Trabajar por la paz es necesario y coherente con el ser del hombre, individual y socialmente.
Es habitual oír convocatorias de médicos, periodistas, músicos, artistas por la paz, de educación por la paz… Son muestra de algunos de los grupos sociales que dan respuesta desde su actividad, a la situación de múltiples guerras que preocupan a muchas personas. Asociados con más o menos oficialidad, la realidad es que añaden a su dimensión laboral un matiz: desde su ocupación, sea cual sea, trabajan por la paz.
Esta vocación, expresada de muchas y distintas maneras, es constante en la historia de la humanidad. Se hace evidente que se necesita un tiempo para cultivarla y mantenerla. La paz es un esfuerzo dinámico en el que todo el mundo tiene que colaborar, si no, no se llega a dar. Según Alfonso Banda, presidente del Patronato de la «Fundació per la Pau» de Barcelona, aspirar a una cultura de paz pide un trabajo solitario para cultivar actitudes y, al mismo tiempo, un trabajo solidario para crear estructuras.
No podemos ser ingenuos pensando que es algo sencillo de conseguir. El trabajo constante que requiere hace que nos demos cuenta de los muchos obstáculos que existen y se oponen. Ser conscientes de ello es el primer paso para afrontar las dificultades y ofrecer, siempre, nuevas opciones. Pero éstas sólo pueden nacer en un espacio de paz conseguida a todos los niveles, personal y social, desde los distintos cuerpos sociales.
Trabajar por la paz es necesario y coherente con el ser del hombre, individual y socialmente. En esta vocación por la paz también hay un espacio de pensamiento que hay que llenar, encontrando fundamentos racionales, criterios que sean comunes a todos los hombres y mujeres, sin distinción de culturas, religiones o ideas políticas. Unos puntos que muestren con coherencia que es posible construir la paz, que hay que hacerlo aun siendo conscientes de que sus resultados quizá no serán plenos ni perennes. La paz está viva y evoluciona según las circunstancias. Hay que ir dando respuestas según las cuestiones que se plantean en cada momento.
Un conocido aforismo dice que «no hay paz si no hay justicia». La ley, vertebración de la justicia, necesita la aportación de la razón, una vez que ésta haya asumido su manera de ser limitada. Una razón que escucha atenta qué le dice la existencia concreta de cada persona y que busca el fundamento donde apoyar la paz y la amistad con él, porque parte de lo real existente y está libre de prejuicios y soberbias filosóficas.
Es desde ahí desde donde debe plantearse la educación por la paz, que no puede pertenecer exclusivamente a la escuela. Hay que educar en la sala de estar, al lado de la televisión, en el ámbito familiar. Los niños no aprenden sino lo que reciben de manera cotidiana. La paz no puede ser una asignatura; más bien se trata de un proyecto social, cultural de fondo, en el que todos estamos llamados a participar. Por otra parte, toda educación que contribuya a cerrar heridas y que favorezca la reconciliación es necesaria. Por ello hay que introducir cambios en la manera a menudo tendenciosa de explicar la historia a los niños. Debemos ser conscientes del mal acontecido, pero para no volver a cometer los mismos abusos.
La educación para la libertad, asumida responsablemente por la persona, es imprescindible en la educación por la paz, ya que de ella nace la posibilidad del amor. Éste, o es libre, o no es amor. Para establecer, pues, una base sólida en ese esfuerzo dinámico por la paz, hay que crear un espacio de libertad propicio que posibilite la amistad entre las personas.
La pedagogía por la paz debe desarrollarse en un espacio de fiesta. Ésta aporta la novedad, la vivacidad, la dinamicidad, que hace atractiva la acción continuada por la paz. El trabajo para instaurar una cultura de la paz contempla en su horizonte la cultura de la fiesta.
La autora es Doctora en Filosofía y miembro del Ámbito María Corral, Barcelona, España.
http://www.ua-ambit.org
excelente artículo!!
Una de las cuestiones más importantes es que la otra persona ESCUCHE con todos los sentidos y con Voluntad de estar en Paz!! pues si no existe esto como bien dice la Dra. en este artículo si no existe libertad, no hay Amor, no hay Paz.
Pero Escuchar y tener Voluntad de hacerlo… debe considerarse. Pues aunque se diga «hay que tener paz» sino existen actos para procurar esto… la siguiente vez se raspan más las heridas y ocurre una nueva pelea.
Paz Dios Mio Paz!!
Lo digo sobretodo entre suegra y nuera, Entre la suegra que está ensimismada en querer que el matrimonio de su hijo se realice, actúe y suene con lo que Ella está pensando. Y por eso no escucha, no tiene voluntad, on tiene paz en su Corazon, y por lo tanto cae en pelea! con la que no tiene nada que ver en el asunto… la nuera!