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Valores para profesores

Los valores que ayudan a todo educador a superarse personal y profesionalmente, para convertir el aula en una verdadera escuela de valores.

 Valores para profesores

Una de las actividades humanas con mayor trascendencia e impacto en la sociedad es, sin lugar a dudas, la labor docente. Por esto, es importante considerar que toda persona con las funciones de un profesor, tiene una responsabilidad que va más allá de transmitir únicamente conocimientos.

El maestro o instructor que ha logrado influir positivamente en las personas bajo su tutela -sin importar la edad de los alumnos o el área de desempeño-, seguramente debe el éxito de su trabajo, a la calidad humana que vive y hace vivir dentro y fuera del aula; desgraciadamente, el amplio bagaje cultural y de conocimientos muchas veces es insuficiente para realizar una labor educativa eficaz.

Objetivamente hablando, el profesor se encuentra en un escaparate donde su auditorio está atento al más mínimo detalle de su personalidad, por lo cual, tiene una inmejorable posición para lograr un cambio favorable en la vida de los demás.

Además de la elocuencia, el grado de especialización y el manejo de las herramientas didácticas, todo educador debe considerar como indispensable vivir los siguientes valores:

Superación

Posiblemente una de las palabras que más se utilizan en un centro educativo, es precisamente el superarse, y cada vez que un profesor dedica parte de su tiempo para lograr este cometido, todo su esfuerzo se traduce en acciones concretas, por ejemplo, aprende e implementa nuevas técnicas de enseñanza o utiliza el propio ingenio para el mismo fin; comenta temas de actualidad relacionados con su materia; comparte experiencias personales; sugiere y ofrece puntos de vista respecto a las lecturas, películas, espectáculos; posee conocimientos de historia y cultura general; busca relacionarse con las nuevas tecnologías: internet, e-mail y el chat para orientar sobre sus riesgos y beneficios… podría decirse que en su clase siempre hay algo nuevo que comentar.

El aspecto humano es un factor que no debe descuidarse, al menos deben tenerse nociones básicas de la filosofía del hombre, ética, relaciones humanas, etapas físicas y psicológicas en el desarrollo de los seres humanos, caracterología, etc. como herramientas indispensables.

La superación comprende el esfuerzo personal por mejorar en hábitos y costumbres, en otras palabras: conocer y vivir los valores humanos.

Empatía

Aunque la vocación para enseñar supone un genuino interés por los demás, son acciones concretas las que permiten vivir mejor este valor:

Se demuestra empatía al prestar la misma atención a todos los alumnos, exista o no afinidad; dedicando un par de minutos a charlar individualmente con cada uno de los discípulos, para conocer mejor el motivo de su inquietud, desgano, indiferencia o bajo rendimiento; ofrecer la ayuda, medios o herramientas necesarias para mejorar su desempeño, calidad humana o integración al grupo.

Por otra parte, las muestras de empatía pueden ser tan simples como sonreír, felicitar por el esfuerzo continuo o un trabajo bien realizado; con palabras de aliento para quien tiene mayores dificultades; reforzando las actitudes positivas; poner al corriente a quien estuvo enfermo, implementando las estrategias y elementos necesarios para lograr un mejor aprendizaje.

Lo mismo sucede al corregir con serenidad y comprensión, y en la medida de lo posible, sin poner en evidencia delante de los demás; controlando la impaciencia, el enojo y hasta el mal humor provocado por circunstancias ajenas y personales.

La empatía exige un esfuerzo cotidiano por superar el propio estado de ánimo, la poca afinidad con determinadas personas, las preocupaciones, el cansancio y otros tantos inconvenientes que afectan a los seres humanos. Por tanto, este valor permite hacer un trabajo con mejor calidad profesional y humana al mismo tiempo.

Coherencia

Todo profesor representa autoridad, disciplina, orden, dedicación y verdadero interés por las personas, y partiendo de esta base, el ser coherente supone trasladar a la vida personal las mismas actitudes que se exigen en el salón de clase.

Por ejemplo, es fácil pedir que los alumnos cumplan con sus trabajos a tiempo, completos, en orden y con pulcritud, pero esto exige revisar, corregir, hacer observaciones por escrito y entregar resultados con la misma puntualidad solicitada.

Lo mismo sucede con el vocabulario, las posturas, el arreglo personal, hábitos de higiene y la relación personal que se vive con los demás: amable, respetuosa, comprensiva… La actitud que toman los alumnos a la hora de clase, muchas veces es el reflejo de la personalidad del profesor; si se desea que maduren, sean responsables y educados, el ejemplo es fundamental.

De igual forma, ser coherentes comprende el cumplir con las normas establecidas por la institución: planeación, elaboración de material, seguimiento de un programa, cubrir objetivos según el calendario, participar en las actividades extraescolares, etc.

Recordemos que para exigir a los demás, es indispensable tener disciplina en la vida personal y profesional.

Sencillez

Posiblemente uno de los valores que mejor decora y ennoblece el trabajo de un educador es la sencillez, porque permite reconocer en su labor una oportunidad de servicio y no una posición de privilegio para tener autoridad o un estupendo escenario para hacer gala de conocimientos.

Las circunstancias ponen al profesor delante de personas que necesitan de su intervención, pero la soberbia y el egocentrismo dificultan la comunicación y el correcto aprovechamiento. Lo mejor es impartir la cátedra con la intención de aplicar toda la experiencia, conocimientos y recursos buscando un mejor aprendizaje.

