Dios enaltecedor

Tratado VI

1. Dios hace al hombre capaz de dones sobrenaturales

2. Dones concedidos

1. Dios Enaltecedor

-El Hombre posee una capacidad de recibir los dones sobrenaturales

-Es capaz de poseer y gozar los bienes sobrenaturales

-Es capaz de poseer la vida divina

-Dios elevó al hombre al estado sobrenatural

-Así elevado se aproxima al plano de lo divino

-Estos dones sobrenaturales son la gracia, las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo

-El hombre posee un capacidad receptiva de los dones sobrenaturales.

Dones sobrenaturales son aquellos que exceden y trascienden a los dones propios de la naturaleza humana. (v. gr. la gracia en el hombre).

…nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina… (2 Pe. 1, 4).

Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es (1 Jn. 3, 2).

-Dios ha creado al hombre capaz de poseer y gozar los bienes sobrenaturales.

Los bienes sobrenaturales son fundamentalmente la gracia en esta vida y la gloria en la bienaventuranza eterna.

E irán los justos a la vida eterna (Mt. 25, 46).

…y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida,… (Jn. 5, 29).

Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo (Jn. 17, 3).

Mas bien, como dice la Escritura, anunciamos: lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman (1 Cor. 2, 9).

Ahora vemos en un espejo, confusamente. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo imperfecto, pero entonces conoceré como soy conocido (1 Cor. 13, 12).

Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejante a Él, porque Le veremos tal cual es (Jn. 3, 2).

-El hombre, además de su vida natural propia de su organismo fisiológico, es capaz de poseer una vida sobrenatural y divina propia de su organismo espiritual, nutrida por la Palabra y por la vida de Dios.

Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt. 4, 4).

Entonces Jesús dijo: «…Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia…» (Jn. 10, 10).

-Dios elevó al hombre al estado sobrenatural.

…reinó la muerte desde Adán hasta Moisés… (Rom. 5, 14).

Por tanto, como por un sólo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron;… (Rom. 5, 12).

Aclaración. La entrada de la muerte en el mundo y con la muerte la pérdida de los dones sobrenaturales, son señal de que antes los poseyó.

…del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad (Ef. 4,24).

-El hombre, elevado a la altura del orden sobrenatural, se aproxima al plano de lo divino.

Y creó Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios le creó;… (Gén. 1, 27).

¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un Dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies (Sal. 8, 5-7).

…dióles también poder sobre las cosas de la tierra. De una fuerza como la suya los revistió, a su imagen los hizo (Si. 17, 2-3).

-Los dones sobrenaturales con los que Dios elevó al hombre al orden sobrenatural son: la gracia santificante, las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo.

a) -La gracia santificante.

…nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina,… (2 Pe. 1, 4).

-Por la gracia, el hombre se hace Hijo de Dios.

Había dicho yo: «Vosotros dioses sois, todos vosotros hijos del Altísimo» (Sal. 82, 6).

El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Rom. 8, 16).

-Por la gracia de Dios, el hombre se hace justo y santo y templo de Dios.

¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (1 Cor. 3, 16).

¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros,…? (1 Cor. 6, 19).

Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (1 Jn. 4, 16).

b) -Las virtudes sobrenaturales.

El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo (Rom. 15, 14).

Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, éstas tres (1 Cor. 13, 13).

c) -El Espíritu Santo con sus dones.

…nadie puede decir: «¡Jesús es el Señor! sino por influjo del Espíritu Santo (1 Cor. 12, 3).

A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otro, carisma de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad (1 Cor. 12, 7-11).

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2. Dios Enaltecedor. Dones concedidos

-Dios elevó nuestros primeros padres al orden sobrenatural

-Esta elevación fue inmerecida y gratuita

-Adán y Eva poseyeron la gracia santificante

-En el alma de Adán y Eva inhabitaba la Santísima Trinidad

-Poseían el don de la Integridad

-Necesitaban alimentos para conservar la vida

-Poseían el don de la impasibilidad

-Poseían dominio perfecto sobre todos los animales

-Poseían la ciencia infusa

-En el estado de justicia original la naturaleza humana se hubiere transmitido igual que ahora

-Si Adán y Eva no hubiesen pecado no habrían heredado los dones de justicia original

-Dios elevó a nuestros primeros padres Adán y Eva y a todos los hombres al orden sobrenatural.

Y los bendijo Dios y les dijo: «Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla; dominad en los peces del mar, en las aves del cielo y todo animal que serpea sobre la tierra (Gén. 1, 28).

Estaban ambos desnudos, el hombre y la mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro (Gén. 2, 25).

Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Pues eres polvo, y al polvo tornarás (Gén. 3, 19).

Yo he venido al mundo para que tengan vida y la tengan abundante (Jn. 10, 10).

La Ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia; así lo mismo que el pecado reinó en la muerte, así también reinaría la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor (Rom. 5, 20-21).

Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo (1 Cor. 15, 22).

Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo… (2 Cor. 5, 18).

…revestíos del hombre nuevo, creado según Dios, en la justicia y en la santidad de la verdad (Ef. 4, 24).

Pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos (Col. 1, 19-20).

Aclaraciones. Del texto Gén. 1, 28, se deduce el trato familiar y amistoso con Dios; del segundo, Gén. 2, 25, que eran tan inocentes que no se avergonzaban de su desnudez; y del tercero, que vivían inmunes de la muerte puesto que se la impuso Dios como castigo de su pecado. Estas tres prerrogativas suponen en el hombre un estado que rebasa la simple naturaleza humana, es decir, el estado sobrenatural.

-La elevación de la naturaleza humana al estado de justicia original fue inmerecida y gratuita.

…porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rom. 5, 5).

