Santoral 16 de mayo | San Juan Nepomuceno, San Andrés Bóbola, San Simón Stock, San Ubaldo, Santos Alipio y Posidio

San Juan Nepomuceno, mártir (1350-1393)

Nació en el pueblo de Pomuk, en Bohemia, en 1350. Su nombre se deriva de su ciudad natal de Nepomuk o Pomuk. Hizo sus estudios en la Universidad de Praga. Hijo de un juez, ya a los 20 años lo encontramos como clérigo en Praga, con el título de «notario del tribunal eclesiástico» Por sus conocimientos teológicos y jurídicos, recibió diferentes cargos y honores, hasta llegar a la dignidad de vicario general de Arzobispo de Praga, en 1389. Durante los tiempos libres de su delicado cargo, se entregó completamente a los cuidados pastorales de la gente humilde. Conocido por su estilo sencillo de vida, tenía una amor especial a los marginados por el poder civil. El rey Wenceslao, la corte y muchos nobles, cometían contra ellos innumerables abusos de poder, robos y violencias. Debido a esto, el rey fue excomulgado y él, en venganza, mandó detener y torturar a San Juan, y posteriormente fue lanzado del puente de Praga. Murió como mártir por obedecer más a Dios que a los hombres, en 1393. San Juan Nepomuceno es el patrono principal de Bohemia. Se le invoca sobre todo contra las inundaciones y las calumnias, y en favor de la buena confesión.

San Andrés Bóbola (1591-1657)

Polaco de origen extranjero (su familia procedía de la Bohemia) es uno de los símbolos de la martirizada Polonia. Cada vez que en la historia reciente la nación polaca se ha visto sumergida por invasiones y ha sido víctima de desmembramientos, la defensa de la fe y la esperanza en el futuro se han concretado en hechos milagrosos por intercesión de este jesuita.

Era oriundo del sur del país, se educó con la Compañía de Jesús, en la que solicitó ingresar y en 1622 fue ordenado de sacerdote en Vilna. En esta ciudad ejerció su ministerio, destacando como predicador, director de conciencias y hombre de caridad inagotable atendiendo a enfermos y moribundos, sobre todo durante la peste de 1625.

Pero su carácter impulsivo y fogoso le llevó a querer vivir en los lugares de mayor riesgo, y desde 1633 hasta su muerte fue uno de los misioneros más activos en la parte oriental de lo que entonces era Polonia, una región disputada por los rusos y con una gran mayoría de habitantes que vacilaban entre el cisma ortodoxo y la Iglesia romana.

Durante un cuarto de siglo Andrés Bóbola vivió en esta azarosa frontera de la catolicidad, mientras se sucedían a su alrededor guerras, matanzas de religiosos, devastaciones y amenazas de todo orden, hasta que en mayo de 1657 fue apresado por los cosacos y murió entre salvajes torturas (su martirio se considera uno de los más cruentos de toda la historia de la Iglesia).

Fue canonizado en 1938 y sus restos mortales se veneran en Varsovia, de donde es Patrono.

San Simón Stock (+1265)

Este santo inglés, nacido en Aylesforth, Kent, fue un ermitaño que se unió más tarde a un grupo de carmelitas que venían huyendo del dominio musulmán en Palestina. En 1245 fue elegido prior general de la orden, y bajo su mandato ésta efectuó una gran transformación, modificando su regla para adaptarse a un género de vida muy distinto; se trataba nada menos que de renunciar a sus orígenes eremíticos para habitar en conventos dentro de ciudades y ponerse al servicio directo de los fieles.

La reforma suscitó una grave crisis, hubo muchos descontentos, y en este difícil período se sitúa la aparición de la Santísima Virgen a Simón Stock concediendo al escapulario de la orden el privilegio de que quien muriera con él tenía asegurada la salvación (ésta es una de las devociones más extendidas entre los católicos y más recomendadas también por la Iglesia).

Tras veinte años de gobierno- durante los cuales fundó nuevos conventos en las grandes ciudades universitarias, como Cambridge, Oxford, Paría y Bolonia-, murió en Burdeos, de donde es patrón, y sus reliquias, que se salvaron durante la Revolución Francesa fueron trasladadas a Aylesforth en 1951.

San Ubaldo (+1160)

Nació en Gubbio, Umbría, Italia, localidad famosa a raíz de la “conversión de un ferocísimo lobo que amansó san Francisco”. Por su parte, Ubaldo tuvo que convertir a los canónigos regulares de Gubbio donde había sido nombrado padre prior. Éstos seguían haciendo sonar las horas canónicas con el fin de edificar al pueblo. Pero por desgracia no se preocupaban asistir a ellas y por las noches se quedaban en la cama en vez de ir a los maitines y por el día frecuentaban las casas con buenas reputaciones culinarias. Se consideró un verdadero milagro haber devuelto el fervor a todo el cabildo.

Después de esto los habitantes de Perugia pidieron a Ubaldo como obispo y tuvo que aceptar contra su voluntad.

Santos Alipio y Posidio (siglo IV)

La iglesia conmemora a estos dos santos obispos en un mismo día. Proceden de la misma región y vivieron en la misma época. Ambos nacieron a mediados del siglo IV en Numidia, provincia romana enclavada en el actual territorio de Argelia, y en ella murieron a al finalizar el primer tercio del siglo siguiente. Su diversa extracción social abría ante sus ojos horizontes muy distintos. Pero el encuentro con san Agustín canceló las barreras sociales y terminó por igualarlos y conducirlos por sendas muy semejantes.

Ambos fueron discípulos de Agustín, convivieron con él en el monasterio, compartieron afanes pastorales y colaboraron en sus controversias doctrinales y en la reorganización de la Iglesia africana. Uno y otro fueron pastores y teólogos notables, con identidad bien definida, pero la cercanía de Agustín los envuelve en una luz que difumina las diferencias. La historia ha entrelazado inextricablemente su memoria y la ha asociado de modo indisoluble a la de Agustín. Alipio ha quedado para siempre como el amigo entrañable, “el hermano de mi corazón,” diría el santo; y el otro, Posidio, como el biógrafo más autorizado. Sin intentarlo, su biografía de San Agustín dibuja también el retrato de su autor, siempre honrado y modesto.

San Adán de Fermo (+1210)

Llevó vida eremítica y después se hizo monje bendictino en el monasterio de San Sabino de Fermo, Italia, donde desempeñó el oficio de abad. Es invocado contra la enfermedad de epilepsia.

San Honorio (siglo VI)

Aunque no se sabe mucho de su vida, (se piensa que fue obispo de Amiens, Francia), este santo llegó a ser muy popular en el siglo XI en Picardía desde que los habitantes de Amiens sacaron la imagen del santo en procesión para rogar por el cese de una sequía y cayó en ese momento tal tromba de agua que el cortejo apenas pudo regresar a la ciudad. Su fama llegó hasta París en 1204 cuando se construyó una iglesia en su honor; y los parisienses también demostraron su devoción a san Honorio, ya que poseen una calle y un barrio que lleva su nombre.

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