No es ninguna santa la muerte

Recordemos que sólo la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, tiene la facultad de proclamar la santidad de una persona. Cuando popularmente se tiene a un difunto como santo que no ha sido reconocido por la Iglesia, puede ser que:

1. La devoción de la gente acierte y años más tarde el difunto sea oficialmente reconocido por la Iglesia como santo.

2. Puede que el difunto sea santo pero que nunca sea reconocido canónicamente.

3. Puede que la gente se equivoque. La gente se identifica con quien tuvo luchas, sufrimientos y tragedias. Pero no es suficiente sufrir para ser santo, hace falta vivirlo todo con heroico amor y fidelidad a Jesucristo. La devoción a los verdaderos santos está orientada a imitarlos en su total obediencia a Dios.

Para concluir recordemos lo que la Sagrada Congregación para el Culto Divino ha dicho sobre los peligros que pueden desviar la piedad popular y las sugerencias que propone para poner remedio a estas eventuales limitaciones y defectos que de ella se derivan.

65.El Magisterio, que subraya los valores innegables de la piedad popular, no deja de indicar algunos peligros que pueden amenazarla: presencia insuficiente de elementos esenciales de la fe cristiana, como el significado salvífico de la Resurrección de Cristo, el sentido de pertenencia a la Iglesia, la persona y la acción del Espíritu divino; la desproporción entre la estima por el culto a los Santos y la conciencia de la centralidad absoluta de Jesucristo y de su misterio; el escaso contacto directo con la Sagrada Escritura; el distanciamiento respecto a la vida sacramental de la Iglesia; la tendencia a separar el momento cultual de los compromisos de la vida cristiana; la concepción utilitarista de algunas formas de piedad; la utilización de «signos, gestos y fórmulas, que a veces adquieren excesiva importancia hasta el punto de buscar lo espectacular»; el riesgo, en casos extremos, de «favorecer la entrada de las sectas y de conducir a la superstición, la magia, el fatalismo o la angustia».

66. Para poner remedio a estas eventuales limitaciones y defectos de la piedad popular, el Magisterio de nuestro tiempo repite con insistencia que se debe «evangelizar» la piedad popular, ponerla en contacto con la palabra del Evangelio para que sea fecunda. Esto «la liberará progresivamente de sus defectos; purificándola la consolidará, haciendo que lo ambiguo se aclare en lo que se refiere a los contenidos de fe, esperanza y caridad».

En esta labor de «evangelización» de la piedad popular, el sentido pastoral invita a actuar con una paciencia grande y con prudente tolerancia, inspirándose en la metodología que ha seguido la Iglesia a lo largo de la historia, para hacer frente a los problemas de enculturación de la fe cristiana y de la Liturgia, o de las cuestiones sobre las devociones populares.

Se recomienda la lectura del documento completo: DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA. PRINCIPIOS Y ORIENTACIONES

 

-catholic.net

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