Es cuestión de cuestionarse

¿Cómo educarás a tus hijos? ¿Cómo sembrarás en la sociedad la semilla de la generosidad, la intuición y la sensibilidad? Cuestionándote a ti misma podrás encontrar cómo dar lo mejor de ti.

Puede sonar raro, pero si queremos cumplir mejor nuestro papel como mujeres y si queremos educar mejor a nuestra familia, al mundo entero, todo es cuestión de «cuestionarse». Te explicaré de qué se trata.

Quiero comenzar por lo más difícil: los árabes suelen decir que «El único dolor que destruye más que el hierro es la injusticia que procede de nuestros familiares»: nadie puede hacernos tanto daño como aquellos que deberían amarnos. Por eso cuando fundamos una familia debemos ir conscientes que como mujeres seremos las ejecutoras que harán que las paredes de concreto se vuelvan acogedoras y con el perfume propio que emana de un ambiente que está impregnado por un corazón intensamente femenino.

¡Qué hermoso es tener una familia y poder llevar todas nuestras cualidades de mujer a cada uno de sus miembros! El llamado que como mujeres tenemos a formar y ennoblecer cada corazón que se encuentre dentro de nuestra propia familia no tiene punto de comparación con ningún otro trabajo, pues la tarea de educar corazones es la mayor, la más urgente, la más retadora y la que al final te da más gratificaciones. Educar corazones revela abiertamente el tipo de mujer que tu misma eres, lo que guardas en el fondo, la pasión y el compromiso que llevas por la humanidad y el Reino de Dios en la tierra. Pero si no tienes cuidado y no te cuestionas a ti misma sobre lo que estás dando, puedes -incluso sin pensarlo- hacerle daño a los tuyos.

Y comienza la «cuestión»

Y tú, ¿quién eres?; y para ti, ¿cuál es el sentido que se esconde al ser compañera y madre? , y tú, ¿cuánto te preocupas por perfeccionar cada día más tus cualidades femeninas? Características propias de la personalidad femenina como la delicadeza, la ternura, la generosidad, el ingenio y la intuición así como la valentía, fortaleza , alegría y optimismo serán extremadamente fundamentales a la hora de hacer una cultura de relaciones humanas en nuestro hogar. Podemos saber que están ahí, que existen y que son necesarias para potenciar la humanidad de cada otro ser humano. Pero, en tu caso personal, ¿cuánto has observado, interiorizado y aplicado estas cualidades en tu propia personalidad para poder marcar una diferencia notable en el tipo de ser humano que heredarás a la sociedad de hoy? Pues así como buscamos calidad a la hora de elegir una buena cartera o un perfume, así deberíamos perseguir esa calidad en nosotras a la hora de modelar la personalidad individual y única que existe en cada uno de nuestros hijos.

Se hace necesaria la auto-exigencia

Nuestros tiempos son tiempos hermosos y controversiales a la vez. Por un lado los grandes descubrimientos de la ciencia para combatir graves enfermedades, la creación de líneas telefónicas y el surgimiento de la computadora para que los humanos estemos «comunicados»; por el otro, la importancia que se le ha dado al excesivo bienestar económico que hace que el hombre y la mujer se des-humanizen pues empezamos a concentrarnos en querer «tener» y se nos va por la cuneta el aprender a «ser»; en nuestro siglo hemos sido testigos del derrumbe de las tradiciones y valores y la revolución femenina que llevo a muchas mujeres a masculinizarse completamente hasta llegar al punto de hacernos creer que la maternidad , don femenino por excelencia nos esclavizaba e impedía nuestra realización personal. Ahora, cuando vemos nacer un Nuevo siglo vemos como nuestro mundo hace a la mujer un llamado urgente: «volver a las raíces», volver a «re-pensar a la mujer» y su razón de ser en el mundo, ayudarla a re-descubrir su verdadero sentido. Esto requiere de nosotras, de ti y de mí detenerse, recogerse y tratar de escuchar a nuestra amiga y guía interior: nuestra alma. ¿Qué estoy dando cómo mujer?; ¿Qué valores son los que me mueven?, ¿qué tan competente soy como esposa y madre?; ¿qué características de mi personalidad hacen que mi hijo-a quiera ser como yo?;¿qué «manías» de mi carácter me están impidiendo hacer crecer al otro dentro de mi propio hogar?,¿De dónde me alimento o me nutro para crear ambiente de acogida y armonía en mi núcleo familiar?, ¿qué tan intensa es mi vida espiritual?, ¿Qué tan consciente soy de que el mundo de hoy necesita de mi protagonismo como mujer, esposa, madre y profesional o religiosa desde ese sitio que en la vida me corresponde?, ¿no lo pienso?, ¿no siento que sea parte de mi propia responsabilidad?

Psicología vs. Espíritu

Delicadeza, ternura, generosidad, intuición y amor no pueden darse en toda su plenitud apoyadas en nuestra propia fuerza humana. Es muy sencillo.

