Los evidentes rastros de sangre encontrados en la Sábana Santa conecta esta reliquia con otros milagros.
Las manchas de sangre y suero que se encuentran en la síndone es irreproducible por medios artificiales. Se trata de sangre coagulada sobre la piel de un hombre herido y vueltas a disolver en el contacto con tela húmeda. Científicamente se ha comprobado que se trata de sangre humana de varón de grupo sanguíneo AB –el más común entre la raza semítica- que según la investigación del DNA.
Sorprendentemente, la sangre es del mismo tipo que el que se encuentra en el llamado Sudario de Oviedo (España), una tela de 83 x 52 cm que presenta numerosas manchas de sangre simétricas pasadas de un lado al otro al doblarse en dos. La tradición le llama "el Sagrado Rostro" y llegó a Oviedo en el siglo IX , en un arca proveniente del Africa septentrional. La Sangre presente en este sudario pertenece también al grupo AB y el DNA presente perfiles genéticos similares al recogido en la síndone. Es importante tener en cuenta que no es posible encontrar mayores similitudes debido a que la antigüedad de los restos hacen imposible, por ahora, conocer más detalles.
Igualmente interesante resulta la comparación de la síndone con los estudios realizados sobre la reliquia física que se conserva tras el milagro eucarístico de Lanciano (Chieti). Aquí en el siglo VIII, en la Iglesia de San Legonziano, en las manos de un monje basiliano que dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, en el momento de la consagración, la hostia se convirtió en carne y el vino en sangre. Tras las investigaciones realizadas en 1970 por el profesor Odoardo Linoli, profesor de anatomía e histología patológica de la Universidad de Siena, se concluyó que la carne corresponde al tejido verdadero de miocardio de un corazón humano y la sangre es humana… del grupo AB.