San Felipe Neri, presbítero (1515-1595)
Nació en Florencia en 1515. Fue sencillo, ingenioso, alegre, extático, imprevisible, músico, poeta, extravagante y humorista. El hermano Zboni riñó un día a Felipe porque reía a carcajadas leyendo «las bromas del cura Arlotto», diciéndole: «Los sacerdotes no deben reir ruidosamente». «El Señor es bueno, contestó Felipe. ¿Cómo no va a alegrarse de que sus hijos nos riamos? La tristeza nos hace doblar el cuello y no nos permite mirar al cielo. Debemos combatir la tristeza, no la alegría».
Le llamaban desde niño «Felipín el bueno», por su piedad, dulzura y amabilidad.
En medio del paganismo que imperaba en el ambiente renacentista romano, Felipe entrega todos sus haberes a los pobres, mientras él ayuna a pan y agua. Pasa los días en obras de caridad, y las noches en las catacumbas de San
Sebastián, entregado a la oración y a la penitencia. Alcanza altísima oración. Sus éxtasis duran horas y a veces se le oye clamar:¡Basta, Señor, basta! ¡Detén el torrente de tu amor! Ante esa vida angelical poco podían hacer los asaltos del mal. Con todo, le gustaba rezar así: «Señor, no te fíes de mi. Señor, ten de tu mano a Felipe, que, si no, un día, como Judas, te traicionará».
Funda una cofradía para atender a pobres y peregrinos. Visita cárceles y hospitales. Busca sobre todo a los niños y a los jóvenes. En 1551 se ordena sacerdote por obediencia. Por toda Roma derrama sus caridades, sus fervores, su alegría contagiosa, la certeza de que hay más alegría en la virtud que en el pecado. Es proverbial su don de lágrimas, y de hacer milagros. En el tribunal de la penitencia conseguía conversiones maravillosas.
Todos los Papas y Príncipes acudían a él. Su obra definitiva fue la fundación del Oratorio, para instruir y entretener a niños y jóvenes. «Sed buenos… Si podéis, les decía comprensivo. Con tal de no ofender a Dios, podéis cortar leña sobre mis espaldas». Desde el Oratorio extendía el bien a todas partes.
Murió en 1595. Era la noche de Corpus y se fue a acabar la fiesta al cielo. Sus restos descansan en la «Chiesa Nuova» de Roma. Fue canonizado por Gregorio XV en 1622.
Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores (1618-1645)
Nació en Quito, Ecuador y quedó huérfana a los seis años, siendo recogía por su hermana Josefina, madre de dos chiquillas de su misma edad. Creyéndolas llamadas a una santidad igual a la suya, Mariana las convenció de recitar el rosario una y otra vez a lo largo del día. Un día convinieron las tres en salir por la noche a convertir a los indios manas; pero ninguna se despertó. Y así concluyó su empresa apostólica. En otra ocasión se escaparon con el fin de llevar en el Pichincha una vida eremítica, pero un toro de muy mala pinta les cerró el paso y regresaron a casa a toda velocidad. Jerónima y su marido, que estaban cansados de tener tantas santas en su domicilio, decidieron que Mariana entrara en un convento. Ante las negativas de la muchacha, la amenazaron con aislarla en una apartada del gran edificio en donde vivían. Mariana aceptó y se acompañó de un crucifijo, un puñado de libros de piedad, un ataúd hecho a su medida y su guitarra. No salía sino para los oficios y las visitas a los pobres. Se sentía tan feliz allí que solía cantar a voz en grito acompañándose de la guitarra. A fuerza de ayunos y mortificaciones, cayó enferma en una ocasión y el médico que la atendió la dejó prácticamente sin sangre. En 1645 sobrevino un fuerte terremoto en Quito, seguido de una epidemia que acabó de aterrorizar a la población. Mariana ofreció su vida a Nuestro Señor para que cesaran las calamidades. Cristo le tomó la palabra: murió y acabó la epidemia. Desde entonces los ecuatorianos la consideran su heroína nacional.
San José Chang Songjib (+1839)
Mártir en Seúl, corea, que desempeñaba el oficio de farmacéutico. Después de una verdadera conversión fue encerrado en la cárcel, y allí murió a consecuencia de las torturas de que fue objeto. Fue canonizado el 6 de mayo de 1984.
San Juan Doa Trinh Hoan y Mateo Nguyên Van Phuong (+1861)
Juan, presbítero, y Mateo, padre de familia y catequista fueron martirizados en Dong Hoi, Vietnam, en tiempo del rey Tu Duc. Fueron canonizados el 19 de junio de 1988.
San Pedro Mártir Sans y Jordá (+1747)
Nació en Ascó, Tarragona, España. Ingresó en la Orden de Predicadores en el convento de Lérida. Se incorporó a las misiones de China y en 1729 fue nombrado obispo. Fue apresado en 1746 y tras larga y durísima prisión murió decapitado el 26 de mayo de 1747. Sus virtudes características fueron la humildad, la audacia y el fervor misionero. Beatificado por León XIII en 1893, fue canonizado por Juan Pablo II el 1 de octubre de 2000.
San Ponciano Ngondwe (+1886)
Mártir en Uganda. Recibió el bautismo en medio de la persecución contra los cristianos. Fue encarcelado y, mientras era conducido al lugar del suplicio, fue traspasado con una lanza por el verdugo. Pablo VI lo canonizó en 1964.
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