San Juan Bautista de Rossi (1698-1764)
Fue cura de la Iglesia de Santa María en Roma en tiempos de Voltaire y se ocupaba de su ministerio sacerdotal sin brillantez y sin ruido. Principlamente se entregaba a predicar de cinco a seis veces al día en distintas iglesias, pero también en hospitales y cárceles, dedicando en Santa María varias horas a confesar. En su tiempo nadie se dio cuenta que vivía con un santo, pues nunca llamó la atención. Al morir sus bienes eran: unas pocas monedas de cobre y su cama que ni siquiera le pertenecía.
Santa Juana Antida Thouret (1765-1826)
Nació Juana en Sancey-le-Grand, Francia, de una familia de trabajadores pobres. De niña tuvo que dedicarse a pastorear el ganado lo que favoreció su gusto por la soledad, por la oración y por el desapego del mundo. A los 16 años tuvo que hacerse cargo de la casa, atendiendo a una docena de personas, lo que hizo muy bien, sacando partido a todos los recursos, y resultando en una vida más cómoda para toda la familia.
Juana decidió dedicar su vida al servicio de los pobres, pese a las resistencias familiares, que se oponían a ello porque tendría que abandonar sus obligaciones familiares, y entró a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en París. Debido a las leyes antirreligiosas de su país, Juana tuvo que volver a su pueblo natal, donde siguió trabajando con los pobres y enfermos. Después de un tiempo, pudo fundar, con algunas compañeras que se le unieron, la congregación de las Hermanas de la Caridad que se consagraban a Dios en el servicio a los pobres.
Tres años antes de morir, tuvo Juana la pena de que su comunidad, por intrigas internas, se dividió en dos ramas que sólo hasta el año de 1954 se volverían a unir.
A lo largo de toda su vida, Juana demostró inteligencia, amplitud de ideas y una fuerte sensibilidad, además de un maduro y tierno sentimiento maternal. La irradiación de la santidad de Juana hay que medirla también por la difusión del instituto y por los frutos de santidad que se han podido recoger en sus hijas, pues alguna de ellas, como Santa Agustina Pietrantoni, ya está canonizada, y otras dos están en proceso de beatificación.
* Los actos buenos del día de hoy, que no los sepan las personas que tienes a tu alrededor.