Edith Stein: La primera filósofa Santa y Doctora de la Iglesia

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Greca
Voy a contarte la historia de una mujer exitosa e inteligente, de pensamiento profundo y lógica impecable, que decidió un día buscar la verdad… Y la encontró. Te aseguro que si te haces su amiga, estudias y aplicas sus propuestas para una vida trascendente serás una mujer completa.

Esta mujer del siglo XX que se codeó con los filósofos más importantes en su tiempo, era de lógica imperturbable y una gran científica cuya vida giró en torno a la búsqueda incansable de la verdad ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su fundamento? ¿Dónde está su unidad? ¿Cuál es el sentido de su existencia?

Esta mujer de origen judío fue una estudiante brillante de la fenomenología en la Universidad de Gottiengen y a quien Husserl escogió antes que a Martín Heidegger (uno de los filósofos más importantes del siglo XX) para ser su asistente de cátedra. En 1916 era impensado que una mujer obtenga ésta posición.

De personalidad rotundamente determinante, la tenacidad, terquedad y seguridad en sí misma aseguró que recibiera el título de Filosofía en la Universidad de Friburgo, obteniendo la calificación de “Summa Cum Laude”. Luego Max Séller (que “inventó” el concepto actual que tenemos de los valores), Husserl, Henry Conrad-Martius, Adolf Reinach, Dietrich Von Hildebran y Martin Heidegger serían solo algunos de sus compañeros de trabajo en el cerradísimo círculo de pensadores de la época.

Encantada de presentarlas, presentarlos

Mi amiga, maestra y santa favorita, Edith Stein nació en Breslau, Alemania, de padres judíos. Perdió a su padre teniendo solo dos años por lo que toco a la madre asumir el negocio familiar para sacar adelante a sus hijos. Su madre era una mujer de gran temple y carácter, quién sembró en ella virtudes tan importantes como la templanza, la sinceridad, la disciplina, la laboriosidad y el espíritu de sacrificio.

En la universidad, Stein se declara atea y feminista. Sin embargo, siendo una mujer de fuerte personalidad y muy pasional, tanto como racional, en el fondo de su corazón la semilla de la generosidad (una característica humana más intensa en la mujer) y del servicio a la humanidad, era más fuerte. Estas mismas características fue lo que la llevo a enlistarse en la Cruz Roja como enfermera durante la Primera Guerra Mundial. Sus palabras fueron: “Ahora mi vida no me pertenece. Todas mis energías están al servicio del gran acontecimiento. Cuando termine la Guerra, si es que vivo todavía, podré pensar de Nuevo en mis asuntos personales. Si los que están en las trincheras tienen que sufrir calamidades, ¿porqué he de ser yo una privilegiada?”

Todo esto revela la herencia de una alma buena, que aún no conocía lo que era la gracia de Dios y el sentido de la trascendencia, pero que ante la acción por el bien común de las personas de su pueblo, se autotrascendía. Otros rasgos intrínsecos a su carácter brillaron en ese período como fueron su amabilidad, paz, silencio, servicio y dominio de sí misma. Inclusive en 1915 recibe la medalla “al valor” por su trabajo en el hospital junto a los enfermos. Podemos decir con seguridad que todo el mundo la quería y aunque todavía la luz de la Verdad no reinaba en su alma. Era una mujer buena, una mujer que sin tener idea aún de ello, ya aspiraba a la santidad con todas y cada una de sus acciones.

Tras retornar de la experiencia de guerra, retomó su vida de estudiante, pero las dudas profundas, el hambre insaciable por la verdad volcada a la filosofía y el testimonio de muchos cristianos durante el período de la Guerra, comenzaron a socavar en ella hasta su entonces radical ateísmo. Los diálogos con el filósofo Max Scheller -que paradójicamente se había apartado de la Iglesia- pero sobre todo la lectura de la vida de Santa Teresa de Jesús, terminaron completando la obra que Dios había iniciado en ella: su conversión al catolicismo. Un día y estando en casa de su amiga Hedwig Conrad- Martius accede a la biografía de quien pasaría a ser su maestra de vida interior, Santa Teresa de Jesús. Edith no pudo soltar el libro hasta que terminó de leerlo. Intelectual y lógica como era, leía y analizaba cada página a medida en que se adentraba en su lectura, hasta que finalmente su raciocinio se sometió a la gracia, haciéndola pronunciar aquellas palabras desde su corazón femenino: “Ésta es la Verdad”. A partir de entonces Jesús revolucionaría absolutamente toda su vida.

