Virgen Santísima,
1- Estamos ante tus pies, los Obispos de Portugal y esta multitud de peregrinos, en el 96º Aniversario de tu aparición a los Pastorcitos, en esta Cova de Iría, para dar cumplimiento al deseo del Papa Francisco, claramente expresado, de consagraros a Ti, Virgen de Fátima, su Ministerio de Obispo de Roma y de Pastor Universal. Así os consagramos Señora, Tú que eres Madre de la Iglesia, el Ministerio del nuevo Papa: llena su corazón de la ternura de Dios, que Tú experimentaste como nadie, para que él pueda abrazar a todos los hombres y mujeres de este tiempo con el Amor de Tu Hijo Jesucristo. La humanidad contemporánea necesita sentirse amada, por Dios y por la Iglesia. Solo sintiéndose amada vencerá la tentación de la violencia, del materialismo, del olvido de Dios, de la perdida del rumbo que la conducirá a un mundo nuevo, donde el amor reinará. Dale el don del discernimiento para saber identificar los caminos de la renovación de la Iglesia; dale coraje para no dudar en seguir los caminos sugeridos por el Espíritu Santo; ampáralo en las horas duras de sufrimiento, a vencer, en la caridad, las provocaciones que la renovación de la Iglesia le traerá. Estate siempre a su lado, pronunciando con él aquellas palabras que bien conoces: “Yo soy la Sierva del Señor, hágase en mi Tu palabra”.
2- Los caminos de renovación de la Iglesia nos llevan a redescubrir la actualidad del mensaje que dejaste a los Pastorcitos: la exigencia de la conversión a Dios que ha sido muy ofendido, porque tan olvidado. La conversión es siempre un regreso al amor de Dios. Dios perdona porque nos ama. Es por eso que su amor se llama misericordia. La Iglesia, protegido por vuestra solicitud maternal y guiada por este Pastor, se tiene que afirmar, siempre más, como lugar de la conversión y del perdón, porque en ella la verdad se exprime siempre en la caridad.
Tú indicaste la oración como el camino decisivo de la conversión. Enseña a la Iglesia, de la que eres miembro y modelo, a ser, cada vez más, un pueblo orante, en comunión con el Santo Padre, el primer orante de este pueblo y también en comunión silenciosa con el anterior Papa, Su Santidad Benedicto XVI, que escogió el camino del orante silencioso, desafiando a la Iglesia hacia los caminos de la oración.
3- En Tu Mensaje a los Pastorcitos, aquí en Cova de Iría, pusiste en relevo el Ministerio del Papa, “el Hombre vestido de blanco”. Tres de los últimos Papas se hicieron peregrinos de Tu Santuario. Solo Tú, Señora, en vuestro amor maternal a toda la iglesia, puedes poner en el corazón del Papa Francisco el deseo de ser peregrino de este Santuario. No es algo que se le pueda pedir por otras razones; solo la complicidad silenciosa entre Tú y él lo llevará a sentirse atraído por esta peregrinación en la certeza de que será acompañado por millones de creyentes, dispuestos a oír de nuevo vuestro mensaje.
Aquí, en este Altar del Mundo, él podrá bendecir a la humanidad, hacer sentir al mundo de hoy que Dios ama a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, que la Iglesia los ama y que Tú, Madre del Redentor, los conducís con ternura a los caminos de la salvación.
José, Cardenal-Patriarca
Presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa