¿A los adultos nos cuesta hacer amigos? Aquí tienes 7 consejos prácticos

Un amigo es un tesoro, pero tal vez no nos resulta fácil conseguirlo en la madurez. Descubre qué aspectos puedes poner en práctica para lograr encontrarlo (y cuidarlo).

Cuando somos pequeños, parece que los amigos nos vienen de serie: en el parque infantil, en la guardería, en la escuela, en el barrio… Todo va rodado para que encontramos a personas que tienen en común la edad, el lugar de residencia, el curso de estudios… Casi de forma espontánea vas acercándote a los niños y niñas de tu alrededor y se forja una relación a través del juego, de las palabras y los primeros sueños compartidos.

En la adolescencia cuesta más dar el primer paso porque el muchacho o la muchacha suelen preguntarse demasiado qué piensan los demás acerca de ellos, tienen miedo a meter la pata y quedar mal, pero con todo hay una chispa de luz que hace que todo eso se supere y se conecte en el aula, en el descanso, en el bar, en el deporte, en las actividades extraacadémicas, etc.

Así uno va llenando su mochila personal de amigos que es posible que lo sean para toda la vida. Sin olvidar que en esa categoría de amigos también cuentan los familiares, como por ejemplo los primos, que no suelen vivir en casa pero con los que se establecen lazos de compañerismo fuertes y duraderos.

Sin embargo, ¿qué hacer cuando una persona llega a la edad adulta y ve que le está resultando difícil hacer amigos? Puede que no sea un problema de carácter sino de circunstancias: menos tiempo libre, más dedicación al trabajo profesional, más responsabilidades…

¿Por dónde empezar si quieres tener amigos? A continuación dispones de algunas sugerencias que te ayudarán a despejar problemas y llegar a la amistad verdadera. Pero antes, una cuestión fundamental: SÍ es posible hacer amigos en la edad adulta. Borra esa barrera mental que te dice que a tu edad ya no se pueden generar nuevas amistades.

Crea lugares de encuentro

Tal vez no dispongas de mucho tiempo extra, pero se trata de dar un brillo nuevo (como a los zapatos) al lugar de trabajo, a los clientes, a los proveedores, a los vecinos. En tu rutina habitual seguramente hay personas (a no ser que seas buzo en la Antártida). Muchas o pocas, eso da igual, porque la amistad no es una cuestión de cantidad sino de calidad. De momento, piensa en los de tu entorno.

Si además dispones de tiempo, plantéate hacerte de una organización con la que compartas valores, un club deportivo, una asociación, un voluntariado. Eso de facilitará encontrar a otras personas que buscan lo mismo que tú y ya de entrada tendréis un tema de conversación que os une.

Muestra interés verdadero por las cosas de la otra persona

Antes de esperar algo a cambio, plantéate conocer a las demás personas. Eso significa dedicar tiempo a la conversación y, sobre todo, escuchar. Valora lo que el otro te explica y agradece su presencia en una reunión o en una salida esporádica. La psiquiatra Marian Rojas, en su libro «Cómo hacer que te pasen cosas buenas», afirma que «una de las mayores gratificaciones de la vida radica en relacionarse y sentirnos queridos». Para hacer que los demás se sientan apreciados, hay que tener detalles que manifiesten que les hacemos caso y nos acordamos de sus cosas: la salud de algún familiar, su equipo del alma, sus preferencias profesionales, una noticia de actualidad…

Existe vida más allá de Instagram y Facebook

Los «likes» sin más son de adolescente. Para forjar una amistad en la vida adulta es necesario dar un paso más y conocer poco a poco a la otra persona. A veces basta una conversación para llegar a temas profundos, en cambio en otras ocasiones la amistad se esculpe, poco a poco y con cuidado. Cada persona es diferente, tiene su temperamento, su carácter y su «mochila» de experiencias previas. Pero eso no tiene que ver solo con el otro, sino también contigo mismo: en la amistad verdadera, uno escucha y atiende pero también se abre para dar a conocer su interior.

No pongas la barrera de los prejuicios

Elimina pensamientos de precaución inconsistentes, basados en diferencias sociales, de raza o religión. La amistad verdadera está por encima de eso. Si eres selectivo con criterios inadecuados, nunca llegarás a conocer a esa persona y tal vez pierdas una gran oportunidad.

No busques beneficio

Un amigo no lo es porque de él puedas sacar un rendimiento económico o social. Es muy doloroso descubrir que alguien nos tenía en su círculo de amistades por conveniencia. Mejor acércate desinteresadamente y da pruebas de ello: sé generoso con tu tiempo, deja que sean los demás los que brillen…

Busca amigos que sean mejor persona que tú

Pero no hagas de eso un lema sectario. Todos tenemos amigos que nos necesitan para mejorar en algún aspecto. En la vida, vamos a encontrar a personas que tal vez necesiten de nuestro hombro para llorar o para sanar heridas del pasado. No los dejes a un lado.

Hazte capaz de admirar a los demás

Tal vez la vida adulta te ha puesto encima una capa de escepticismo. Las malas experiencias a veces nos han borrado la inocencia y la ingenuidad de golpe y ya no queremos caer en la trampa nunca más. Eso es cierto solo en parte. Crecemos en prudencia pero también debemos crecer en generosidad de espíritu.

La confianza es vital para cimentar una amistad. Algo que te ayudará a tenerla es tratar de descubrir los puntos positivos de las demás personas y hablar de ellos a terceros. No se trata de halagar desmesuradamente o mentir para captar amigos, sino de hablar con franqueza sobre lo que vamos aprendiendo del amigo o amiga.

Dolors Massot
es.aleteia.org

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