Edith Stein voluntariamente había dado el gran paso que marca la vida de todo ser humano y le lleva a descubrir el verdadero motivo y sentido de su existencia. A partir de ese momento empezó su incansable estudio por la doctrina católica y el 1 de enero de 1922 recibió el bautismo. Su encuentro con la Verdad, no es algo ocasional, sino que es el fruto de una larga y difícil búsqueda, premiada por sus esfuerzos y su constancia.

Edith Stein vivió en una época de moderna incredulidad, tal y cómo hoy mismo nos pasa a nosotras, siendo testigo de un momento histórico que la llevo a tener esa tensión sostenida entre lo científico y lo religioso. A pesar de la forma tan audaz en que Max Scheller le explicó que sólo la religión hace al hombre lo que tiene que ser, no fue sino hasta el acontecimiento de la muerte del joven filósofo, Adolfo Reinach, y el encuentro con su viuda, lo que hace que esta científica tenga un contacto directo con la esencia de la Verdad y el sentido del sufrimiento. Cuando Edith iba a dar el pésame a la joven viuda, se preguntaba, -¿qué voy a decirle a esta pobre y abatida mujer? La actitud que vio en ella la dejo altamente impresionada, la muestra de su fortaleza. La viuda no lloraba, ni se rasgaba las ropas, fue la forma en la que el misterio de la cruz se le reveló  a partir de ese instante para ella el significado profundo de la Fe adquirió sentido. Edith encontró el verdadero sentido de la vida, del sufrimiento y del servicio, no radicado en el puro humanismo, sino en el descubrimiento de Cristo y su propuesta en torno al significado de ser persona finita y eterna.

Conversión de una mujer intelectual

Luesteingo de esta experiencia escribe: “Este fue mi primer encuentro con la cruz y con la divina virtud que ella infunde a los que la llevan. Entonces vi por primera vez y palpablemente ante mí, en su Victoria sobre el aguijón de la muerte, a la Iglesia nacida de la pasión del Redentor. Fue el momento en que mi incredulidad se desplomó y Cristo irradió, Cristo en el misterio de la cruz”. Al escribir esto, puedo imaginarme a mi amiga Edith, leyendo, reflexionado, rindiendo su corazón al amor. Pero no contenta con esto empieza a leer el Nuevo Testamento. La fenomenóloga brillante, la filósofa convertida en maestra, la atea feminista, quiere rendirse a la gracia, pero atraviesa crisis profundas. Crisis en las que su voluntad se resiste. Crisis de la que nadie es ajeno, como te sucede a ti y a mí. Pero Edith estudia incansablemente “los fenómenos” que se van sucediendo en su alma, se apasiona por “explicar” que es lo que pasa pero no lo logra. Esto la lleva a tener un cansancio crónico pero que finalmente le muestra lo que es el poder de la gracia de Dios en el alma. Ella misma escribe: “Hay un estado de sosiego en Dios, de total relajación de toda actividad espiritual, en el que no se hacen planes ningunos, no se toman decisiones de ninguna clase y , sobre todo, no se actúa, sino que todo el porvenir se deja a la voluntad de Dios, se abandona uno totalmente al destino”. Edith ha descubierto la verdad y se entrega decidida a conocer a Cristo, amar a Cristo, seguir a Cristo. Morir por Cristo.

