Tú eres otro Cristo que pasa

Esta mañana después de saludar y ofrecer mi día a Jesús de la Misericordia, en el enorme cuadro que tengo en mi habitación frente a mi cama y que es lo primero que mis ojos ven al despertar todos los días, sentí el impulso a escribir esta nota pues me siento completamente feliz y agradecida.

No es muy común para mí hablar abiertamente de mi amor por Jesús. Siempre me han intrigado estas mujeres desconocidas del Nuevo Testamento que aparecen a lo largo de los Hechos y las epístolas, dando refugio y provisión a los santos de la Iglesia primitiva y profesando audazmente su fe en Cristo.

Lidia es una de mis favoritas, esta mujer que, atenta a la inspiración del Espíritu, escuchó atentamente a San Pablo predicando el Evangelio, aceptó su Buena Nueva, bautizó a toda su familia y descarriló los planes de San Pablo de seguir adelante cuando ella «prevaleció», invitándolos a «que vengan y se queden en su casa».

“El sábado salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde
suponíamos que habría un sitio para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que habían concurrido.
 Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo.” (Hechos 16, 13-14)

Lo poco que sabemos sobre ella es suficiente para recordarme algo que a menudo no valoro lo suficiente en mi propia vida: “el celo por el Evangelio”. Es decir, ¿por qué no hablar abiertamente de ello cuando a este punto afirmo contundentemente que lo que el mundo necesita es un amor que sobrepase nuestros temores y odios. Que nos lleve a perdonar y abrazar al enemigo.

Te confieso que, durante algunos años, en esta búsqueda de Dios, decidí seguir otras creencias y corrientes espirituales. Al final comprendí dónde estaba “la Verdad y el Camino” y decidí volver al seno de la Iglesia Católica. Aquí descubrí con creces el amor que me consolaba y me llamaba a cambiar. Era un amor con la intensidad y profundidad de este hombre Dios, llamado Jesús.

Tengo aún muchas inquietudes. Me pregunto hoy: ¿Mantengo mi corazón dócil a las impresiones del Espíritu Santo como lo hicieron Lidia y tantas otras mujeres sin nombre, en la lectura de hoy? Creo que, por esto, ¿estoy escribiendo esta nota?Me planteo las siguientes preguntas también: ¿Estoy tan hambrienta de conocer a Cristo, de profundizar en la ternura y bondad de su Sagrado Corazón?

Ciertamente trato de imitarlo todos los días de mi vida. Si hay algo que me ha seducido de Él hasta el punto de pasar largas horas en contemplación frente al sagrario, donde habita y nos espera, es su Sagrado Corazón. Un corazón puro, sin malicia, lleno de compasión por mí por cada uno. Pensando siempre en aquellos que están heridos.

Quizás no tengo a San Pablo a la vuelta de la esquina, como Lidia, pero tengo la presencia de Cristo a mi lado a cada momento de cada día, esperando amarme, desesperado por amarme. Como desesperada estoy yo por ese gran amor.

El mundo no necesita más gente exitosa y popular. El mundo necesita más amor, más solidaridad, más compasión, más perdón, más ternura, más delicadeza, más humildad, más pasión por las heridas, más consciencia, más enamorados de Jesús, únicos e irrepetibles, que sin miedo se lancen y estén dispuestos inclusive a ser crucificados.

Hoy me pregunto si soy como Lidia, preguntando con valentía por la presencia de Cristo, prevaleciendo con el amor expresado por mi celo.

Santa Teresa una vez describió su ardiente amor por el Salvador como «una santa osadía» nacida dentro de ella. Éste es el corazón de Lidia y tantas caras desconocidas de los primeros cristianos. Y podría ser nuestros corazones, también. Si tan solo volviéramos a avivar las brasas de nuestro celo y recordar el gran don del Evangelio y nuestra salvación.

Hoy seré más valiente, y con santa osadía, imploraré a Cristo que se acerque cada vez más, que more en mí y permanezca en mí y en cada persona.

Nuestro Dios fiel y misericordioso, seguramente seguirá respondiéndonos con amor generoso.

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
C
ompra  todos mis libros en este link.


Sheila Morataya es la Editora de la sesión de la mujer desde la creación de encuentra.com Es psicoterapeuta, coach de vida y talento para la radio y la televisión en los Estados Unidos. Actualmente es Productora Ejecutiva para Relevant Radio en español en los Estados Unidos. Autora de 6 libros entre ellos «El espejo: ámate tal como eres».

Cuando no está trabajando puedes encontrarla sembrando flores, dando clases de desarrollo personal a jovencitas o cocinando para su familia. Puedes escribirle a  sheila@sheilamorataya.com

Publicaciones relacionadas

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba

Copyright © 2024 Encuentra by Juan Diego Network. Todos los derechos reservados.