Conviene aceptar que el conocimiento propio tiene un límite y se vive en constante actualización; es muy significativo y otorga mucho prestigio, reconocer que algún aspecto del tema se desconoce, pedir oportunidad para investigar y tratar el asunto en una sesión posterior. Es preferible esto, a ser sorprendido mintiendo.

En este mismo renglón, conviene encontrar en las críticas una oportunidad para mejorar personalmente, así como aceptar los errores personales, rectificar y pedir disculpas, si es el caso.

La sencillez también se manifiesta al compartir con otros profesores la experiencia docente, dando consejos y sugerencias que faciliten a los demás su labor. De la misma manera, la docilidad con que se sigan las indicaciones institucionales, la apertura a nuevos procedimientos o la colaboración en cualquiera de las actividades, son rasgos significativos de apertura y disponibilidad.

Lealtad

Desafortunadamente la falta de lealtad es una situación que se vive en todos los ámbitos sociales: murmuración, crítica, difamación y falta de honestidad.

Ser leal a una institución significa una completa adhesión a sus normativas, respeto por los directivos y trabajo en equipo con los colegas. Por supuesto que no siempre se estará de acuerdo con todo, pero habrá que distinguir la fuente de inconformidad para actuar acertadamente: si personalmente incomoda u objetivamente es un caso que requiere mayor estudio

Lo primero y fundamental es manifestar las inquietudes con las personas adecuadas. Falta a la lealtad quien desahoga críticas e inconformidades a espaldas de los directivos con los compañeros, los amigos, padres de familia e incluso con los alumnos. Sea en forma individual o en conjunto con otras personas, estas actitudes son totalmente incorrectas.

Es obligación guardar toda confidencia respecto a las políticas y estrategias; movimientos del personal; decisiones directivas; situaciones personales de maestros y alumnos, a menos que afecten considerablemente la imagen y prestigio de la institución. No está de más recalcar que todo, absolutamente todo, debe consultarse con las personas indicadas para resolver cualquier género de circunstancias.

Alegría

Tal vez una de las figuras más atractivas es la del profesor entusiasta, siempre con una sonrisa dibujada, optimista, emprendedor; quien difícilmente se enoja, pero a la vez es estricto y exigente; disponible al diálogo; bromista pero respetuoso; capaz de comprender y dar un buen consejo…

Esta personalidad no es extraña ni ajena, pero a nadie se le ocurre pensar si tiene problemas, carencias o dificultades personales, mucho menos, preguntarse cual es la fuente de su alegría y serenidad.

Para lograr vivir este valor hace falta esfuerzo y madurez, es decir, dejar los problemas personales para el momento y lugar oportuno, nunca para desquitarse en el aula; concentrar toda la atención en lo que se hace: preparación, elaboración, exposición y conducción de la clase; buscar como ayudar a los demás a solucionar los problemas propios del aprendizaje; planear actividades diferentes: recorrido cultural, película, asistir a un evento, etc., o dedicar unos momentos a charlar con los colegas.

Si observamos con cuidado, la alegría proviene de una actitud de servicio, otorgando el tiempo necesario y los propios conocimientos para el beneficio ajeno. La satisfacción de cumplir con el deber siempre tendrá sus frutos, muchas veces sin aplausos, pero si con las muestras de aprecio, el agradecimiento de un solo alumno o simplemente con los excelentes resultados obtenidos.

No pensemos que es profesor sólo aquel que imparte clases a niños o jóvenes, también quienes participan en los centros de capacitación de las empresas y las instituciones con cursos especializados, por mencionar algunos.

La sociedad actual puede recibir un gran beneficio a través de profesores especializados en cualquier área del conocimiento, la técnica o la cultura, pero también hace falta ser un verdadero apoyo familiar, líder y ejemplo de integridad, honestidad, profesionalismo y de valores humanos.

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48 comentarios

  1. Buenos días.

    Ahora hay un nuevo juego de mesa educativo que puede ser de utilidad para combatir el acoso y fomentar la cordialidad, las buenas maneras, el civismo, el respeto, la lectura y otras buenas costumbres y hábitos.

    Se llama CORDIAL EL JUEGO DE LAS BUENAS MANERAS.

    Se encuentra en la web https://www.maclancreaciones.com

    Saludos.

  2. realmente ser docente salesiano es una opción de vida. tiene mucho que ver la vocación.
    Es una gran pena encontrar a veces docentes , dentro de nuestras escuelas salesianas, que ponen apodos a sus alumnos, les ridiculiza y los mantiene callados por temor a que el mismo les haga el famoso algo.
    Que bueno seria que como docentes seamos coherentes con nuestra misión .

  3. y que se hace con un maestro que le pone apodos a Asus alumnos y compañeros de trabajo. Les pega en la frente a los niños y les pone el pie en la espalda

  4. Que interesantes reflexiones tuve la oportunidad de leer durante este nuestro día. Estoy muy satisfecho de recordar de lo hermoso que es ser maestro y que además implica una gran responsabilidad. Me parece que esta ventana de tiempo me permite recordar que debo poner en práctica nuestra misión. Mas aún porque tenemos el ejemplo del gran Maestro el mejor y más grande Maestro de todos los tiempos. JESUCRISTO.

  5. Gracias por este articulo, especialmente a tomas por compartir la carta a don Bosco, personalmente considero que todos somos profesores en este mundo y que tenemos que ir compartiendo lo que hacemos con el fin de facilitar la vida a nuestros otros hermanos.

  6. ¿Que es el secreto profesional?
    ¿cualidades morales que debe tener el profesor?
    ¿importancia de los valores en ejercicio profesor?