A partir de su conversión y de la lectura profunda con el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, la filósofa y fenomenóloga vio que era posible que la actividad científica se convirtiera en un verdadero apostolado. Ella misma lo expresa: “Que sea posible dedicarse a la ciencia como servicio divino lo he descubierto claramente en Santo Tomás, y sólo siendo así he podido decidirme a reemprender de Nuevo seriamente el trabajo científico”. Edith se dio a la tarea de traducción del “De Veritate” de Santo Tomás ajustándolo al lenguaje filosófico moderno. Además de esto, reinicia sus conferencias católicas para la mujer y la familia en las cuales predominaba la unidad de pensamiento. En ellas aparece con claridad y sin dualismos de ningún tipo, el gran problema en el desarrollo en plenitud de la vida cristiana con mucho énfasis en la mujer: unir lo espiritual a lo material, lo divino a lo secular, la fe con la cultura, lo eterno a lo temporal. El ser conferencista era una labor vital y de naturaleza apostólica, el vehículo utilizado para llevar el mensaje del amor de Dios en la persona de Jesús a todas las almas. Esto queda escrito en una carta de 1930: “Yo soy solamente un instrumento del Señor. El que viene a mí, hacia Él lo quisiera conducir. Y donde yo percibo que no es así, sino que prima mi interés personal, entonces ya no sirvo como instrumento suyo y tengo que pedirle al Señor que ayude por otros medios. El nunca depende sólo de uno”. Esto me toca de forma especial y profunda, ¿a ti?”

Por fin, después de muchos años y luchas, como las tienes tú y las tengo yo, el sueño profesional de esta mujer se realiza. Es llamada para ser profesora de Pedagogía y Antropología de la Universidad en Munster. Esta vez, sus clases se concentran en la educación de la estructura de la persona dentro del cristianismo y los fundamentos de la formación femenina, exaltando las habilidades de la mujer como educadora y humanizadora de los niños y de la sociedad.

El encuentro con su vocación como Carmelita Descalza es para alucinar

Te he hablado ya amiga mía de Edith Stein, la intelectual, la conferenciante, la mujer, la escritora, la brillante profesional. Sin embargo, en Edith después de su bautismo emergió la seguridad de su vocación hacia la vida religiosa. Ella misma escribía a su hermana Rosa en una ocasión: “Un cuerpo, pero mucho miembros. Un espíritu, pero muchos dones.”

¿Cuál es el lugar de cada uno? Ésta es la pregunta vocacional que seguramente surge después de su encuentro con las obras de Santa Teresa de Jesús. Probablemente leerá a Santa Teresita de Liseux , Sor Isabel de la Trinidad y San Juan de la Cruz. La lectura de ellos le dio las respuestas en torno a que esta llamada no podía ser contestada sólo a base de autoexamen y de un análisis de los posibles caminos que darían un auténtico sentido a su vida. La solución, ahora lo sabía Edith, debe ser pedida en la oración, oración que debe ser diaria, constante, perseverante, incansable hasta escuchar la respuesta. En la vida sacramental, la confesión y la comunión que nos va transformando en imagen y semejanza de Cristo. En muchos casos debe ser buscada a través de la guía de un director espiritual. Francamente para mí, es difícil imaginar a una mujer que con el temple y la tenacidad de su carácter, se someta a la obediencia de una persona. Pero en efecto, ella lo hizo con una humildad apabullante.

Cuando Edith encuentra a Cristo, el sueño profesional desaparece

Las aspiraciones profesionales, pasaron a un plano totalmente secundario cuando Edith decidió, en medio de su silencio interior, escuchar la voz de su corazón, gobernado por su raciocinio, sabía que había sido llamada a abrazar la vida religiosa. Entonces la famosa y brillante conferencista católica, pensadora, maestra universitaria y más, murió para el mundo y pasó a ser parte voluntariamente de un anonimato por tanto tiempo anhelado. ¡Una verdadera locura! Sí, a los ojos del mundo, esta mujer estaba loca.