…nos ha llamado por su propia gloria y virtud, por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina… (2 Pe. 1, 4).

Aclaración. Si el Espíritu Santo se nos ha dado gratis, asimismo los demás dones que proceden de Él, se nos han dado también gratis.

-Adán y Eva poseyeron la gracia santificante antes del pecado, en el estado de justicia original.

Por tanto, como por un sólo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron… (Rom. 5, 12).

Si por el delito de uno sólo murieron todos ¡Cuánto más la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un sólo hombre Jesucristo, se han desbordado sobre todos! (Rom. 5, 15).

-En el alma de Adán y Eva, en el estado de justicia original, inhabitada la Santísima Trinidad como en un templo.

Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él haremos morada en él (Jn. 14, 23).

¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros? (1 Cor. 3, 16).

Aclaración. Es evidente que estos textos no se refieren sólo a los justos del Nuevo Testamento, sino también a nuestros primeros Padres justos por el estado de justicia original.

-Nuestros primeros Padres poseían el don de la integridad, en el estado de justicia original.

Integridad es la inmunidad de la concupiscencia desordenada.

a) -Antes del pecado.

Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro (Gén. 2, 25).

b) -Después del pecado.

Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera, se hicieron unos ceñidores (Gén. 3, 7).

Dios replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí comer? (Gén. 3, 11).

Aclaración. Si antes del pecado no se avergozaban el uno del otro, y después sí, es porque estaban exentos de cualquier movimiento desordenado de la concupiscencia.

-Adán y Eva, aunque en el estado de justicia original poseían el don de la integridad, sin embargo necesitaban alimentos para conservar la vida.

Dijo Dios: Mirad que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre el haz de la tierra y todo árbol que lleva fruto de semilla; eso os servirá de alimento (Gén. 1, 29).

Aclaración. Dios dio al hombre poder de comer los frutos de la tierra y de todos los árboles del paraíso, y los puso a su disposición para que saciaran su necesidad de alimentarse.

-Adán y Eva poseían el don de la impasibilidad en el estado de justicia original.

Impasibilidad es la inmunidad de todo dolor de alma y cuerpo.

La Sagrada Escritura no lo dice expresamente, pero se puede deducir con bastante claridad de los siguientes textos:

A la mujer le dijo: Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con trabajo parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará (Gén. 3, 16).

…maldito sea el suelo por tu causa; con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la yerba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo pues de él fuiste formado (Gén. 3, 17-19).

Aclaración. Las penas del cuerpo son castigo del pecado, y por lo mismo, antes del pecado no existían en nuestros primeros padres.

-Nuestros primeros Padres poseían un perfecto dominio sobre todos los animales.

Dijo Dios: hagamos el hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza, y dominen en los peces del mar, en las aves del cielo, en los ganados y en todas las alimañas, y en toda sierpe que serpea sobre la tierra (Gén. 1, 26).

…llenad la tierra y someterla; dominad en los peces del mar, en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra (Gén. 1, 28).

-El primer hombre Adán poseía la ciencia infusa recibida de Dios.

La ciencia que poseía no era adquirida, sino infundida por Dios, y comprendía la ciencia de Dios, de la ley moral, de la naturaleza física de las cosas, de los misterios recónditas de la naturaleza, de las propiedades de los elementos de la creación, etc.

La ciencia infundida por Dios excluye la ciencia angélica, los futuros libres y todo lo que excede al conocimiento humano.

Y Yahvéh formó del suelo todos lo animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver como los llamaba, y para que cada ser viviente tuvieses el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo… (Gén. 2, 19-20).

Llamó a los animales por sus nombres después de conocer sus propiedades, lo cual demostraba la ciencia perfecta de la naturaleza de los animales.

Dijo Dios: Mirad que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de la tierra y todo árbol que lleva fruto de semilla: eso os servirá de la alimento (Gén. 1, 29).

Tomó pues Yahvéh Dios al hombre y le dejó en el jardín del Edén, para que lo labrase y cuidase (Gén. 2, 15).

Sobre toda carne impuso su temor para que dominara a fieras y volátiles. Les formó boca, lengua, ojos, oídos y un corazón para pensar. De saber e inteligencia los llenó, les enseñó el bien y el mal. Puso su ojo en sus corazones, para mostrarle la grandeza de sus obras (Si. 17, 4-8).

Aún les añadió el saber, la Ley de vida dióles en herencia (Si. 17, 11).

La ciencia fue infundida por Dios ya que no les dio tiempo de adquirirla con su esfuerzo y experiencia.

-En el estado de justicia original la naturaleza humana se hubiera transmitido también por generación natural, exactamente igual que ahora.

Al presentar Dios la primera mujer al primer hombre, la primera palabra que pronunció sobre ellos: fue ésta:

«Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y someterla…» (Gén. 1, 28).

De manera que antes de cometer el pecado, instituyó Dios el matrimonio como contrato natural y les mandó que propagaran la especie, que se reprodujeran.

-Si nuestros primeros Padres no hubiesen pecado, los descendientes hubieran heredado los dones del estado de justicia original sobrenaturales y preternaturales.

Se exceptúa el don de sabiduría o ciencia infusa que era estrictamente personal.

y como vieses la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores…

…Enemistad pondré entre ti y mujer y entre tu linaje y su linaje… (Gén. 3, 6-7) y (Gén. 3, 15).

…entre ellos vivíamos también nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza como los demás, a la Cólera… (Ef. 2, 3).

Consta con toda claridad que la pérdida de la justicia original y con ella de los dones sobrenaturales y preternaturales, fue por el pecado de nuestros primeros padres. Por tanto, de no haber pecado, no se hubieran perdido, sino que se hubiesen heredado tales dones.

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