  7. HOLA SOY MADRE DE UNA MAESTRA QUE ELLA A DADO YA 15 ANOS DE SU VIDA A SU PROFECCION, QUE ELLA ESTUDIO POR DECISION PROPIA. ELLA SIEMPRE HA SIDO Y HA ESTADO DEDIDADISIMA A SU TRABAJO Y YO SE QUE ELLA LO HACE PORQUE LE ENCANTA AUN QUE EL PAGO ES MUY POCO, ULTIMAMENTE ELLA HA ESTADO PENSANDO CAMBIAR DE PROFECION DEBIDO A QUE NO TIENEN INCENTIVOS NI SE LES RECONOCE POR SUS SACRIFICIOS Y SU DEDICACCION YO SIENDO UNA PERSONA SIN ESTUDIOS O ESTUDIOS BASICOS EN MI TRABAJO GANO MAS QUE ELLA QUE ESTUDIO TANTO Y QUE TRABAJA TANTO , ES MUY TRISTE VER COMO A LOS MAESTROS BUENOS NO SE LES TOMA O NO SE LES DA RECONOCIMIENTO Y SOLO ESPERO QUE ALGUIEN ME AYUDE A VER SI MI HIJA PUEDE SER RECONOCIDA COMO UNA MAESTRA EJEMPLAR Y DEDICADA…GRACIAS DE ANTEMANO ….

  8. Autor: JUAN BOSCO, Pbro | Fuente: http://www.donbosco.cl
    Carta de Roma (escritos de Don Bosco)
    En esta carta Don Bosco da las claves para crear la cordialidad y confianza entre los jóvenes y los educadores.

    Carta de Roma (escritos de Don Bosco)
    CARTA DE ROMA
    Roma, 10 de mayo de 1884
    Muy queridos hijos en Jesucristo:

    Cerca o lejos, yo pienso siempre en vosotros. Uno solo es mi deseo: que seáis felices en el tiempo y en la eternidad. Este pensamiento y deseo me han impulsado a escribiros esta carta. Siento, queridos míos, el peso de estar lejos de vosotros, y el no veros ni oíros me causa una pena que no podéis imaginar. Por eso, habría deseado escribiros estas líneas hace ya una semana, pero las continuas ocupaciones me lo impidieron. Con todo, aunque falten pocos días para mi regreso, quiero anticipar mi llegada al menos por carta, ya que no puedo hacerlo en persona. Son palabras de quien os ama tiernamente en Jesucristo y tiene el deber de hablaros con la libertad de un padre. Me lo permitís, ¿no? Y me vais a prestar atención y poner en práctica lo que os voy a decir.

    He dicho que sois el único y continuo pensamiento de mi mente. Pues bien, una de las noches pasadas, me había retirado a mi habitación y, mientras me disponía a entregarme al descanso, comencé a rezar las oraciones que me enseñó mi buena madre. En aquel momento, no sé bien si víctima del sueno o fuera de mí por alguna distracción, me pareció que se presentaban delante de mí dos antiguos alumnos del oratorio.

    Uno de ellos se acercó y, saludándome afectuosamente, me dijo:
    – Don Bosco, ¿me conoce?
    – ¡ Pues claro que te conozco !, – le respondí.
    – ¿ Y se acuerda aún de mí ? – añadió.
    – De ti y de los demás. Tú eres Valfré, y estuviste en el oratorio antes de 1870.
    – Oiga, continuó Valfré, – ¿quiere ver a los jóvenes que estaban en el oratorio en mis tiempos?
    – Sí, házmelos ver, le contesté; me dará mucha alegría.

    Entonces Valfré me mostró todos los jovencitos con el mismo semblante, edad y estatura de aquel tiempo. Me parecía estar en el antiguo oratorio en la hora de recreo. Era una escena llena de vida, movimiento y alegría. Quien corría, quien saltaba, quien hacía saltar a los demás; quien jugaba a la rana, quien a bandera, quién a la pelota. En un sitio había reunido un corrillo de muchachos pendientes de los labios de un sacerdote que les contaba una historia; en otro lado había un clérigo con otro grupo jugando al burro vuela o a los oficios. Se cantaba, se reía por todas partes; y por doquier, sacerdotes y clérigos; y alrededor de ellos, jovencitos que alborotaban alegremente. Se notaba que entre jóvenes y superiores reinaba la mayor cordialidad y confianza. Yo estaba encantado con aquel espectáculo. Valfré me dijo:

    – Vea, la familiaridad engendra afecto, y el afecto, confianza. Esto es lo que abre los corazones, y los jóvenes lo manifiestan todo sin temor a los maestros, asistentes y superiores. Son sinceros en la confesión y fuera de ella, y se prestan con facilidad a todo lo que les quiera mandar aquel que saben que los ama.
    Entonces se acercó a mí otro antiguo alumno que tenía la barba completamente blanca y me dijo:

    – Don Bosco, ¿quiere ver ahora a los jóvenes que están actualmente en el Oratorio? (Era José Buzzetti).
    – Sí, respondí, pues hace un mes que no los veo.

    Y me los señaló. Vi el oratorio y a lodos vosotros que estabais en recreo. Pero ya no oía gritos de alegría y canciones, ya no veía aquel movimiento, aquella vida de la primera escena.