¿Cómo a alguien se le ocurre renunciar a la fama y el éxito de esa manera? Especialmente después de luchar tanto por unos derechos, por una cátedra universitaria, por ser tratadas desde la igualdad. Ella, que hubiera sido nombrada “Filósofa del siglo XX” si no se hubiera retirado, si no hubiera dado el mismo fiat que en su momento dio la Virgen Santísima. Esta mujer, no sólo conoció a Cristo por medio de Santa Teresa sino también se empapó de las actitudes, luchas, dudas, temores y Fe, de María y San José, padres de Jesús de Nazareth y modelos de obediencia y Fe. De la mano de María Santísima, estoy segura, Edith Stein desapareció de la vida pública y la Orden de El Carmelo, reformado por Santa Teresa, abrió sus puertas a una de las grandes pensadoras de nuestra época.

En el mes de abril del año 1935 emite sus votos y su nombre a partir de ese momento será Teresa Benedicta de la Cruz, la sierva del Señor, la esclava, la misionera, la mártir, la santa. Fue ahí donde concluyo la más admirable y profunda de sus obras, no ya para brillar, sino para obedecer. Comienza un itinerario espiritual con base científica de lo que debe de ser la vida de Fe para el cristiano. Estando en oración en el Carmelo de Echt el 2 de Agosto de 1942 es arrestada por dos oficiales de la Gestapo junto a su hermana Rosa, quién también había entrado a la vida religiosa. Muere en la cámara de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942 ofreciéndose como holocausto para la salvación de las almas y con la oración de un Padre Nuestro en los labios. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común.

El telegrama que Edith había enviado a la Priora de Echt antes de ser evacuada a Auschwitz, contenía esta declaración: “No se puede adquirir la ciencia de la Cruz más que sufriendo verdaderamente el peso de la cruz. Desde el primer instante he tenido la convicción íntima de ello y me he dicho desde el fondo de mi corazón: Salve, oh Cruz, mi única esperanza”.

Su impresionante legado de mujer intelectual

La vida de esta mujer es totalmente apasionante, iluminadora, contundentemente y arrasadora, especialmente para quienes aspiran a una vida intelectual o se aprecian de serlo. La considero tan cercana a mí y una gran mentora , que en diciembre de 2013 estuve en El Carmelo de Colonia en Alemania, St Maria vom Frieden para conocerla y agradecerle personalmente todo lo que había hecho por mí y por las mujeres en el mundo. Ella me enseño que la bondad en el corazón va antes que la sabiduría y que el conocimiento. ¿Acaso no es Jesús el que se proclama a sí mismo como manso y humilde de corazón? Edith Stein, nuestra hermana, representa todo aquello que puede llegar a conseguir una mujer cuando es dócil a la vida, a su naturaleza femenina innata, a las inspiraciones del Espíritu Santo, cuando su raíz es Cristo, algo muy difícil de hacer en una época tan oscura como las que nos ha tocado vivir. Cuestionamos la entrega, el servicio y la obediencia. Personalmente creo en estas cualidades, habilidades, regalos propios para la mujer, porque me considero y la considero elegida específicamente para humanizar la sociedad, tal y cómo los hombres son elegidos para proveer a la sociedad y la familia.

Ha llegado la hora de revolucionar la sociedad con el liderazgo Stein

Hasta hoy Edith o Santa Benedicta de la Cruz, ha permanecido en silencio. Pero su voz empieza a surgir como una nueva estrella entre los santos. Y es ahora porque ante el nacimiento y fuerza de las redes sociales, Su pensamiento sobre la mujer es necesario, urgente, y sólido. Tanto tú, como yo, debemos empezar a presentarla a todas nuestras amigas. Ella es mentora de Dios ante nosotras, seamos nosotras amigas agradecidas, y presentémosla a nuestras amigas, organicemos fiestas para darla a conocer en sociedad, compremos sus libros y hagamos regalos de cumpleaños, de navidad, de amistad, del día de la madre. Organicemos recaudaciones con desfiles de modas bajo su dirección y liderazgo. Dejemos que en este siglo joven en el que vivimos, ella nos enseñe a ser mujeres de la Iglesia. Seguras de sí misma, sin miedo a la cruz, sin asustarse cuando otros te digan ¿cómo es posible que todavía creas en esas cosas? ¿Cómo es posible que alguien tan inteligente como tú se deje someter por la iglesia? Lo hago y lo haces, porque te da la gana, porque quieres, porque es necesario, porque alguien tiene que seguir diciendo SI, yo quiero, quiero ser seguidora de la Cruz y escribir sobre Cristo, María y los Santos en Twitter , Facebook y también Pinterest e Instagram, ¿y qué?

