La fecha de apertura del cónclave que elegirá al sucesor del papa Benedicto XVI será el próximo martes 12, según ha anunciado el Vaticano.
Una vez que los 115 cardenales que participarán en el cónclave ya han llegado a Roma —ayer llegó el último que faltaba—, los purpurados han fijado la fecha de apertura, después de haber mantenido cinco días de reuniones para deliberar sobre los problemas que afronta la Iglesia y el perfil que debe tener el próximo pontífice.
Los cardenales han hecho así uso de una potestad que les dejó el papa dimisionario en un Motu propio (un decreto papal), cuando otorgó al Colegio de cardenales «la facultad de adelantar el cónclave si están presentes todos los cardenales electores». En principio, las normas eclesiásticas fijan un plazo mínimo de 15 días desde que la sede vaticana quede vacante, pero en este caso, por las circunstancias especiales de la sucesión —es la primera vez que un papa renuncia en siete siglos— los purpurados no estaban obligados a esperar esas dos semanas.
El cónclave comenzará el martes por la mañana con una misa solemne, denominada pro eligiendo Papa, en la basílica de San Pedro, que dará paso al procedimiento electoral, que data de la Edad Media. Los cardenales electores se reunirán en la Capilla Paulina para dirigirse, en procesión solemne, a la Capilla Sixtina donde se celebrará el cónclave propiamente dicho.
Una vez en la Capilla Sixtina el cardenal decano, Angelo Sodano, leerá la fórmula de juramento, y a continuación, cada cardenal elector pronunciará su nombre y, poniendo la mano sobre los Evangelios, dirá: ‘Prometo, me obligo y juro’. Los purpurados votarán cuatro veces al día, dos por la mañana y dos por la tarde, hasta que el nuevo pontífice sea designado.
La normativa exige que el elegido obtenga los dos tercios de los votos más uno, según el Motu propio emitido por Benedicto XVI el pasado 25 de febrero de 2013. El sistema anterior establecía que después de las primeras 34 votaciones, bastaría la mitad más uno para designar al nuevo papa.
Desde el siglo XIX ningún cónclave ha durado más de cuatro días. Los cardenales tardaron dos días para elegir a Juan Pablo II en 1978, y tan sólo día y medio para elegir a Benedicto XVI.
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