Santoral 28 de septiembre | San Wenceslao, San Lorenzo Ruiz, San Fausto, San Exuperio y Beato Francisco Castelló Aleu

San Wenceslao, mártir (907-930) 

Wenceslao, duque de Bohemia, no cumplía aún los 30 años de edad, cuando fue asesinado por su hermano, para apoderase del gobierno. En medio de una corte de costumbres bárbaras, se distinguió por su austeridad y su gran amor a los pobres y a la Vírgen María. Su tumba, en Praga, se convirtió muy pronto en un centro de peregrinaciones. Pidamos por los gobernantes.

San Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires 

En el siglo XVII (1633-1637), en la ciudad de Nagasaki, del Japón, dieciséis mártires derramaron su sangre por Cristo. Era un grupo formado por misioneros provenientes de Europa y de Asia, que en diferentes años y circunstancias, predicaron la fe cristiana en las Islas Filipinas, Formosa y en el Japón. En una forma maravillosa manifestaron la universalidad de la fe cristiana y con el ejemplo de su vida y de su muerte esparcieron la semilla para los futuros trabajos misionales de la Iglesia.

San Fausto de Riez (405-286)

Nació en Inglaterra y murió en Riez, Francia.  Se convirtió en abad de Lérins y obispo de Riez .  Era muy instruido y escribió mucho contra las herejías.

San Exuperio (+411)

Obispo de Toulouse, Francia, es uno de los grandes obispo cuya intrepidez frente a los bárbaros invasores se ha hecho legendaria.  Dice de él San Jerónimo:  “No puedo, sin llorar, pronunciar el nombre de esta ciudad que ya estaría en ruinas si no hubiese tenido al santo obispo Exuperio para defenderla”.  Hizo retroceder a los bárbaros rociándoles con agua bendita desde lo alto de las murallas y vendió cálices, y otros objetos sagrados para alimentar a los fieles hambrientos.

Beato Francisco Castelló Aleu (+1936)

Nació en Alicante, España, pero siendo muy niño, su familia se trasladó a Lleida donde encontraron una casa y apoyo familiar después de la súbita muerte del padre.  Su madre trabajó entonces en su profesión de maestra para mantener a la familia, pero cuando Francisco estudiaba el cuarto curso de bachillerato, murió también la madre.  Con grandes dificultades, logró Francisco terminar su carrera y comenzó a trabajar.  

Desde sus tiempos de universitario era conocido como un muchacho alegre, buen compañero y buen cristiano.  Dedicaba mucho tiempo a sus actividades apostólicas en el “Movimiento de Jóvenes Cristianos de Cataluña”.  En este tiempo empezó su noviazgo con María Pelegrí y pronto formalizaron su compromiso matrimonial.

Cuando empezó la guerra civil, Francisco ingresó en el ejército de la República como soldado de complemento, siendo siempre muy buen cumplidor de sus deberes militares, pero sin esconder su condición de cristiano comprometido, lo cual le valió ser encarcelado.  Allí en la prisión procuró animar y alegrar a sus compañeros por los malos tratos que recibían por parte de los guardias.

Un testimonio dice de él que “Enjugó lagrimas, fortaleció  voluntades y consiguió la recuperación de no pocos que, en su tribulación, necesitaban la gracia de la consolación divina”. 

Poco después de ser condenado a muerte, Francisco se sentó a escribir tres cartas bellísimas: a sus hermanas, a su tía y a su amigo jesuita que lo había apoyado.  Cuando pasado el tiempo llegaron a manos de Pío XI, el Papa, después de leerlas, emocionado, se puso a llorar como un niño.  Vio en Francisco al héroe cristiano de la Acción Católica. 

Francisco fue fusilado en el cementerio de Lleida, donde murió cantando y perdonando a sus verdugos.  

Fue beatificado el día 11 de marzo de 2001, por el papa Juan Pablo II. 

* La virtud de la Pobreza la debemos vivir todos los cristianos.  Revisa hoy tus posesiones para que vayas descartando lo que esté de sobra y así puedas favorecer más a los necesitados.

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