    En los ademanes y en los rostros de algunos jóvenes se notaba aburrimiento, desgana, disgusto y desconfianza, que causaron pena a mi corazón. Vi, es cierto, a muchos que corrían y jugaban con dichosa despreocupación; pero otros – no pocos – estaban solos, apoyados en las columnas, presos de pensamientos desalentadores; otros andaban por las escaleras y corredores o estaban en los balcones que dan al jardín para no tomar parte en el recreo común; otros paseaban lentamente por grupos hablando en voz baja entre ellos, lanzando a una y otra parte miradas sospechosas y mal intencionadas; algunos sonreían, pero con una sonrisa acompañada de gestos que hacían no solamente sospechar, sino creer que san Luis habría sentido sonrojo de encontrarse en compañía de los tales; incluso entre los que jugaban había algunos tan desganados que daban a entender a las claras que no encontraban gusto alguno en el recreo.
    – ¿Has visto a tus jóvenes? – me dijo el antiguo alumno.
    – Sí que los veo, contesté suspirando.
    – ¡Qué diferentes de lo que éramos nosotros antaño!, exclamó aquel viejo alumno.
    – ¡Por desgracia! ¡Qué desgana en este recreo!
    – De aquí proviene la frialdad de muchos para acercarse a los santos sacramentos, el descuido de las prácticas de piedad en la iglesia y en otros lugares; el estar de mala gana en un lugar donde la divina Providencia los colma de todo bien corporal, espiritual e intelectual. De aquí la no correspondencia de muchos a su vocación; de aquí la ingratitud para con los superiores; de aquí los secretitos y murmuraciones, con todas las demás consecuencias deplorables.
    – Comprendo, respondí. Pero ¿cómo reanimar a estos queridos jóvenes para que vuelvan a la antigua vivacidad, alegría y expansión?
    – Con el amor.
    – ¿Amor? Pero ¿es que mis jóvenes no son bastante amados? Tú sabes cómo los amo. Tú sabes cuánto he sufrido por ellos y cuánto he tolerado en el transcurso de cuarenta anos, y cuánto tolero y sufro en la actualidad. Cuántos trabajos, cuántas humillaciones, cuántos obstáculos, cuántas persecuciones para proporcionarles pan, albergue, maestros, y especialmente para buscar la salvación de sus almas. He hecho cuanto he podido y sabido por ellos, que son el afecto de toda mi vida.
    – No hablo de ti.
    – ¿Pues de quién, entonces? ¿De quienes hacen mis veces: los directores, prefectos, maestros o asistentes? ¿No ves que son mártires del estudio y del trabajo y que consumen los anos de su juventud en favor de quienes les ha encomendado la divina Providencia?
    – Lo veo, lo sé; pero no basta; falta lo mejor.
    – ¿Qué falta, pues?
    – Que los jóvenes no sean solamente amados, sino que se den cuenta de que se les ama.
    – Pero, ¿no tienen ojos en la cara? ¿No tienen luz en la inteligencia? ¿No ven que cuanto se hace en su favor se hace por su amor?
    – No, repito; no basta.
    – Qué se requiere, pues?
    – Que, al ser amados en las cosas que les agradan, participando en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el amor en aquellas cosas que naturalmente les agradan poco, como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí mismos, y que aprendan a hacer estas cosas con amor.
    – Explícate mejor.
    – Observe a los jóvenes en el recreo.
    – Observé. Después dije:
    – ¿Qué hay que ver de especial?
    – ¿Tantos años educando a la juventud y no comprende? Observe mejor. ¿Dónde están nuestros salesianos?

    Me fijé y vi que eran muy pocos los sacerdotes y clérigos que estaban mezclados entre los jóvenes, y muchos menos los que tomaban parte en sus juegos. Los superiores no eran ya el alma de los recreos. La mayor parte de ellos paseaban, hablando entre sí, sin preocuparse de lo que hacían los alumnos; otros jugaban, pero sin pensar para nada en los jóvenes; otros vigilaban de lejos, sin advertir las faltas que se cometían; alguno que otro corregía a los infractores, pero con ceño amenazador y raramente. Había algún salesiano que deseaba introducirse en algún grupo de jóvenes, pero vi que los muchachos buscaban la manera de alejarse de sus maestros y superiores.

