La fiesta de los Magos

¿Qué significado existencial podemos dar hoy a esta fiesta? Está claro: el Mesías es reconocido por los paganos y la gente sencilla, y no por los representantes del poder religioso y político de Israel

El pasaje de la infancia de Jesús del evangelio de Mateo donde se presenta el relato de los magos no dice que fuesen tres, ni que fueran reyes. Se ha creído des de muy antiguo que eran tres -y así lo representa un dibujo en el cementerio de Priscila, del siglo II, con los magos- porque son tres los regalos que hacen: oro, incienso y mirra. El texto bíblico dice que llegaron de Oriente, pero tampoco nos dice exactamente de dónde. El fresco de Priscila los representa con vestidos persas, pero los dones parecen ser más propios de Arabia y, además, para la Biblia de Oriente suele significar el país más allá del río Jordán y del mar Muerto. El hecho de ser guiados por una estrella puede querer decir que son unos astrólogos, y el término \\’\\’magos\\’\\’ puede referirse a este oficio.

Los escasos datos bíblicos fueron interpretados a partir de las profecías del Antiguo Testamento que se referían al Mesías, que podrían ser perfectamente también fuente de inspiración del relato por parte del evangelista: \\’\\’Los reyes de Tarsis y las islas le llevarán obsequios; los reyes de Arabia y de Sebá le ofrecerán presentes\\’\\’ (Sal 71, 10) y de aquí viene que popularmente se les conozca como \\’\\’los reyes\\’\\’; y \\’\\’te cubrirán oleadas de camellos, dromedarios de Madian y de Efá; todos vendrán de Saba llevando oro e incienso y proclamando la grandeza del Señor\\’\\’ (Is 60, 6).

En la Biblia también encontramos la metáfora de la estrella, aplicada al rey, para significar el carácter sagrado y divino de la realeza; por tanto, el nacimiento de una estrella especial puede simbolizar el nacimiento de ese rey tan particular que es el Mesías. Y además, la profecía de Balaam también cita el nacimiento del Mesías como el surgido de una estrella: \\’\\’Sale de Jacob una estrella, se levanta un cetro en Israel\\’\\’ (Nm 24, 17).

El significado teológico, teniendo en cuenta el contexto de todo el relato bíblico, está claro: el Mesías es reconocido por los paganos y la gente sencilla, y no por los representantes del poder religioso y político de Israel. ¿Qué significado existencial podemos dar hoy a esta fiesta? Decimos que nuestra sociedad está cada vez más paganizada. Y, si quitásemos de esta palabra el sentido peyorativo que a veces se le da -como degenerado o perverso- y mantuviésemos el sentido original, de personas que no comparten nuestras creencias, podríamos decir que esto es realmente cierto.

Asistimos, sobre todo en Europa, a una progresiva descristianización. A los alejados, pues, está dedicada esta serie de preguntas. ¿Cuántas personas hoy en día no están en proceso de búsqueda? ¿Cuántas no consultan la astrología, para encontrar algún sentido a sus vidas? ¿Cuántas no empiezan a interesarse por las religiones de otras culturas, porque creen que la de sus padres ya no puede ser para ellos fuente de salvación? ¿Encuentran en los entendidos de la Sagrada Escritura pistas para poder seguir la luz de la estrella que orienta su búsqueda? ¿O la novedad de la búsqueda ya es tan grande que necesitan también nuevas formulaciones, y la creatividad de los viejos rabinos empieza a agotarse?

Pero lo importante es que los paganos no sólo tienen visión oscura, sino que tienen la capacidad también de captar una estrella: el deseo interior y la sed de Dios… Si la siguen, llegarán al Mesías. Quizá les decepcionará la consulta a los rabinos, o a lo mejor les ayudará. ¿Quién sabe? Pero si siguen la estrella, encontrarán: \\’\\’porque todo el que busca encuentra; a todo el que llama se le abre\\’\\’. El pasaje de los magos de oriente es una esperanza para nuestro mundo desorientado. Aunque no se conozca la Biblia, en el corazón del hombre siempre estará el deseo de Dios. El deseo de infinito puede estar más o menos despierto, pero existe… ¡Estamos hechos para mirar al cielo!

Aquél que busca la verdad con sinceridad de corazón, por muy lejos que esté de Cristo… Si la busca de verdad, sin prejuicios, en lo viejo y en lo nuevo, encontrará a Cristo… porque Él es la Verdad y se hace el encontradizo. ¿Ojalá que quien busque pueda encontrar en la Iglesia a gente preparada que le oriente, consultando las Escrituras, con ganas de adorar al Mesías -sin que se convierta en una frase irónica, como fue en boca de Herodes- y capaz de reconocerlo en la debilidad.

Los regalos de los magos son oro, incienso y mirra, interpretados por la tradición como regalos reales de reconocimiento a Jesús como el Mesías: el oro es la piedra preciosa propia de los reyes; el incienso era el perfume utilizado en el culto, pero también en la corte; y la mirra servía para la sepultura real. Otros analistas, San Basilio, por ejemplo, han visto en los tres regalos la triple realidad del Mesías: rey (oro), sacerdote (incienso), mirra (hombre mortal). San Efrén considera los dones de los magos no explicativos de la realidad del Mesías, sino símbolos de su obra en la humanidad: ofreciendo el oro, los magos se pasan de los ídolos de oro -a quienes adoraban- a Cristo, el único Señor. Y las ofrendas de la mirra y el incienso significaban el médico que venía a curar las heridas de Adán, las heridas de la humanidad.

La fiesta de los Reyes Magos, que traen los regalos, ciertamente dista ya mucho de la realidad teológica que significan estos personajes en los textos bíblicos, pero quizá conservan aún la experiencia universal y también propia del misterio de Navidad, que es la gratuidad del don. Lo mejor de la vida, también la máxima revelación de Dios que es Jesucristo, nos viene ofrecido. No está a nuestro alcance, sino que lo hemos de recibir y agradecer siempre como un don inmerecido.

Antoni Pou, osb. Apou@santuari-montserrat.com
Cortesía de e-cristians.net

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