Buenas vibras y oración

Oscar Ibáñez

Mientras escuchaba el sermón de un sacerdote que nos prevenía sobre pláticas que a veces se venden, por cierto a muy alto precio, sobre las chacras, las energías, las buenas vibras y cosas por el estilo, caí en cuenta de la diferencia entre la buena vibra y la oración. Cuando se asumen ciertas filosofías e incluso religiones que establecen relaciones espirituales con componentes de la misma persona, como la energía, se puede terminar tratando de crecer espiritualmente solo a través de sí mismo.

La oración es una manera de relacionarnos con otra persona, o con otras personas, esa es la diferencia fundamental, y efectivamente, por eso la oración presupone la fe en otro, y si la fe es débil o simplemente no existe, la oración termina siendo un simulacro, o un autoengaño. La oración es una conversación, qué puede darse en distintos niveles y con distintos énfasis.

Pensemos en la lectura en que Abraham abiertamente se pone a regatear con Dios la salvación de Sodoma y Gomorra. (Génesis 18, 20-21, 23-32) Esa es una oración, Abraham, en confianza, platicando y negociando con Dios, su certeza es absoluta. Al escuchar la lectura uno no piensa que Abraham está haciendo oración de intercesión, no, uno simplemente escucha el cuidadoso diálogo de Abraham usando todas sus habilidades de mercader, para tratar de salvar a las ciudades por medio de los justos. Eso es una oración que parte de la certeza del diálogo con otra persona, con Dios Padre.

Jesús enseña a orar a los discípulos con el Padre Nuestro, (Lucas 11, 1-13) nuevamente, el presupuesto es creer en y dirigirse a su Padre Dios, de otra manera NO tiene sentido rezar el Padre Nuestro. Luego Cristo explica como el Padre escucha la oración insistente –como la de Abraham-, y nos asegura que el Padre siempre nos da cosas buenas. El problema pues, está en creer que existe el Padre, para que tenga sentido el que nosotros conversemos con esa Persona de la Santísima Trinidad.

Y lo mismo podríamos decir de la presencia de Cristo en la Eucaristía mediante la acción del Espíritu Santo. Si de verdad creemos en estas otras dos Personas de la Divina Trinidad, entonces tiene sentido nuestro diálogo eucarístico, donde nos ofrecemos a Dios Padre y al mismo tiempo le pedimos nos transforme, pero si no creemos, difícilmente seremos transformados.

Y así podemos continuar, ¿cómo aceptar el reto que nos plantea el Papa Francisco de llevar el Evangelio a las periferias existenciales, a los pobres, a los más alejados de la Iglesia, si no creemos en la Persona del Espíritu Santo? ¿Si no creemos que Dios nos dará a través de esa Persona la gracia necesaria para hacer milagros y dar testimonio cristiano?

Desear buena vibra, es una manera muy informal de relacionarnos con los demás y además sin compromiso. Si de verdad queremos comprometernos con los demás, hay que echar mano de nuestro poder de ser Hijos de Dios, pedir a las tres Divinas Personas su intercesión, con confianza, seriedad e intensidad.

Sabemos que los problemas del mundo rebasan nuestras fuerzas. Si creemos en la comunión de los santos, pidamos ayuda en serio a los amigos de Dios, a su Madre para involucrarlos en las realidades que día a día afrontamos.

La clave de la oración está en fortalecer la relación con las Personas en quién decimos creer, pero que muchas veces relegamos, al grado de convertirlos en simples figuras de barro ante quién nos postramos, en lugar de hablarles y tratarlos como las Personas vivas que son.


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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Un comentario

  1. Estimado Oscar:
    Soy de Lima-Perú y me ha gustado mucho su artículo. Quería comentarle que aquí en mi país desde hace unos años se usa mucho que para desearle a alguien que le vaya bien pues se dice «te envío todas mis vibras positivas» o «las mejores vibras para tí». Yo no comparto esta nueva costumbre por decirlo así porque siento que es una expresión muy de la Nueva Era, de creer en el poder de la energía, de sentirse poderoso y creerse capaz de sanar o lograr algo solo con el poder de mi voluntad y sin necesidad de Dios. Creo que sin querer muchos católicos pecan de arrogantes al decir esas palabras, quizás la ignorancia, la falta de información o el hecho de querer seguir como corderitos a esta loca sociedad les hace aceptar semejante disparate.
    No sé si en México también ocurre esto, pero es muy triste ver como tanto católico se deja llevar por estas ideas New Age y poco a poco van perdiendo la comunicación con Dios y la fe en que de Él dependemos todos sin excepción y en sus manos debemos depositarnos. Estas ideas que han entrado con fuerza en nuestra sociedad reducen todo a solo una fe en sí mismo.
    Que Dios lo bendiga e ilumine para siga compartiendo con nosotros artículos como este que nos sirven de mucho y nos invitan a la reflexión. Un abrazo en Cristo desde Perú =)

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