    Entonces mi amigo continuó:
    – En los primeros tiempos del oratorio, ¿usted no estaba siempre con los jóvenes, especialmente durante el recreo? ¿Recuerda aquellos hermosos años? Era una alegría de paraíso, una época que recordamos siempre con cariño, por que el amor lo regulaba todo, y nosotros no teníamos secretos para usted.
    – ¡Cierto! Entonces todo era para mí motivo de alegría, y en los jóvenes entusiasmo por acercárseme y quererme hablar; existía verdadera ansiedad por escuchar mis consejos y ponerlos en práctica. Ahora, en cambio, las continuas audiencias, mis múltiples ocupaciones y la falta de salud me lo impiden.
    – De acuerdo; pero si usted no puede, ¿por qué no le imitan sus salesianos? ¿Por qué no insiste y exige que traten a los jóvenes como los trataba usted?
    – Yo les hablo e insisto hasta cansarme, pero desgraciadamente muchos no se sienten con fuerzas para arrostrar las fatigas de antaño.
    – Y así, descuidando lo menos, pierden lo más; y este más son sus fatigas. Que amen lo que agrada a los jóvenes, y los jóvenes amarán lo que les gusta a los superiores. De esta manera, el trabajo les será llevadero. La causa del cambio presente del oratorio es que un grupo de jóvenes no tiene confianza con los superiores. Antiguamente los corazones todos estaban abiertos a los superiores, a quienes los jóvenes amaban y obedecían prontamente. Pero ahora, los superiores son considerados sólo como tales y no como padres, hermanos y amigos; por tanto, son temidos y poco amados. Por eso, si se quiere formar un solo corazón y una sola alma por amor a Jesús, hay que romper esa barrera fatal de la desconfianza y sustituirla por la confianza cordial. Así pues, que la obediencia guíe al alumno como la madre a su hijo. Entonces reinará en el oratorio la paz y la antigua alegría.
    – ¿Cómo hacer, pues, para romper esta barrera?
    – Familiaridad con los jóvenes, especialmente en el recreo. Sin familiaridad no se demuestra el afecto, y sin esta demostración no puede haber confianza. El que quiere ser amado debe demostrar que ama. Jesucristo se hizo pequeño con los pequeños y cargó con nuestras enfermedades. ¡He aquí el maestro de la familiaridad! El maestro al cual sólo se ve en la cátedra es maestro y nada más; pero, si participa del recreo de los jóvenes, se convierte en un hermano. Si a uno se le ve en el púlpito predicando, se dirá que no hace más que cumplir con su deber, pero, si dice en el recreo una buena palabra, es palabra de quien ama. ¡Cuántas conversiones no se debieron a alguna de sus palabras dichas de improviso al oído de un jovencito mientras se divertía! El que sabe que es amado, ama, y el que es amado lo consigue todo, especialmente de los jóvenes. Esta confianza establece como una corriente eléctrica entre jóvenes y superiores. Los corazones se abren y dan a conocer sus necesidades y manifiestan sus defectos. Este amor hace que los superiores puedan soportar las fatigas, los disgustos, las ingratitudes, las molestias, las faltas y las negligencias de los jóvenes. Jesucristo no quebró la cana ya rota ni apagó la mecha humeante. He aquí vuestro modelo. Entonces no habrá quien trabaje por vanagloria; ni quien castigue por vengar su amor propio ofendido; ni quien se retire del campo de la asistencia por celo a una temida preponderancia de otros; ni quien murmure de los otros para ser amado y estimado de los jóvenes, con exclusión de todos los demás superiores, mientras, en cambio, no cosecha más que desprecio e hipócritas zalamerías; ni quien se deje robar el corazón por una criatura y, para adular a ésta, descuide a todos los demás jovencitos; ni quienes por amor a la propia comodidad, dejen a un lado el gravísimo deber de la vigilancia, ni quien por falso respeto humano, se abstenga de amonestar a quien necesite ser amonestado. Si existe este amor efectivo, no se buscará más que la gloria de Dios y el bien de las almas. Cuando languidece este amor, es que las cosas no marchan bien. ¿Por qué se quiere sustituir el amor por la frialdad de un reglamento? ¿Por qué los superiores dejan de cumplir las reglas que Don Bosco les dicto? ¿Por qué el sistema de prevenir desórdenes con vigilancia y amor se va reemplazando poco a poco por el sistema, menos pesado y más fácil para el que manda, de dar leyes que se sostienen con castigos, encienden odios y acarrean disgustos, y si se descuida el hacerlas observar, producen desprecio para los superiores y son causa de desórdenes gravísimos?

    Esto sucede necesariamente si falta familiaridad. Si, por tanto, se desea que en el Oratorio reine la antigua felicidad, hay que poner en vigor el antiguo sistema: El superior sea todo para todos, siempre dispuesto a escuchar toda duda o lamentación de los jóvenes, todo ojos para vigilar paternalmente su conducta, todo corazón para buscar el bien espiritual y temporal de aquellos a quienes la Providencia ha confiado a sus cuidados. Entonces los corazones no permanecerán cerrados ni reinarán ya ciertos secretitos que matan. Sólo en caso de inmoralidad sean los superiores inflexibles. Es mejor correr el peligro de alejar de casa a un inocente que quedarse con un escandaloso. Los asistentes consideren como un gravísimo deber de conciencia el referir a los superiores todo lo que sepan que de algún modo ofende a Dios.

    Entonces yo pregunté.
    – Cuál es el medio principal para que triunfe semejante familiaridad y amor y confianza?
    – La observancia exacta del reglamento de la casa.
    – ¿Y nada más?
    – El mejor plato en una comida es la buena cara.

    Mientras mi antiguo alumno terminaba de hablar así y yo seguía contemplando con verdadero disgusto el recreo, poco a poco me sentí oprimido por un gran cansancio que iba en aumento. Esta opresión llegó a tal punto, que no pudiendo resistir por más tiempo, me estremecí y me desperté. Me encontré de pie junto a mi lecho. Mis piernas estaban tan hinchadas y me dolían tanto, que no podía estar de pie. Era ya muy tarde; por ello, me fui a la cama decidido a escribir estos renglones a mis queridos hijos.

    Yo no deseo tener estos sueños, porque me cansan demasiado.

    Al día siguiente me sentía agotado; no veía la hora de irme a la cama por la noche. Pero he aquí que, apenas me acosté, comenzó de nuevo el sueño.

