Síndrome del burnout, ¿una enfermedad profesional?

El burnout, también conocido como síndrome del desgaste profesional o del trabajador quemado, empieza a convertirse en un problema de gran relevancia actualmente. Expertos en materia laboral y sanitaria han reclamado el reconocimiento de este síndrome como una enfermedad profesional.

El síndrome del «burnout» constituye una fase avanzada del estrés laboral y puede llegar a causar una incapacitación total para volver a trabajar. La deficiente estructuración del horario y las tareas en el trabajo suele producir cuadros de depresión, ansiedad, fatiga crónica, trastornos del sueño, frustración y el desarrollo de actitudes pesimistas. Es una enfermedad que afecta especialmente a los profesionales cuya labor está basada en la relación con otras personas, ya sean clientes o personal de la empresa, ya sean del mismo u otro nivel jerárquico.

Según un estudio realizado por el Instituto Nacional de la Administración Pública, los profesionales de la sanidad y la enseñanza son los colectivos del sector público más afectados por el síndrome del desgaste profesional. Se trata de profesiones que exigen entrega, implicación, idealismo y servicio a los demás y se asienta sobre una personalidad perfeccionista con un alto grado de autoexigencia, con una gran tendencia a implicarse en el trabajo.

Además de los ámbitos de la sanidad y la enseñanza, también afecta a trabajadores sociales, profesionales de alto riesgo y penitenciarios, también afecta a otras profesiones como la de empresario, alto directivo o en empleos rutinarios y monótonos. Este síndrome se presenta cuando se desequilibran las expectativas individuales del profesional y la realidad del trabajo diario, se considera un trastorno adaptativo crónico y puede sobrevenir tanto por un excesivo grado de exigencia como por escasez de recursos.

El 20 por ciento de las bajas laborales que se producen en el desempeño de la profesión son de carácter psicológico y una tercera parte de éstas se encuadran en el síndrome del «burnout», según indica el doctor Manuel Fernández, director del Departamento de Salud Laboral de Correos y Telégrafos. Además añade que una baja por patología psiquiátrica tiene una duración media de 103 días. Aunque las enfermedades mentales son menos frecuentes que las alteraciones musculo-esqueléticas, las afecciones respiratorias y los trastornos digestivos como motivo de baja laboral se sitúan en primer lugar en número de jornadas laborales perdidas.

Si bien no existen estadísticas fiables sobre esta patología, se calcula que en sectores como la enseñanza, un 30 por ciento de las bajas se deben a este síndrome, al igual que un elevado porcentaje de las que se dan entre los profesionales de la sanidad.

Los síntomas son diversos, como pueden ser la falta de ilusión o motivación por el trabajo, agotamiento físico y psíquico que no remite con el descanso, bajo rendimiento laboral, absentismo, sentimientos de frustración y descontento, etc. También se dan una serie de síntomas físicos, entre los que encontramos insomnio, alteraciones gastrointestinales, taquicardias, aumento de la presión arterial y cefaleas, entre otros.

Tratamiento y prevención

No existe ningún tratamiento específico para el síndrome de «burnout», ni tampoco una estrategia simple de prevención. Las terapias que se utilizan van encaminadas a restablecer la salud psicológica del afectado y recuperar el rendimiento laboral y se basan en el control del estrés, el ensayo conductual y la potenciación del autocontrol. En ocasiones, es necesario un breve periodo de baja laboral y en los casos más graves hay que recurrir a los fármacos antidepresivos.

La solución más eficaz para prevenir este síndrome pasaría por el establecimiento de cursos de formación destinados a aumentar la competencia psicosocial, los recursos emocionales del profesional y el fortalecimiento de la salud psicológica de los empleados. El Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP) estudia incrementar su oferta formativa de cursos para el tratamiento y control del estrés y de la inteligencia emocional aplicada al trabajo, así como otras acciones para potenciar los recursos emocionales de los empleados públicos.

Enfermedad profesional

El subdirector general de Seguridad y Condiciones de Salud en el Trabajo de la Generalitat, Mariano Unzeta, destacó durante una jornada dedicada a este síndrome la necesidad de «presionar para que se reconozca esta patología como enfermedad profesional» para poder «desarrollar programas de actuación concretos destinados a prevenir» este problema. Actualmente, la comunidad europea está elaborando una lista común de enfermedades profesionales, si bien la lista española vigente en este momento no ha incluido una patología nueva desde 1978 y además «recoge enfermedades laborales que no se producen desde hace muchos años».

Los síntomas son diversos, como pueden ser la falta de ilusión o motivación por el trabajo, agotamiento físico y psíquico que no remite con el descanso, bajo rendimiento laboral, absentismo, sentimientos de frustración y descontento

Víctimas del ‘burnout’ y del ‘mobbing’

En los círculos de psicólogos y estudiosos de la prevención de riesgos laborales se debate desde hace tiempo sobre el burnout, el mobbing y el karoshi: enfermedades que sufren decenas de trabajadores por ser objeto de unos niveles de estrés altísimos en sus puestos. Son origen de un problema social, según recalca Mariano Meseguer, profesor de Psicología en la Universidad de Murcia, porque «el trabajo ahora es dar servicio al cliente, poner también emociones. Se trata de vender y venderse, más que de dar la talla físicamente». Éstas son algunas de las patalogías del nuevo siglo:

• ‘Mobbing’. Consiste en la violencia psicológica que practica un grupo sobre una persona en el ambiente laboral. Se trata del malestar que genera un trabajador cuando es hostigado por sus compañeros a causa de la envidia, ya sea por motivos personales o por competitividad profesional. Le ocultan información, le hacen el vacío y le ponen la zancadilla hasta que la víctima se aísla, pierde la autoestima y se sumerge en una depresión. El afectado acaba pareciendo el rarito de cara a sus superiores.

• ‘Burnout’. Es el síndrome del quemado. Son profesionales, como médicos, trabajadores sociales o profesores, que se enfrentan a una carga afectiva importante y acaban perdiendo el interés. Ofrecen un trato deshumanizado a sus pacientes y clientes, a los que ven como enemigos porque están desmotivados.

• Aislamiento. Lo padecen los trabajadores que realizan actividades nocturnas o cambian frecuentemente de horario, además de ejercer actividades monótonas. Sufren trastornos del sueño y de la alimentación graves y se desconectan del mundo porque llevan el ritmo cambiado. Ese aislamiento les hunde en fuertes depresiones.

• ‘Karhosi’. Este término japonés se traduce como «muerte súbita» y hasta ahora es una tendencia sólo detectada en este país oriental. Ejecutivos sometidos a largas jornadas fallecen de infarto.

El País

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