Necesitamos estudiar la filosofía, antropología y espiritualidad católica que nos ha dejado esta gran mujer como herencia, para formarnos a nosotras mismas y para formar a las futuras generaciones de mujeres humanizadoras e iluminadoras, mártires de la sociedad. Especialmente nuestras niñas, nuestras jóvenes, no debemos olvidar sus palabras: “todo el pueblo tiene necesidad no sólo de lo que tenemos, sino también de lo que somos”. “Nada nos hace hoy más falta -declara- como el bautismo de espíritu y de fuego”. Somos Hijas de la Iglesia: servidoras, esclavas y mártires. A mí no me da miedo, ¿a ti? Y tengo que confesarte que me visto de Tory Burch, Last Call y si pudiera de Prada y hasta Valentino. No he dejado de ser mujer, adoro la moda y la belleza así como lucho por ser santa como Edith Stein Cada día”.

En el gran combate entre Cristo y Lucifer, han de formar el frente aquellos que están llamados a formar hombres ¿Quiénes sino nosotras las mujeres? Esta gran y valiente mujer, maestra de vida intelectual y profunda metanoia espiritual te propone ser más mujer en el siglo XXI, desde una vida de libre pensadora, de viva Fe, de normas sacramentales en la comunión, el rezo del Rosario, la oración y el sacrificio . Morir a uno mismo, es la clave. La amplitud en el corazón, el despojo del qué dirán, paz, vacío de sí mismo, calor humano y claridad en la forma en la que quiero ser y amar, son las condiciones que Edith considera necesarias para poner en alto la vocación al amor cristiano, ese amor que nos enseño Jesús, José y María, padres fundadores de la orientación familiar. Tómalo en cuenta.

Sólo en el corazón receptivo, vacío y sosegado puede penetrar la gracia para hacer de la mujer lo que debe ser. Piensa pues amiga, si tu alma está verdaderamente anclada en Jesús, José y María, lo eterno, pues sólo de esta manera podrás dar al mundo lo que recibas de tu amistad con ellos. No importa tu edad, tu religión, tu estado civil y que tan profesional y ejecutiva seas, lo importante es que lo cuestiones, lo pienses, lo reflexiones y des el paso que te llevará a iluminar el mundo con la luz de la verdad. Como lo hizo Edith, nuestra hermana, mi amiga y mentora Edith Stein: Santa Benedicta de la Cruz.

¿Te gusto el artículo? Ahora invítame a dar esta conferencia a tu grupo. Escríbeme a sheilamorataya@yahoo.com y pongamos de moda a Edith Stein. Te dejo más páginas web y artículos para que puedas consultar su biografía.

  • http://www.edith-stein-archiv.de
  • Ciencia de la Cruz, Edith Stein, ahora que son las 12, Eduardo Gil de Muro.
  • Una espiritualidad para hoy según Edith Stein, Fco Javier Fermin.
  • Edith Stein Modelo de Mujer Cristiana, Fco Javier Sancho Fermin.
  • Autorretrato Epistolar (1916-1942), Cartas.
  • Estrellas Amarillas:Autobiografía: Infancia y Juventud.
  • La Mujer por Biblioteca Palabra.
  • Edith Stein Obras Selectas por Javier Sancho.

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
Compra mi libro «El espejo : ámate tal como eres»


Sheila Morataya es la Editora de la sesión de la mujer desde la creación de encuentra.com Es psicoterapeuta, coach de vida y talento para la radio y la televisión en los Estados Unidos. Actualmente es Productora Ejecutiva para Relevant Radio en español en los Estados Unidos. Autora de 6 libros entre ellos «El espejo: ámate tal como eres».

Cuando no está trabajando puedes encontrarla sembrando flores, dando clases de desarrollo personal a jovencitas o cocinando para su familia. Puedes escribirle a  sheila@sheilamorataya.com


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