    Tenía ante mí el patio, los jóvenes que están actualmente en el oratorio y el mismo antiguo alumno. Comencé a preguntarle:
    – Lo que me dijiste se lo haré saber a mis salesianos; pero, ¿qué debo decir a los jóvenes del Oratorio?
    – Me respondió:
    – Que reconozcan lo mucho que trabajan y estudian los superiores, maestros y asistentes por amor a ellos, pues si no fuese por su bien, no se impondrían tantos sacrificios; que recuerden que la humildad es la fuente de toda tranquilidad; que sepan soportar los defectos de los demás, pues la perfección no se encuentra en el mundo, sino solamente en el paraíso; que dejen de murmurar, pues la murmuración enfría los corazones; y, sobre todo, que procuren vivir en la santa gracia de Dios. Quien no vive en paz con Dios, no puede tener paz consigo mismo ni con los demás.
    – ¿Entonces me dices que hay entre mis jóvenes quienes no están en paz con Dios?
    – Esta es la primera causa del malestar, entre las otras que tú sabes y debes remediar sin que te lo tenga que decir yo ahora. En efecto, sólo desconfía el que tiene secretos que ocultar, quien teme que estos secretos sean descubiertos, pues sabe que le acarrearía vergüenza y descrédito. Al mismo tiempo, si el corazón no está en paz con Dios, vive angustiado, inquieto, rebelde a toda obediencia, se irrita por nada, se cree que todo marcha mal, y como él no ama, Juzga que los superiores tampoco le aman a él.
    – Pues, con todo, ¿no ves amigo mío, la frecuencia de confesiones y comuniones que hay en el oratorio?
    – Es cierto que la frecuencia de confesiones es grande, pero lo que falta en absoluto en muchísimos jóvenes que se confiesan es la firmeza en los propósitos. Se confiesan, pero siempre de las mismas faltas, de las mismas ocasiones próximas, de las mismas malas costumbres, de las mismas desobediencias, de las mismas negligencias en el cumplimiento de los deberes. Así siguen meses y meses e incluso anos, y algunos llegan hasta el final de los estudios. Tales confesiones valen poco o nada; por tanto, no proporcionan la paz, y si un jovencito fuese llamado en tal estado al tribunal de Dios, se vería en un aprieto.
    – ¿Hay muchos de esos en el oratorio?
    – Pocos, en comparación con el gran número de jóvenes que hay en casa. Fíjate. – Y me los iba indicando.
    – Miré, y vi uno por uno a aquellos jóvenes. Pero, en estos pocos, vi cosas que amargaron grandemente mi corazón. No quiero ponerlas por escrito, pero cuando vuelva quiero comunicarlas a cada uno de los interesados. Ahora os diré solamente que es tiempo de rezar y de tomar firmes resoluciones; de hacer propósitos no de boca, sino con los hechos, y de demostrar que los Comollo, los Domingo Savio, los Besucco y los Saccardi viven todavía entre nosotros.

    Por último pregunté a aquel amigo mío:

    – ¿Tienes algo más que decirme?
    – Predica a todos, mayores y pequeños, que recuerden siempre que son hijos de María Santísima Auxiliadora. Que ella los ha reunido aquí para librarlos de los peligros del mundo, para que se amen como hermanos y den gloria a Dios y a ella con su buena conducta; que es la Virgen quien les provee de pan y de cuanto necesitan para estudiar con innumerables gracias y portentos. Que recuerden que están en vísperas de la fiesta de su Santísima Madre y que, con su auxilio, debe caer la barrera de la desconfianza que el demonio ha sabido levantar entre jóvenes y superiores, y de la cual sabe aprovecharse para ruina de algunas almas.
    – ¿Y conseguirernos derribar esta barrera?
    – Sí, ciertamente, con tal de que mayores y pequeños estén dispuestos a sufrir alguna pequeña mortificación por amor a María y pongan en práctica cuanto he dicho.

    Entretanto yo continuaba observando a mis jovencitos, y ante el espectáculo de los que veía encaminarse a su perdición eterna, sentí tal angustia en el corazón que me desperté. Querría contaros otras muchas cosas importantísimas que vi; pero el tiempo y las circunstancias no me lo permiten.

    Concluyo: ¿Sabéis qué es lo que desea de vosotros este pobre anciano que ha consumido toda su vida por sus queridos jóvenes? Pues solamente que, guardadas las debidas proporciones, vuelvan a florecer los días felices del antiguo oratorio. Los días del amor y la confianza entre jóvenes y superiores; los días del espíritu de condescendencia y de mutua tolerancia por amor a Jesucristo; los días de los corazones abiertos con tal sencillez y candor, los días de, la caridad y de la verdadera alegría para todos. Necesito que me consoléis dándome la esperanza y la palabra de que vais a hacer todo lo que deseo para el bien de vuestras almas.

    Vosotros no sabéis apreciar la suerte de estar acogidos en el oratorio. Os aseguro, delante de Dios, que basta que un joven entre en una casa salesiana para que la Santísima Virgen lo torne enseguida bajo su especial protección. Pongámonos, pues, todos de acuerdo. La calidad de los que mandan y la caridad de los que deben obedecer haga reinar entre nosotros el espíritu de san Francisco de Sales. Queridos hijos míos, se acerca el tiempo en que tendré que separarme de vosotros y partir para mi eternidad. (Nota del secretario: Al llegar aquí, Don Bosco dejó de dictar; sus ojos se inundaron de lágrimas, no a causa del disgusto, sino por la inefable ternura que se reflejaba en su rostro y en sus palabras; unos instantes después continuó): Por tanto, mi mayor deseo, queridos sacerdotes, clérigos y jóvenes, es dejaros encaminados por la senda del Señor, que Él mismo desea para vosotros.

    Con este fin, el Santo Padre, al cual he visto el viernes, 9 de mayo, os envía de todo corazón su bendición. El día de María Auxiliadora me encontraré en vuestra compañía ante la imagen de nuestra amorosísima Madre. Quiero que esta gran fiesta se celebre con toda solemnidad: que don José y don Segundo se encarguen de que la alegría reine también en el comedor. La festividad de María Auxiliadora debe ser el preludio de la fiesta eterna que hemos de celebrar todos juntos un día en el paraíso.

    Atti del Capitolo Superiore della Pia Società Salesiana I (1920) n° 1, 24 de junio, páginas 40-48.

    Vuestro afectísimo amigo en Jesucristo
    JUAN BOSCO, Pbro.

