Defiéndete del estrés

El estrés no espera a que cumplas 40 años. Descubre cómo prevenirlo desde ahora.

El estrés no es un asunto reservado para agentes de la bolsa de valores o abogados poderosos. Está probado que hasta los bebés viven situaciones estresantes.

El mecanismo que acciona todo el circuito del estrés es el modo como percibimos una amenaza. Es como la persona a quien nada le importa, a lo mejor reprobó ocho materias y terminó la relación con su novia y no le pasa nada, pero hay otra que nada más porque perdió su celular está todo tenso y no lo calienta ni el sol.

En su justa medida, el estrés no es malo, pues ayuda al organismo a adaptarse a nuevas situaciones, mantiene tu integridad, nos pone en estado de alerta. Es el estrés llamado “inapropiado” el que genera cambios internos que conducirán al desarrollo de una enfermedad.

Este tipo de estrés se presenta ante una situación que creemos que es peligrosa y que no podemos resolver positivamente. Cuando es constante, todo se complica: el estrés disminuye la respuesta inmune, o sea, puedes enfermarte más fácil y esa tensión repercute en distintas funciones psíquicas (no, no te vas a volver loco), afecta el estado anímico y, por lo tanto, tus relaciones con los demás y contigo mismo.

Esto genera un círculo vicioso, se agregan más preocupaciones y aumenta tu nivel de estrés.

Si últimamente te enojas por todo, andas triste, en todos lados sientes que apestas y nadie te quiere, el cansancio te mata y es “evidente” que nada te sale bien, quizá se deba al estrés. Sigue estos tips y defiéndete de él.

Relájate en cinco minutos

1. Busca un lugar a gusto, sin mucha luz y nada de ruido. Acuéstate un rato y evita cruzar piernas y brazos, que descansen a los costados del cuerpo.
2. Respira profundamente por lo menos tres veces, aguanta la respiración unos segundos y déjalo salir despacito.
3. Piensa en todo lo bueno que tienes: familia, habilidades, situaciones en las que resolviste ese problema imposible, etc.

El poder del sueño

Durante el sueño el cerebro aprovecha para acomodar todo lo que viviste en el día y desechar lo que no sirve para no desperdiciar espacio. Cuando no has dormido lo suficiente, lo obligas a trabajar de más y lo pones en una situación de especial alarma. Esto quiere decir que has preparado el terreno para estar estresado todo el día.
Si te cuesta mucho conciliar el sueño evita dormirte inmediatamente después de cenar, no tomes bebidas con cafeína y date un tiempo para desconectarte de la cruda realidad (leer es una estupenda opción). Lo peor que puedes hacer antes de dormir es darle vueltas a los problemas que tengas: piensa que ya no hay mucho que hacer para solucionarlos y mañana tendrás más tiempo para ello.

No seas pesado

Es mentira que los gorditos anden todo el día despreocupados y contentos. El sobrepeso trae consigo la aceleración del ritmo cardiaco, una causa de estrés. Además, el ejercicio es una actividad que relaja y te libera del estrés. Los deportes como el fútbol, el básquet o el tenis son una muy buena oportunidad para desahogarte.

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