San Quintín (+287)
Fue Quintín hijo de un senador romano muy apreciado por el pueblo. Fue bautizado por el Papa San Marcelino y cuando el Papa San Cayo organizó una expedición de misioneros para ir a evangelizar a Francia, Quintín fue escogido para formar parte de este grupo de evangelizadores. San Quintín se dedicó con tan grande entusiasmo a predicar en Amiens, que muy pronto fue una de las iglesias más fervorosas del país. También había recibido este santo el don de sanación y un poder especial para alejar los malos espíritus.
Los sacerdotes paganos se empezaron a quejar con el gobernador Riciovaro de que sus templos se iban a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicando y haciendo prodigios. Este gobernador, después de echar en cara a Quintín el que un hijo de noble senador predicara la religión de un crucificado, y de no poder convencerlo de dejarla, lo mandó torturar cruelmente y luego decapitar.
San Nicolás De Quíos (+1754)
Oriundo de Quíos, era albañil de profesión y borracho inveterado. Un día que llegó a su trabajo bastante bebido, lo convencieron sus compañeros turcos de convertirse al islam. Sin embargo, Nicolás sentía remordimientos por su apostasía, que ahogaba en vino, hasta el día en que conoció a un buen sacerdote que le sacó del alcoholismo y lo ayudó a volver a su religión. Cuando se enteraron los turcos, lo llevaron ante un juez, que ante su negativa de apostatar por segunda vez, le hizo cortar la cabeza.
San Wolfgang (927-994)
Este santo obispo austriaco decía con frecuencia estar agradecido con sus padres por haberle llamado Wolfgang, es decir, “el que anda como un lobo”, pero agregaba: “Sólo corro detrás de los corderos para alimentarles y no para comérmelos”. Después de haber sido profesor en Tréveris, se hizo benedictino en Einsiedelnn. Fue luego designado para ocupar la silla episcopal de Ratisbona. Por su celo, sus talentos y la santidad de su vida, su obispado dejó un recuerdo extraordinario. Este santo, amable e indulgente, transformó su diócesis por completo, y de modo especial, el clero. A él se debe también el mérito de haber dado formación moral y espiritual al emperador San Enrique II.
San Jerónimo Hermosilla (1800-1861)
Obispo dominico español, misionero en Tonquín, Vietnam, donde recibió el martirio después de haber sido torturado en una jaula de 1.20 m de altura.