¿Qué hacer cuando no sientes deseos de seguir adelante?

Hay que aprender o a reaprender a vivir tal y como la vida se nos vaya presentando

Suena fuerte, pero es una realidad. Muchos de nosotros, en algún momento, hemos tenido esa sensación de cansancio, de ya no poder más. Es una fatiga, no solo en el plano físico sino también en el espiritual y en el emocional.

Un momento en que la vida parece que se burla de nosotros porque si no nos pasa una cosa, nos pasa otra.

Los pensamientos abrumantes y negativos son una constante y si no los cuidamos podemos llegar a pensar que vivir no vale la pena. Entonces, ¿qué hacer cuando esos deseos de no vivir vienen a la mente? Pues, justo eso, ¡vivir! Así como a escribir se aprende escribiendo; a leer, leyendo; a amar, amando; a vivir también se aprende viviendo.

Hay que aprender o a reaprender a vivir tal y como la vida se nos vaya presentando. 

Te comparto estas sencillas pautas que te ayudarán a salir de esos momentos grises pero, es muy importante que busques ayuda profesional de inmediato si esos pensamientos de no querer vivir son muy recurrentes y profundos porque quizá estés pasando por una depresión y necesites atención médica e incluso fármacos.

Algunos tips

Estar a solas. Siéntate cómodamente, cierra los ojos y respira. Haz unas cuantas inhalaciones y exhalaciones profundas. Tranquiliza tu mente. No pelees con tus pensamientos. Simplemente déjalos pasar. Si eres creyente, pide al Espíritu Santo que se haga presente de tal forma que lo sientas vivo dentro de ti. Echa mano de frases reconfortantes: “Todo va a ir bien”, «No eres lo que logras, sino lo que superas»… Sigue respirando…

Segundo. Continúa en esa actitud meditativa. La idea es que reflexiones e identifiques qué es lo que te tiene así, cuál es la raíz.Quizá has venido pasando por eventos que te han desgastado emocionalmente, has tenido muchos cambios en tu vida.

En este momento haz una lista de todo eso que has venido viviendo y a cada evento ponle una emoción o sensación y una solución. Escribe todo, suelta todo en papel, pero a mano, no en la computadora. La conexión mano-cerebro es muy importante. También te servirá para que te des cuenta de que lo que está mal es el momento, no tú. Te quedará una lista algo parecida a esta:

Pérdida de trabajo esposo – incertidumbre – ¿solución?

Enfermedad hijo – miedo – ¿solución?

Cambio de casa – frustración – ¿solución?

Luego, de toda esa lista selecciona plantéate qué está en tus manos cambiar y qué no. Te sorprenderá el darte cuenta de que lo único que podrás hacer en muchos de los casos es “cambiar de actitud”. Es decir, aprender la lección que cada uno de estos eventos trae escondida y elegir vivir de una forma distinta aceptando tu realidad tal como se te está presentando y haciendo lo que te corresponde.

Con la ayuda de Dios

Si sigues tirada en un sofá comiendo nieve todo el día no verás cambio alguno. Al contrario, corres el riesgo de dejarte llevar por la tristeza, la desesperanza y aparte engordarás. Pero si eliges que hoy sea el inicio de tu nueva vida, con la ayuda de Dios, todo se confabulará a tu favor para que muy pronto veas la luz al final del túnel.

Es maravilloso lo que los deseos de vivir y un cambio de actitud hacen: abren puertas, quitan obstáculos y si no los quita te da la fuerza para saltarlos; te impulsa desde adentro a no tirar la toalla y a ver la vida con optimismo. Así que la solución está en ti. ¡Decídete a vivir!

Luz Ivonne Ream
es.aleteia.org 

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