Las ideas que tenían los judíos contemporáneos de Jesús acerca del Mesías y del Reino mesiánico eran variadas. En un extremo estaban los que lo concebían como un gran caudillo político-militar, que vencería a todas las naciones del mundo. En el otro, los pocos israelitas justos y piadosos como Simón, Zacarías, el Bautista… para los cuales el Mesías sería la luz de las gentes, el -cordero de Dios, que quita los pecados del mundo»; y, en consecuencia, el reino mesiánico traería sobre todo, el perdón de los pecados.
Mesías es una palabra hebrea que significa «ungido» La unción consistía en derramar aceite sobre la cabeza de uno, que quedaba, por esta acción religiosa, marcado para una misión divina de sacerdote o de rey. La misión consistía en salvar al pueblo de las dificultades. En griego, Mesías se traduce por jristós, de donde viene la palabra castellana cristo. Posteriormente se llamará también ungidos a los profetas, porque también son salvadores del pueblo.
A partir de un determinado momento, la salvación se considera depositada en la familia de David y, en concreto, en un descendiente, que será el definitivo Mesías. Al Mesías se le llama Hijo de David. El cumplirá las promesas de salvación que Dios hizo a su pueblo.
Entre las muchas profecías mesiánicas, tiene especial importancia la del Emmanuel, palabra que significa: Dios-con-nosotros. Dice el profeta Isaías: «Por eso, el Señor mismo os dará una señal: he aquí que una virgen está encinta y os dará un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel» (7, 14)
En el Mesías reposará el espíritu divino y se caracteriza porque: 1) dominará a los enemigos; 2) obrará en favor de los humildes y, 3) le buscarán también los gentiles, es decir, no será salvador sólo del pueblo de Israel, sino de todos los hombres.
El profeta Miqueas precisa que será rey y nacerá en Belén. Zacarías lo muestra como rey justo, que trae la paz y la victoria, aunque será un salvador humilde que vendrá montado sobre un asno.
El siervo de Yavé
Al lado de las notas antes expuestas sobre el futuro Mesías, llaman la atención los textos que lo presentan como un siervo humillado y maltratado. Su aparente derrota parece oponerse a la idea del Mesías-rey vencedor, pero no es así, pues estas profecías completan y purifican las anteriores, dando otro aspecto de su actividad.
Zacarías, por su parte, anuncia que será «traspasado» Varios salmos anuncian también estos sufrimientos, como el 22, citado por el mismo Jesús en la Cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
El Hijo del hombre
El profeta Daniel describe al Mesías desde otra perspectiva. Lo presenta como viniendo de lo alto, sobre las nubes del cielo. «A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas te sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás» (7, 13-14) Le presenta luego como vencedor de cuatro bestias, que simbolizan poderes diversos, enemigos de Dios. Le da el título de Hijo del Hombre. Este título de Hijo del hombre será. el que más frecuentemente usará Jesucristo.
Por tanto, en el Antiguo Testamento, la idea central sobre el Mesías es que será una manifestación definitiva de Yavé para salvar a todos los hombres. Para ello instaurará el reino de Dios, haciendo una nueva alianza entre Yavé y su pueblo. En él cabrán todas las gentes, que participarán de la salvación concedida a Israel. El Mesías reinará por los siglos.