Santos Marcelino y Pedro, mártires
(+304) San Marcelino era presbítero de la Iglesia de Roma y San Pedro su exorcista. Los dos eran conocidos por su gran virtud y heroísmo en el fiel cumplimiento de sus deberes. San Pedro tenia un gran poder contra los demonios y curaba enfermedades. La noticia de estos prodigios llegaron a juez Sereno quien dio órdenes de que fueran detenidos y encarcelados. Ya encarcelados San Marcelino y San Pedro, los soldados y carceleros se sorprendían de encontrárselos siempre cantado cánticos al Señor e invitando a los demás a unirse en su alegría ya que pronto tendrían la dicha de gozar de la visión de su Señor Jesucristo.
Fueron sacrificados en la persecución de Diocleciano. El verdugo encargado de decapitarlos refirió al futuro Papa Dámaso que los obligaron a cavar sus sepulturas con sus propias manos y que ellos lo hicieron, llenos de alegría. Un cristiano no tiene miedo a la muerte, sabedor de que se trata de un cambio de casa.
Santa Blandina, San Potino y 46 mártires de Lyon
(+177) Eusebio reproduce en su Historia Eclesiástica la circular que las Iglesias de Lyon y Vienne, Francia, dirigieron a las iglesias de Asia. Allí se lee: “Es imposible describiros el odio de los paganos hacia nosotros y los tormentos que nos infligen. Se nos persigue en el foro, en los baños públicos y en nuestras propias casas. Después vienen los golpes, las pedradas, las rapiñas y la cárcel. A continuación llegan los interrogatorios en el foro. Y por último, los suplicios a los que asiste el populacho en los dos anfiteatros de la ciudad. Nuestros hermanos han soportado con buen ánimo los sufrimientos más insoportables. Algunos, por desgracia, han apostatado: alrededor de una docena. Nos han presentado como monstruos que practican el incesto y comen carne de niños.”
La circular cita muchos confesores de la fe: Atalio, Epagato, Santo, Biblio, Alejandro, Alcibíades y Maturo. Pero se mencionan de forma especial a Blandina y Potino.
Potino era “el santo obispo de Lyon” que entonces contaba con noventa años. Fue llevado al tribunal en parihuelas. El juez le preguntó quién era el Dios de los cristianos y él respondió de la siguiente manera: “Lo conocerás cuando seas digno de Él”. Se invitó a los presentes a que lo patearan y apedrearan con lo que tuvieran a mano. Llevado a prisión, dio muy pronto el último suspiro.
En cuanto a Blandina, era una joven esclava de la que conocemos pocos datos. Pero sabemos que agobiaba a los verdugos que la atormentaban repitiéndoles una y otra vez: “¡Soy cristiana y nada malo se hace entre nosotros!”. La colgaron de un madero para pasto de las fieras, pero éstas la respetaron. La devolvieron a la prisión con la idea de reservarla para los juegos del día siguiente. Llegado el momento, la flagelaron, desgarraron sus carnes y le quemaron algunas partes de su cuerpo. Luego la envolvieron en una red y la pusieron delante de un toro salvaje que la corneó hasta matarla.
San Algiso (+670)
Misionero irlandés que desembarca en Francia en el siglo VII. Evangeliza Arras y Laon y después se retira como ermitaño, junto con sus compañeros, a Saint-Algis.
Santo Domingo Ninh (+1862)
Joven agricultor que se negó a pisotear la cruz, martirizado en la ciudad de An Trien, Vietnam, degollado por el emperador Tu Duc. Fue canonizado por Juan Pablo II.
* Señor, aumenta nuestra fe.