Oscar Ibáñez
Mi amor por la naturaleza empezó temprano, tan temprano como puedo recordar, memorias del arroyo donde chapoteábamos y después nadábamos, el recuerdo de la lluvia y los juegos de presas de tierra, y palitos y barquitos en la corriente, trepar árboles y disfrutar la emoción del bamboleo en sus ramas altas, mezclado con el sonido del viento entre las hojas, y la sierra, las nubes, las montañas; los colores y aromas del campo, que se distinguen en cada época del año.
Es un amor inculcado por mi padre, que me enseñó a amar y disfrutar las cosas que nuestro otro Padre nos dio en la creación. No solo por criarnos en un entorno cercano a la naturaleza, sino por el mismo cariño y ejemplo que él ponía en su relación con plantas, animales y paisajes. Mientras desde su discreción espiritual, nos manifestaba también ese amor y respeto por el Padre común.
El salmista intuye el Amor de Dios Padre cuando exclama:
Al ver el cielo, obra de tus manos,
la luna y la estrellas que has creado:
¿qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies:
todos los rebaños y ganados,
y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas.
¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Yo soy de los que afirman que un buen padre es capaz de cambiar al mundo, y también pienso que este mundo requiere muchos padres que lo intenten. Para reconstruir los valores familiares y el ordenamiento de la sociedad, y también para restaurar el amor y respeto por la naturaleza, como dice el Papa Francisco: “la ecología humana y la ecología ambiental caminan juntas”.
Felicidades a todos los padres de familia que lo intentan, que asumen su responsabilidad y que muchas veces sin saberlo se convierten en la mejor imagen de Dios Padre. Hoy recuerdo a mi papá, con la esperanza de que esté ya en la plenitud de nuestro Padre amoroso.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
Gracias padre, por mostrarnos al Padre y por enseñarnos su presencia y providencia en cada uno de los actos de tu vida.