jóvenes hombres y mujeres empiezan a expresar sus opiniones. No tienen dieciocho años aún y llevan adelante sus ideas con vehemencia. Es un placer escucharles hablar.

El problema es que reproducen, como si fueran una grabadora, lo que dice la mayor parte de la sociedad. Hablan citando eslóganes, frases que escuchan por aquí y por allá.

Sin embargo, cuando se les hace una pregunta que para animarles a reflexionar se quedan paralizados. Son estudiantes de Bachillerato (de estudios preparatorios para acceder a la universidad), están acostumbrados a reflexionar pues estudian filosofía, entre otras asignaturas. Pero está claro que lo que han visto y escuchado durante 17 años a través de los medios de comunicación y en las redes sociales ha impregnado sus mentes.

La belleza de estos encuentros nace precisamente de esta necesidad de reflexionar sobre un tema tan importante para el ser humano como es el de las relaciones sexuales. Con la primera pregunta entienden enseguida que hay algo más, que tan solo se les ha mostrado un aspecto sobre la cuestión del sexo y se empieza a discutir. Y hacen preguntas y los ves que escuchan y que reflexionan y que ponen en discusión cada cosa. Entienden que hay una belleza más grande que las que se les ha mostrado y ya no quieren irse.

Intento responder a esta primera pregunta como si hablara con ellos.

¿Qué es una relación sexual sino el valioso don que cada uno de nosotros le hace a la persona amada? ¿Cuántas veces se ha oído hablar de la primera relación sexual como de la prueba de amor que el chico pide a la chica?

Y yo me pregunto ¿Para demostrar tu amor a tu novio/a tenéis que tener relaciones sexuales ? ¿Por qué no se puede pedir como prueba de amor ser respetado/a?

El lenguaje del amor (incluimos aquí también el sexo) de los esposos es único y exclusivo. No puede usarse con nadie más. Es un código secreto que solo ellos dos conocen. Es una modalidad que han aprendido a desarrollar con el tiempo para comunicarse todo el amor que sienten el uno por el otro.

Pero, ¿por qué los novios, que se aman, no pueden comunicarse de esta manera?

¡Es cierto, los novios también se aman! Pero sabemos todos que el noviazgo es un tiempo para conocerse. En ese tiempo tratamos de estar juntos, para ver si, después de las mariposas en el estómago, soportamos también los defectos del otro, sus hábitos y comportamiento molestos. Así podremos discernir si podemos vivir toda nuestra vida con esa persona. Mientras discernimos tan importante cuestión (a veces se necesitan años para eso) no convendría incluir el sexo en la relación porque si lo hacemos, será más difícil luego ser objetivos a la hora de tomar decisiones.

¿Pero el sexo, este lenguaje tan específico hecho de abrazos, besos, olores, sabores, este mezclarnos como si quisiéramos volvernos una sola cosa, es solo la satisfacción de los sentidos o es realmente un quererse contar lo mucho que nos queremos?

Es como si tuviéramos ganas de comernos mutuamente para decirnos cuánto nos amamos, tanto como para querer fusionarnos. Precisamente este es el punto más importante para entender la importancia que tiene esta cuestión. Durante una relación sexual los dos se fusionan así como son, cuerpo y alma, cabezas y pensamientos, ojos con miradas, brazos que abrazan, piernas que acogen, corazones con sentimientos, pulmones con respiraciones, estómagos con el hambre que tenemos del otro, piel con las sensaciones que sentimos y aparatos reproductivos, internos y externos, con la posibilidad de volvernos padres, ¡todo con todo!

Y ahí los llevo, a estos jóvenes tan convencidos de tener las respuestas adecuadas. “¿Es esto lo que piensan que es una relación sexual? ¿O piensan que es solo piel que se toca para dar placer? ¿O quizá, mientras tanto, la cabeza piensa en el miedo a un embarazo o duda que ese abrazo sea solo para mí o pueda dárselo a otras personas? ¿Tal vez el miedo se tenga a las enfermedades de transmisión sexual? No, en ellas no piensan estos superhéroes adolescentes. A ellos nos les puede suceder nada, consideran.

No, no es solo eso. Es mucho más. Por eso que no es el lenguaje de los novios. Es el lenguaje de quien ha elegido a otra persona para siempre. Ha hecho una elección consciente y pone en juego toda su vida. Es el lenguaje de quienes podrían traer al mundo a otra persona. Un hijo que será fruto de un amor cuya expresión y lenguaje no les da miedo.

Obviamente se pueden hacer otras muchas preguntas y ofrecer muchas otras respuestas, ¡pero tenemos tiempo! ¡Podemos citarnos para otra cena con los amigos de nuestros hijos!

Por Agnese Messina, con adaptación del editor para los lectores de Aleteia en español

es.aleteia.org

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