Oscar Ibáñez
Estaba escuchando junto con otros feligreses en una parroquia de Estados Unidos, las experiencias del viaje que los jóvenes universitarios habían realizado a una ciudad fronteriza en México. Habían ido allá para construir una casa a una familia que no tenía donde vivir. Comentaron experiencias muy emotivas de agradecimiento de las personas a las que ayudaron, y mostraron fotos llenas de alegría y solidaridad, sin embargo, cuando les preguntaron que opinaban de la ciudad visitada, dijeron: “There´s trash everywhere!” (¡Hay basura por todas partes!).
En muchas ciudades de México, los colectores de aguas negras colapsan por la basura que se vierte en los drenajes y alcantarillas; en la Ciudad de México, es común ver como se generan inundaciones porque la basura bloquea los desagües y canales por donde debería fluir el agua de lluvia.
Los basureros en todo el país son una de las principales fuentes de contaminación de cauces de agua e incluso de algunos acuíferos, amén de generar fauna nociva y convertirse en vectores de enfermedades que afectan no solo a personas, sino a plantas y animales. En otros casos, los basureros también son fuente de malos olores, emisiones de gases de efecto invernadero e incendios.
Las leyes y la tecnología existen hace años para que los basureros se manejen adecuadamente y se conviertan en rellenos sanitarios, se capturen sus filtraciones y emisiones, e incluso se produzca energía con la basura, para que desechos orgánicos se puedan descomponer y utilizar como fertilizante, y para reciclar gran parte de los desechos convirtiéndolos en una industria millonaria.
Lo que no existe, es responsabilidad política para aplicar la ley, ni una ética ciudadana que evite el desperdicio y mal manejo de la basura. Una reflexión cristiana de amor y respeto a los bienes de Dios, nos puede ayudar a construir una nueva relación con nuestro entorno, empezando por lo mínimo: No tirar basura, reducir la generación de desperdicios, segregar, reciclar; hasta comprometernos en acciones de bien común como: presionar organizadamente a las autoridades, generar mejores alternativas de producción y consumo, y sobre todo educar y comprometer en el amor y respeto a la creación de Dios.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
A mi tambien me encantaria que en Mexico hubiera varios contenedores por todas, por todas partes (plastico, papel, pilas usadas, vidrios, organicos) pues quien lo haga se va a hacer de mucho dinero y estaremos ayudando a no crear basura.
Bendecido con uma oportunidad que tal vez muchos jovenes mexicanos quisieran, trabajo como expatriado para una empresa mexicana en Japon.
Durante dos anos he observado y conocido mas de cerca esta cultura y de entre los aspectos de su cultura que mas me llaman la atención esta lo
Comprometido de la sociedad por cuidar el entorno: medio ambiente, infraestructura, desperdicio y hasta su imagen cuando salen a la calle)
El manejo de la basura es extraordinario, pues no es vista como un desperdicio sino como materia prima después de reciclaje. Por su puesto para un mexa que no esta acostumbrado es desesperante elegir de entre 15 categorías donde tirar la envoltura de un dulce. Los beneficios económicos no son menores y son administrados por la municipalidad con la que gran parte de los trabajos de mantenimiento de parques e instalaciones públicas se llevan a cabo.
Después de practicarlo un tiempo, ahora me cuesta trabajo «ensuciar» una botella PET al tener que tirarla en un basurero con comida en Mexico!!!
Coincido con Oscar que gran parte de nuestra problema en contaminación reside en una conciencia civil y ética en nuestra sociedad.