Los contenidos de la TV

Horario y contenido pactado

Una familia que desea transmitir una educación en valores a sus hijos tiene que tener verdadero cuidado con los contenidos de la televisión. Por esto, recordamos que no se ve televisión sino que se ven programas, previamente escogidos. Y también que las imágenes quedan profundamente grabadas y que influyen en nuestros hijos e hijas con mucha fuerza. Es aconsejable pactar con ellos o ellas el horario y la cantidad de tiempo que es conveniente dedicar. Hay que prever los programas que se verán.

No mirones pasivos

El gran reto de los padres y madres de hoy es conseguir convertir al espectador, no en un simple consumidor de productos televisivos, sino en un usuario; un usuario con capacidad crítica. Conviene dar criterio y aconsejar la necesidad de no ver según qué programas: programas que tratan de violencia, de pornografía, los llamados \\’\\’basura\\’\\’, que presentan modelos de personas con ciertos desequilibrios que no son ejemplares para nuestros niños o jóvenes. Es preocupante que las franjas horarias de la programación infantil hayan ido desapareciendo de la programación. Los impactos de violencia que se reciben son cada vez más frecuentes. Según estudios realizados a España, niños de 5 a 10 años consumen, al largo de un año 2.000 actos violentos. ¿Podríamos influir en la supresión de según qué programas y que los dirigentes de las televisiones públicas y privadas recordaran que la programación debería ayudar al perfeccionamiento de la persona y a su dignidad, informando, entreteniendo y educando en valores humanos…?

Conocer lo que pasa

Los mensajes que nos llegan están normalmente impregnados de hedonismo, dónde sólo se busca la satisfacción inmediata, y de materialismo, dónde sólo se valora la utilidad y el confort como medida de felicidad. Este fenómeno repercute en nuestra juventud, sutilmente manipulada y conducida en algunos casos (quizás por carencia de formación y de educación en valores humanos y espirituales) a ser víctimas del alcohol, de la droga y de otras dependencias malsanas para buscar un placer inmediato. Todo puede conducir a un deseo desenfrenado para conseguir más cosas materiales. Con palabras del Santo Padre Juan Pablo II: \\’\\’con un estilo de vida orientado a tener y no a ser, y que quiere tener más no para ser más, sino para consumir la existencia en un deleite que se propone como fin él mismo\\’\\’. Estos mensajes también los encontramos en la publicidad, especialmente dedicada a la juventud, más vulnerable y con dificultad para saber distinguir.

No permitir que se acostumbren

Nos encontramos también por desgracia con una televisión con poco nivel cultural, que no fomenta la sensibilidad por la belleza, para hacer el bien, para amar la verdad, por la reflexión, ni por la contemplación de hechos que animen a llevar a término actos de generosidad a nuestros adolescentes, cargados de grandes ideales en su corazón. Las programaciones dedican muchas horas a la prensa del corazón, a hacer famosas personas con vidas poco edificantes y a debates, con temas frívolos y sin ningún contenido trascendente. Lo que priva actualmente es, muchas veces, la vulgaridad y la carencia de respeto entre los participantes, y pobreza en el lenguaje. También hay escenas que afectan la sensibilidad de nuestros hijos y hijas. El problema grave sería que se acostumbraran a verlas sin que los impresionaran. Debemos de estar dispuestos en este espacio de la educación de nuestros hijos, buscando otras alternativas divertidas e instructivas a la vez y adhiriéndonos a campañas de protesta, que busquen la mejora de la programación de las televisiones.

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