  9. LOS VALORES no son otra cosa que una inmensa gama de excelencias, perfecciones o virtudes que unidas entre si en una persona y llevadas a la máxima expresión, conformarían un SER HUMANO IDEAL, o PERFECTO.
    Nosotros sabemos que esa persona existió y existe, Cristo.
    Haciendo una analogía, los VALORES son como la total gama de colores existentes, que cuando se mezclan conforman el color más brillante, EL BLANCO.
    Con relación al Hombre Perfecto, este tendría toda la gama de valores en si mismo, llevadas a su máxima expresión.
    Por lo tanto desde nuestra perspectiva de LA FE, y dentro de esta formación, el HOMBRE MÁS PERFECTO es aquel que alcanzara la santidad ya abiertamente y conocida como silenciosa y desconocida a los hombres.
    Volviendo al tema de los valores para PROFESORES, como formadores católicos no se pueden dar recetas a medias. Todos quienes son formadores dentro de la Iglesia saben en conciencia que su formación no sería nada si se separaran de Dios. Esto enseñaron y exigieron los que fundaron las prestigiosas instituciones a las que pertenecen los distintos formadores católicos.
    Así como los colores no existen sin la pre-existencia de la luz, puesto que en la oscuridad no se divisan los colores, antes es ausencia de ellos.
    Al hablar de un profesor que quiere rendir al máximo y llegar a dar todo para lo cual fue creado, necesita la pre-existencia de esa luz en si mismo, y esto es la vida de gracia, los sacramentos, la misa, la oración.
    Sin estos podrán ser buenos profesores, pero se necesitan Santos.
    Ejemplo San Juan Bosco, daba muy claramente su punto de vista y la forma en la que se debía educar en sus institutos y siempre ponía delante que el educador, formara a sus alumnos pensando en LA SALVACION DE SUS ALMAS ANTES QUE NADA.
    Y esto es algo de lo que le sucedió en uno de sus famosos sueños cuando un alma del cielo salesiana le hacía ver el estado de sus colegios…

    Don Bosco- ¿Qué hay que ver de especial?
    El alma – ¿Tantos años educando a la juventud y no comprende? Observe mejor. ¿Dónde están nuestros salesianos?

    Don Bosco- Me fijé y vi que eran muy pocos los sacerdotes y clérigos que estaban mezclados entre los jóvenes, y muchos menos los que tomaban parte en sus juegos. Los superiores no eran ya el alma de los recreos. La mayor parte de ellos paseaban, hablando entre sí, sin preocuparse de lo que hacían los alumnos; otros jugaban, pero sin pensar para nada en los jóvenes; otros vigilaban de lejos, sin advertir las faltas que se cometían; alguno que otro corregía a los infractores, pero con ceño amenazador y raramente. Había algún salesiano que deseaba introducirse en algún grupo de jóvenes, pero vi que los muchachos buscaban la manera de alejarse de sus maestros y superiores.

    Y una reciente beata dedicada a la educación, superiora de una congregación educativa, decía que incluso antes de sancionar la mala conducta de sus alumnos, el profesor se colocara frente a jesus y revisara si habia hecho los sacrificios y oración suficientes por aquellas almas enconmendadas….

    En fin, soltar a un profesor en este mundo de la educación actual tan perdido en teorías humanas, políticas, psicológicas, entre tanto ateísmo y pragmatismo, llenarlo de valores sin explicarle lo fundamental es enviarlo a la guerra bien entrenado pero sin armas, y sin medios de comunicación con su Comando de operaciones.

    Es practicamente un suicidio, por eso tantos profesores sufren diariamente millones, la falta de reconocimiento, el desagradecimiento, la falta de logros a nivel humano, y la incomprensión.

    Nadie puede educar sin estar unido a Dios de alguna forma, pues lo podrán intentar pero se sentirán solos y faltos de herramientas, y nunca los formarán para lograr sus máximas capacidades.
    SUPERACION SENCILLEZ COHERENCIA ALEGRIA, etc son partes y etapas naturales en la Vida de Gracia… cuando se la lucha a pesar de las caídas.
    Pues para lograr dar todos estos valores y practicamente no recibir nada a cambio ni sueldo coherente, ni gracias, ni reconocimiento, ni, ni, ni, se necesita MISERICORDIA, AMOR, PACIENCIA y hacerlo todo por Dios.

  10. Por lo tanto no llevar Vida de Gracia, termina siendo una trampa para el profesor
    -que queriendo ser excelente y recurriendo a las mejores recetas de valores humanos no vive en AMISTAD CON DIOS.

    Dios actúa igualmente en aquellos que no conociendolo buscan el mayor bien.

    Pero por algo inventó una Iglesia donde se administrasen todas sus gracias en plenitud…

    El mejor ejemplo es que las mayores organizaciones educativas del planeta y las de mayor excelencia educativa INTEGRAL del SER HUMANO, siempre están dentro del Seno de la Iglesia Católica.

    Prueba de esto, son los grandes institutos educativos forjados por grandes santos a lo largo de la historia. A saber San Jose Escriva, Santa Gertrudis, Don Bosco, Don Orione, San… san… san…

    Ellos fueron los mejores educadores que existieron y dejaron huellas…

    Pero no todos sus seguidores fueron fieles, y poco a poco, por presiones o respetos humanos, van dejando de lado el evangelio que les marco la línea a esas grandes insitituciones del saber, cuando fueron creadas y mientras tenían su auge por el mundo.

    Casualmente la decadencia comienza en algunas cuando alejandose del evangelio, se acercan más a la visión pragmatica, social, economicista e incluso política de la educación.

