Santoral 13 de julio | San Enrique, San Eugenio de Cartago, Profeta Joel , Santa Mildred y Beato Carlos Manuel Rodríguez

San Enrique (973-1024) 

Gobernante ejemplar. Fue coronado como emperador de Occidente en el año 1014. La gente lo llamaba Enrique el piadoso, pues buscaba con todas sus fuerzas extender el catolicismo. Apoyó todo aquello que contribuía a la evangelización. Su esposa Cunegunda, mujer ejemplar, lo ayudó mucho. Un día que le recomendaron tratar con crueldad a ciertos revoltosos, respondió lo que creía firmemente: “Dios no me dio la autoridad para hacer sufrir a la gente, sino para tratar de hacer el mayor bien posible”. Se ganó merecidamente el amor y la veneración de sus gobernados. Quienes ejercen la autoridad pueden ser santos.  Pidamos por ellos para que sepan servir como lo hizo San Enrique.

San Eugenio de Cartago +(505)

Fue obispo de Cartago durante veinticuatro años, de los cuales trece los pasa en el exilio, mientras los vándalos favorecían el arrianismo y perseguían a los católicos. Eugenio poseía celo y talento e hizo maravillas durante los primeros años de su ministerio; todos se conmovían con sus sermones y los dones destinados a reparar los daños causados por la persecución afluían y gran número de vándalos se convirtió.  Pero los sacerdotes arrianos persuadieron al rey Hunerico para que detuviera el progreso de la Iglesia. De los cuatrocientos setenta obispos católicos, Hunerico mandó a cuarenta y seis a talar árboles a Córcega, y trescientos dos al sur de Túnez a trabajar en el campo. Eugenio fue durante nueve años obrero agrícola en Turris Tamalleni. Bajo el rey Guatamundo, menos sectario y más prudente que su predecesor, Eugenio pudo volver a Cartago. Este rey se hizo tan amigo de Eugenio que le concedió la vuelta de numerosos exiliados y la reapertura de las iglesias.  Desgraciadamente, su reinado fue corto y su sucesor retomó las persecuciones.  Eugenio fue esta vez exiliado a Languedoc, Francia, donde murió unos años más tarde.

Profeta Joel

Es uno de los profetas menores del Antiguo Testamento.  La principal novedad de su breve profecía anunaia la efusión del Espíritu Santo sobre el pueblo de Dios cuando llegaran los tiempos mesiánicos.

Santa Mildred (+700)

Fue canonizada, dice un hagiógrafo inglés, por su encanto, su gentileza y su facultad de consolar a los afligidos.  Fue abadesa del monasterio de Thanet, que había fundado Egberto rey de Kent, Inglaterra, en expiación de sus pecados (entre otros, el de haber asesinado a todos sus hermanos).

Santa Celia Barbieri (1847-1870)

Religiosa de Bolonia, Italia, fundadora de la Congregación de las Hermanas Mínimas de la Virgen de los Dolores para la atención de los niños pobres.  Pablo VI la beatificó el 27 de octubre de 1967 y fue canonizada por Juan Pablo II el 9 de abril de 1989.

San Jose Wang Kulju (+1900)

Prefirió la muerte por Cristo antes que salvar la vida con una leve mentira, entregando su vida a Dios en la persecución de los bóxers, en Nan-Keung, China.  Fue canonizado el 1 de octubre de 2000.

San Manuel Le Van Pohung (+1859)

Padre de familia que siguió haciendo apostolado en la cárcel, exhortando a sus hijos y amigos a perdonar a los enemigos y, finalmente, condenado a muerte y degollado por el emperador Tu Duc en la ciudad de Chau Doc, Indochina.

San Pablo Liou-Tei (+1900)

Hombre de edad proyecta, el único cristiano que quedó en su región durante la persecución de los bóxers, salió al encuentro de sus perseguidores con la corona de la Virgen y un libro de preces, los saludó al modo cristiano y fue asesinado al instante.

Beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez-Santiago (1918-1963)

Carlos Manuel Rodríguez nació en Caguas, Puerto Rico, el 22 de noviembre de 1918. Fue el segundo de cinco hermanos, dos hermanas se casaron, la menor es religiosa Carmelita de Vedruna y su único hermano sacerdote benedictino, y primer abad puertorriqueño.

Contando seis años, un voraz incendio consumió la modesta tienda del papá y la vivienda de su familia.  Como resultado, perdieron todo y se vieron precisados a mudarse a casa de los abuelos maternos, separándose del padre.  Es así como las primeras lecciones en la fe católica y las vivencias de esa fe las recibe desde muy temprano en el seno de su propia familia.  Bajo la tutela de las Hermanas de Notre Dame y de los Padres Redentoristas, desarrolla su primera educación; se hace monaguillo y posiblemente siente el llamado de entrega total a Cristo. Durante el noveno grado empieza a notar los primeros síntomas un trastorno gastrointestinal que habría de causarle muchísimos inconvenientes y se iría agravando paulatinamente, pero jamás doblegó su espíritu de entrega a Cristo y a Su Iglesia.  Se gradúa de una escuela pública a los 21 años, ya que por su enfermedad tuvo que abandonar los estudios y trabajar un tiempo.

Se desempeñó como oficinista hasta 1946, cuando decide iniciar estudios hacia un bachillerato en la Universidad de Puerto Rico, y logra completar un año con excelentes calificaciones.  En 1947, su salud le impide continuar los estudios formalmente.  Sin embargo a «Charlie» todo le interesaba:  las artes, las ciencias, filosofía, religión, música…  De hecho, tomó clases de piano tan sólo un año, pero su interés le llevó a continuar por sí solo, hasta tocar, además, el órgano de la Iglesia… ¡La música sacra que tanto aprendió a amar!

Carlos Manuel trabajó como oficinista y traductor. Empleaba casi todo su modesto salario en promover el conocimiento y el amor a Cristo, especialmente a través de la Sagrada Liturgia y  se afanaba en traducir artículos de Liturgia y Cultura Cristiana, tarea a la que dedicaba incontables horas de trabajo.  Cada vez más convencido de que la Liturgia es la vida de la Iglesia, organiza en Caguas un “Círculo de Liturgia” y funda el coro parroquial Te Deum Laudamus.

En la Universidad de Puerto Rico, organiza otro Círculo de Liturgia (más tarde llamado Círculo de Cultura Cristiana).  Continúa con sus publicaciones y organiza y da forma a sus célebres “Días de Vida Cristiana” junto con los universitarios a quienes desea que entiendan y gocen los tiempos litúrgicos.  Participó en paneles sobre diversos temas, organizó grupos de discusión en varios pueblos y participó en la Cofradía de la Doctrina Cristiana, la Sociedad del Santo Nombre y los Caballeros de Colón.  Impartió catequesis a jóvenes de escuela superior. 

Minada finalmente su salud por la enfermedad que se diagnosticó como un cáncer terminal del recto, tras una larga operación en marzo de 1963, padeció “la noche oscura de la fe” pensándose abandonado de Dios.  Antes de morir, re-encontró  con emoción la Palabra que estuvo perdida, la que le había dado sentido a su vida.  Su paso a la vida eterna fue el 13 de julio de 1963.  Tenía 44 años.  “El 13 es buen día” – había dicho antes, sin que tuviésemos noción de lo que ello significaba.

Fue beatificado por su Santidad Juan Pablo II, el 29 de abril de 2001, en la Plaza de San Pedro, en Roma. 

* Procura hoy que los honores y elogios que recibas los dirijas a Dios, como San Enrique Emperador, repitiendo siempre:  “A Dios toda la gloria”.

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