Ser exitosos en el mundo

¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida? Porque el Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a lo que haya hecho. (Mt.16,26-27).
En las redes sociales se hace eco a muchos éxitos de personas conocidas y de otras que no conocemos directamente; es maravilloso que a la gente le vaya bien como fruto de su trabajo y de sus esfuerzos, sin embargo, es necesario cuidarse que esos reconocimientos no inflen el ego y que no pretendan hacer creer que son superiores sobre los demás. Es importante mantenerse humilde reconociendo siempre que somos administradores de los dones que Dios nos da y que todo el bien que logramos es con la ayuda de su gracia.
Dios nos ha creado por amor dotándonos de atributos y talentos para ponerlos al servicio de los demás. Cada uno tiene una misión específica que cumplir para que al final de nuestra vida podamos entregar a Dios y dar cuentas de lo que nos confió. Algunos fuimos llamados a servir como padres de familia, otros como docentes, trabajadores en distintas instituciones. También hay quienes sirven a nuestra iglesia donde sirven a Dios y al prójimo con el fin de contribuir a que las almas busquen su salvación, como son los sacerdotes, religiosos o misioneros, incluso los laicos que como creyentes, enfocan su trabajo en esa misión.
En nuestro mundo a veces le damos más importancia a los éxitos o logros profesionales y se nos puede olvidar que todo es necesario que contribuya en la salvación de nuestras almas que es el fin último al que aspiramos. Nos ayuda mucho si todo nuestro trabajo y logros personales los enfocamos en servir a Dios y a los demás, agradeciendo siempre a Dios todo lo que recibimos de Él y pidiendo el auxilio de la gracia para hacer siempre lo más conveniente para todos.
Lo importante es realizar con amor la labor en la que nos desempeñemos, con el  esfuerzo y la voluntad de servir para darle la gloria a Dios y contribuir a que más almas se acerquen a Él, y si, eso le genera a la persona como resultado sobresalir, triunfar, realizarse y ser feliz, que sea la añadidura y no el principal objetivo, porque quien trabaja para Dios también es posible que encuentre resistencias y persecuciones.
Todos nuestros triunfos vienen de Dios. Él nos da la inteligencia, las fuerzas y los medios para conseguirlos. No olvidemos que nuestra actitud para lograrlo debe ser de humildad y gratitud a Él.
“Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos”. Recuerda al Señor tu Dios, porque es Él quien te da el poder para producir esa riqueza. (Deuteronomio 8,17-18a)
Luce Bustillo Schott 

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba

Copyright © 2024 Encuentra by Juan Diego Network. Todos los derechos reservados.