Santoral 7 de noviembre | San Ernesto, San Engelberto y Beato Francisco Palau y Quer

San Ernesto (+ 1147) 

En su juventud ingresó en la abadía de Zwiefalten, en el lago Constanza, donde gobernó como abad seis años. En 1146 Ernesto presentó su dimisión para embarcarse en la segunda Cruzada, uniéndose a las tropas alemanas del emperador Conrado III.  Al despedirse dijo a sus hermanos:  “No cuento con volver a veros aquí abajo porque Dios me manda derramar mi sangre por Él”, y efectivamente, Ernesto derramó su sangre por Cristo. 

San Engelberto  (1185-1225)

Era descendiente de la familia de los duques de Berg, en Swelm, Alemania.   Inteligente, valiente, hábil y de modales irreprochables, desempeñó con perfección los altos cargos que siempre había ambicionado. Desde los 14 años se prometió a sí mismo ser algún día arzobispo de Colonia, la más rica de las diócesis alemanas.  Lo logró a los treinta y dos años con el apoyo del papa Inocencio II.  Gobernó sabiamente su grey, obligando a los clérigos a vivir como buenos cristianos, impidiendo a los señores rapiñar los bienes de la Iglesia y favoreciendo el apostolado de las nuevas órdenes, dominica y franciscana.  En 1220, Federico II, le confió el gobierno de la parte cisalpina del Imperio.  Cinco años más tarde, después de llegar a Swelm para consagrar ahí una iglesia, Engelberto fue asesinado por uno de sus primos, que era ladrón de bienes eclesiásticos y que no estaba dispuesto a restituir nada.  Enterado de que Engelbero había sido acuchillado en un bosque, el pueblo alemán, aterrado y sacudido de dolor, le otorgó la corona del martirio y desde entonces el martirologio romano hace otro tanto.

Beato Francisco Palau  y Quer (1811-1872)

Nació en Aytona, Lérida, España, en el seno de una familia numerosa y piadosa de campesinos. Ingresó en el seminario de Lérida  y luego hizo el noviciado con los carmelitas descalzos de San José de Barcelona, pero, por haber sido clausurado su convento, fue ordenado en Barbastro el 2 de abril de 1836. Fue desterrado por el gobierno liberal por haber fundado una escuela pionera en la catequesis de adultos. Permaneció en el destierro seis años y recobrada su libertad, se entregó con entusiasmo al servicio de la Iglesia en diversos campos.  

Gran amante de la Iglesia, prosiguió la defensa de sus intereses a través de la prensa y la pluma.  Fundó el Carmelo Misionero que perdura hoy en las dos congregaciones:  Carmelitas Misioneras y Carmelitas Misioneras Teresianas.  

Incomprensiones y persecuciones difilcultaron los postreros años de su entrega sacrificada al servicio de los marginados de Barcelona.  

Fue beatificado por Juan Pablo II en Roma, el 24 de abril de 1988.

* Reza hoy una oración por la paz.

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