Cuando se hace todo desde la dimensión psíquíca-emocional llegará un momento en que simple y sencillamente te cansarás da dar, porque lo humano es débil, resiste poco cuando no se le hace ver más allá. Si Dios no está como centro de tu vida, si no haces de tu vida interior -de tu vida espiritual- la torre desde donde observes todo, entonces vendrán las excusas para no dar más, los conflictos de valores, las quejas, exigencias y la pérdida del dominio interior. Puede estar en riesgo de que toda tu fuerza proviene tal vez de los consejos que te dan tus amigas, de los libros de «superación» que lees o de las propias conclusiones que sacas como mujer autónoma. Vencerá el propio egoísmo que al final te llevará a no poder comprender el verdadero sentido de tu vida. ¿Qué pasa? No hay densidad, no hay pozo, no hay raíz verdadera. Estás «hueca» por dentro apoyada sólo en la psicología pura que te impide tu propia auto-trascendencia.

Delicadeza, ternura, generosidad, intuición y amor apoyados en una vida interior comprometida a sacar de dentro lo que se necesita para ser mejor cada día, te hará ser una mujer de la clase «fuerte». Te faltarán fuerzas, como a mí a veces me hacen falta fuerzas para no pensar tanto en mí o para poner como centro de mi vida a Dios. Sin duda una de las mejores formas de fortalecernos es por medio de los sacramentos. Misa diaria si puedes, confesión frecuente -aunque no estés en pecado mortal- son grandes ayudas que nos impulsan aún más, pues estarás siendo trasmisora de armonía, amor y valores desde tu dimensión espiritual.

Seguro habrás visto muchos libros de superación, de curación y de miles de cosas para ayudarte a superar los problemas cotidianos, pero siempre terminan dejándote un poco vacía porque en el fondo no son soluciones completas. Ningún libro de espiritualidad te dará la paz que te brinda el hacer un ratito de oración, ningún libro de «sanación» puede aliviar a tu alma como asistir al confesionario y recibir en el sacramento de la penitencia una nueva reserva de energías. ¿Y la comunión? Imagínate el increíble impulso que te da el recibir el cuerpo y la sangre de Cristo ¡Eso nunca te lo va a dar ningún libro de superación personal, te lo aseguro!

Cuando amamos, educamos y luchamos desde esta dimensión es verdad que nos cansaremos y que abran ocasiones en que talvez nos rendiremos, pero pronto nos levantaremos y seguiremos caminando porque en nuestro interior yacen las «reservas espirituales» que le ayudan a la dimensión emocional a recuperarse pronto para seguir amando, creando, educando, construyendo castillos interiores. Y es este uno de tus más grandes privilegios al educar a los tuyos. Enseñar a ser delicados, tiernos, y generosos desde muy pequeños sabiendo que nuestros hijos son almas orientadas hacia un sentido de ser «eterno».

Difícil pero nunca imposible

Ser esposa, compañera y madre en nuestros días es una actitud que tú desde tu propia libertad puedes adoptar ante todo lo que te ofrece el mundo. El mundo de hoy nos ofrece, a ti y a mí tantas cosas apetecibles y atractivas. Entre ellas una carrera profesional, los lujos, las modas, los «spa» para nunca envejecer y el pensamiento delicadamente venenoso de lograr la felicidad a través de lo fácil y de aquello que requiere el menor esfuerzo. Por eso hoy se hace necesario poner de moda entre nosotras aquel lema per aspera ad astra (por lo dificultoso hasta las estrellas). Es difícil bajar de peso cuando no hay control del apetito pero cuando se hace ¡qué bonito se siente!; es difícil terminar una carrera universitaria siendo madre y profesional, pero cuando lo logramos, ¡qué sensación más plena!; es difícil encontrar un tiempo para estar a solas con El Amor de los Amores, pero cuando se logra, ¡como crece el alma, como se extiende y cuanto amor empieza a brotar de las mismas entrañas!

Sí, es difícil ser mujer, esposa, compañera y madre en nuestros días tan llenos de modernidad y brillo, se hace difícil mejorar y madurar para educar a los propios hijos. Pero si lo hacemos conscientes de que nuestros actos «hoy» están íntimamente ligados a la felicidad de los nuestros «mañana», no será difícil tomar esas decisiones que nos llevarán a impregnar nuestro hogar de todas esas cualidades femeninas de las que hemos venido hablando y están tan urgidos nuestros hogares: la delicadeza, la ternura, la alegría, la vida auténtica.

Una gran vuelta

Hemos dado una gran vuelta, y tal vez te he dicho muchas cosas distintas en este artículo, pero el corazón está en empezar a cuestionarte, a hacerte preguntas y especialmente a responderlas. Y ahí está la cuestión. Te invito a que hagas de Santa María de Nazareth una de tus amigas más íntimas. Deja que ponga el verdadero acento femenino, y te ayude a contestar tus cuestionamientos. Nadie sabrá hacerlo mejor que ella.

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
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Sheila Morataya es la Editora de la sesión de la mujer desde la creación de encuentra.com Es psicoterapeuta, coach de vida y talento para la radio y la televisión en los Estados Unidos. Actualmente es Productora Ejecutiva para Relevant Radio en español en los Estados Unidos. Autora de 6 libros entre ellos «El espejo: ámate tal como eres».

Cuando no está trabajando puedes encontrarla sembrando flores, dando clases de desarrollo personal a jovencitas o cocinando para su familia. Puedes escribirle a  sheila@sheilamorataya.com

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