El poderío

13.7.14

     Terminó la copa del mundo con un partido dramático que requirió del alargue para definir al campeón. Alemania tuvo el empaque, la fuerza, el blindaje mental y la capacidad para doblegar a un indómito cuadro argentino que también tuvo oportunidad de horadar el marco teutón.

El escenario resultó inmejorable, con más de 75 mil aficionados colmando las tribunas del estadio “Maracaná” de Río de Janeiro, que vibraron y sufrieron con una tensión que subía desde la cancha, donde los veintidós atletas nos regalaron hasta la última gota de sudor.

Tuvo que llegar el segundo de los tiempos extra para que Mario Göetze, quién había entrado como sustituto, hiciera un poema de gol que valió, nada más, la copa del mundo.

El cuadro germano lució fuerte, con ese poderío de máquina de guerra, pero cometió errores señalados que le pudieron costar el título. El primero de ellos fue el de Bastian Schweinsteiger, regresando un balón al arquero y dejando solo al “pipita” Gonzalo Higuaín, quién no tuvo la frialdad de definir pese a tener a su merced al arquero Manuel Neuer.

Rodrigo Palacio quedó solo y su alma en la segunda mitad e intentó un sombrerito que dejó al público germano sin aliento. Quizá otro gallo hubiera cantado pero el terreno de las suposiciones es demasiado pantanoso, sobre todo cuando enfrente está un equipo de futbol con toda la barba.

Vino el silbatazo final del árbitro italiano Nicola Rizzoli y la locura para los seguidores alemanes y una gran amargura para los de la albiceleste, cuyos jugadores se mataron, con esa personalidad y raza que los caracteriza.

Quizá el único que quedó a deber fue Lionel Messi, quién se pasó la mayor parte del partido caminando. Para colmo, la FIFA le otorgó el balón de oro como el mejor jugador del torneo. Yo creo que Joseph Blatter y sus secuaces siguen ingiriendo alcohol mezclado con solventes.

El mejor momento fue cuando le entregaron el trofeo de campeón al capitán del equipo ganador, Phillipp Lahm y este lo levantó para una fotografía que inundará periódicos y revistas, programas de televisión e internet, durante los próximos cuatro años.

Se acabó el mundial y deja el caudal de emociones y sentimientos que solo el balompié puede generar.

Atrás quedan los goles, las atajadas, la polémica y ahora a esperar que todo vuelva a la normalidad.

Le quiero agradecer a ustedes, amables lectores, haberme acompañado durante este mes excitante y maravilloso. Escribir para ustedes fue mi nexo con México y por ello, reciban un gran abrazo.

¡Nos vemos en Rusia!

 

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