  11. Para el EDITORIAL DE LA PAGINA….
    SER PROFESOR, es una de las máximas responsabilidades humanas, comparada a la tarea de los padres, y a la misma tarea de Dios que es «Él Maestro» «porque no tienen mas que un maestro» Mt 23, 8
    Partiendo de esta «verdad explicita» cualquier enfoque de esta tarea que no parta de las enseñanzas evangélicas o no las cite en alguna medida, o es falso, ó en el mejor de los casos, es básicamente incompleto.
    Creo que estamos en un momento de la historia donde la verdad hay que decirla completa.
    Partiendo de esta «premisa» para ser el mejor MAESTRO, que podamos ser, hará falta estar unidos al MAESTRO por excelencia. «Sin mi no podéis hacer nada»
    El estar unidos significa llevar VIDA DE GRACIA.
    Luego sigo

  12. Por el año 2000 un ingeniero italiano que trabajaba en paises sudamericanos, muy ignorante por cierto (a pesar de su curriculum) atacaba a la Iglesia diciendo que la Iglesia guardaba secretos que no quería dar a conocer, que por eso no era confiable. El basaba su teoría en el argumento del libro de DAN BROWN, «El código Da Vinci», en el que supuestamente decía que Dios estaba físicamente en el interior de las rocas, incluso en todos lados o algo así.
    Suena irrisorio pero este ingeniero con todos los títulos iba por el mundo confundido y confundiendo,
    Ahora pensando en la actitud de muchos sectores de la Iglesia, pienso que esto es cierto en gran medida puesto que ya al no querer hablar mas que de valores humanos en vez de hablar de Dios, están escondiendo a Dios que realmente está aunque espiritualmente en todo y en todos, y no nos animamos a publicarlo.
    Es como si temieramos ofender a los demás….

  13. el prof. es la tercera persona despues de tus padres con la responsabilidad de nuestra educacion. El prof. soporta cada una de nuestras malcreadeces; mas de 20 dentro de un mismo espacio. El prof. es una persona EJENPLAR

  14. Me parece muy ilustrativo el trabajo presentado, sobre todo el de Los valores de un profesor.
    Ya que nosotros tenemos una responsabilidad muy grande con el futuro de Colombia » nuestros niños, hombres del mañana».
    Tenemos una responsabilidad que va mas allá de transmitir unicamente conocimientos.

  15. Me agradó leer este artículo ya que como profesores debeos mantener un perfil adecuado al nivel educativo que atendamos, lo más importante es poder realizar una labor docente que le permita al estudiante desarrollarse integralmente lo que le permitirá ser competente en un mundo cada día más exigente

  16. Me agradó leer este artículo ya que como profesores debeos mantener un perfil adecuado al nivel educativo que atendamos, lo más importante es poder realizar una labor docente que le permita al estudiante desarrollarse integralmente lo que le permitirá ser competente en un mundo cada día más exigente

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  18. excelente labor de servicio es la del maestro. cada uno debe estar consciente de su vocacion y enamorarse de ella, ponerle pasion.

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  20. excelente labor de servicio es la del maestro. cada uno debe estar consciente de su vocacion y enamorarse de ella, ponerle pasion.

  21. Un excelente articulo para todo profesor or profesora. Es bueno sentarse a ver cuales son algunos valores importantes para todo maestro.

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  23. Un excelente articulo para todo profesor or profesora. Es bueno sentarse a ver cuales son algunos valores importantes para todo maestro.

  24. Yo soy maestra y pues soy una señora ama de casa y pues todos los padres de familia somos los primeros educadores de nuestros hijos e hijas.

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  27. Tengo treinta años de laborara como maestra y sigo aprendiendo mucho. Es mi mayor agrado encontrar artículo como éstos.Amándoles en el Sñor. y María Santma.

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  33. Muy bueno, primero Dios en enero comienzo a impartir clases en secundaria y me parecen interesantísimos estos valores, por lo que haré lo imposible por aplicarlos a mi labor docente y en mi vida familiar. Que Dios los Bendiga para que continuen ayudándonos.

  34. Muy bueno, primero Dios en enero comienzo a impartir clases en secundaria y me parecen interesantísimos estos valores, por lo que haré lo imposible por aplicarlos a mi labor docente y en mi vida familiar. Que Dios los Bendiga para que continuen ayudándonos.

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  36. Muy interesante y completo. Lástima que no todos los maestros estamos conscientes de la gran trascendencia que implica nuestra labor. Lo pondré en práctica con más responsabilidad. Bendiciones y sigan adelante.

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  39. los valores son universales por lo que creo que no solo los profesores debieran vivirlos más ha fondo sino tamnbien los padres de familia. Los profesores no pueden suplir lo que los progenitores no dan

  40. los valores son universales por lo que creo que no solo los profesores debieran vivirlos más ha fondo sino tamnbien los padres de familia. Los profesores no pueden suplir lo que los progenitores no dan

  41. los valores son universales por lo que creo que no solo los profesores debieran vivirlos más ha fondo sino tamnbien los padres de familia. Los profesores no pueden suplir lo que los progenitores no dan

  42. creo que si la mayoría de los profesores aplicaran minimamente estos conceptos y los padres supiéramos incentivarlos tendríamos una juventud respetuosa,segura de si misma y feliz.

  43. creo que si la mayoría de los profesores aplicaran minimamente estos conceptos y los padres supiéramos incentivarlos tendríamos una juventud respetuosa,segura de si misma y feliz.

  44. creo que si la mayoría de los profesores aplicaran minimamente estos conceptos y los padres supiéramos incentivarlos tendríamos una juventud respetuosa,segura de si misma y feliz.

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