Lucas 21, 12-19
Autor: Pablo Cardona
«Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, llevándoos ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: esto os sucederá para dar testimonio. Determinad, pues, en vuestros corazones no tener preparado cómo habéis de responder; porque yo os daré palabras y sabiduría que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados incluso por padres y hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados por todos a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». (Lucas 21, 12-19)
1º. Jesús, pocos días antes de tu pasión quieres avisar a tus discípulos que la vida del cristiano no es una vida fácil: es una vida exigente, que no se adapta a las debilidades personales ni a las concepciones culturales; es una vida que va a chocar con el éxito de vida pagana de cada tiempo histórico.
Por ello, el cristiano va a ser perseguido y odiado, incluso por familiares y amigos, al igual que te persiguieron y odiaron a Ti.
Jesús, en la última cena, cuando recuerdas a los apóstoles los mandatos más importantes y les hablas con mayor intimidad que nunca, les vuelves a hacer la misma advertencia: «No es el siervo más que su Señor. Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán» (Juan 15,20).
Quieres que estén preparados «para dar testimonio».
El cristiano ha de ser la sal de la tierra y la luz del mundo, dando testimonio con su vida mortificada y alegre de la fe que profesa.
«Y como les había hecho encargos de gran importancia, queriendo animarles les dice: Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación de los siglos. Como diciendo. No digáis que es difícil cumplir lo que hago fácil. Y no dijo que estaría sólo con ellos, sino con todos los que creyeron después de ellos, ya que los Apóstoles no iban a vivir hasta el final de los tiempos» (San Juan Crisóstomo).
Jesús, aunque dar testimonio cristiano puede resultar difícil en ocasiones me aseguras que Tú estarás siempre a mi lado: «Yo os daré palabras de sabiduría que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios».
Porque no voy a convencer a los que me rodean a base de argumentos teóricos o fórmulas matemáticas, sino por la atracción y el ejemplo de una vida entregada a Dios y a los demás: una vida sencilla, alegre, llena de sentido.
Esas son las «palabras» que Tú me das con tu gracia -tu vida en mí- y que nadie puede contradecir.
2º.¿Que cuál es el secreto de la perseverancia? El amor. Enamórate, y no «le» dejarás» (Camino.-999).
Jesús, la decisión primera de seguirte es atractiva y emocionante, como lo es el primer amor.
Tú me amas hasta el punto de morir por mí, y me pides que te siga, que sea tu discípulo: que viva realmente como un cristiano.
¿Qué alma joven, decidida y generosa va a negarse ante esta llamada que toca de lleno al corazón?
¿Quién va a quedarse hundido en sus cosas, cuando hay tanto por hacer?
Sin embargo, hoy me recuerdas, Jesús, que el camino no es cuesta abajo ni está exento de peligros.
Seguirte a Ti comporta tomar la cruz, y aguantar la pendiente y el mal tiempo.
Porque no somos plantas de invernadero que se refugian en un entorno cerrado: sino que estamos en medio del mundo, al alcance de los enemigos de Dios.
«Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá».
Jesús, me avisas de las dificultades, no para que me vuelva atrás, sino que para que -confiando siempre en Ti- persevere en el camino.
«Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Y¿cómo voy a perseverar a pesar del cansancio y de las contradicciones?
Enamorándome cada día más de Ti: Enamórate, y no «le» dejarás.
Ayúdame a tratarte de tal modo en mi oración personal, cada día, que me sienta ligado a Ti -como la hiedra se adhiere a la pared, dice una canción- por amor.