San Tarcisio, mártir de la Eucaristía (siglo III)
El Martirologio Romano cuenta así la vida de este joven santo: “En Roma, en la Vía Apia fue martirizado Tarcisio, acólito. Los paganos lo encontraron cuando transportaba el Sacramento del Cuerpo de Cristo y le preguntaron qué llevaba. Tarcisio se negó a responder y los paganos lo apalearon y apedrearon hasta que exhaló el último suspiro pero no pudieron quitarle el Sacramento de Cristo. Los cristianos recogieron el cuerpo de Tarciso y le dieron honrosa sepultura en el Cementerio de Calixto.”
San Isidoro, Obispo y Doctor de la Iglesia (560-636)
Su familia era originaria de Cartagena, España. Era el más joven de cuatro hermanos: San Leandro, Fulgencio y Florentina. Luchó contra la herejía arriana, todavía muy extendida entre los visigodos. Escritor insigne, convocó y presidió numerosos concilios, contribuyendo decisivamente al florecimiento de la vida religiosa en España.
San Pascasio Radbert (+865)
Nació en Soissons, Francia, y fue abandonado de niño bajo el pórtico de Nuestra Señora de Soissons. La abadesa Theodrade, prima hermana de Carlomagno, lo recogió y educó lo mejor que pudo. San Pascasio siempre habló de ella con gratitud y veneración, pero la abandonó para correr aventuras.
Se convirtió a los veintidós años y fue Adelardo, hermano de Theodrade, abad de Corbie, quien lo acogió entre sus monjes. Llegó a ser un reconocido profesor que dio celebridad a las escuelas de Corbie. Fue elegido abad y siete años más tarde se organizó una especie de revolución entre los hermanos que le obligó a refugiarse en la abadía de Saint-Riquer. No se sintió contrariado por ello. Era un escritor nato y tenía varias obras en marcha. “¡Qué felicidad- decía- ser arrojado en brazos de la filosofía y de la sabiduría y poder beber de nuevo en mi otoño la leche de las Escrituras que han alimentado mi juventud!”. Los monjes de Corbie terminaron por llamarle de nuevo, volvió y vivió con ellos como simple religioso, edificándoles con su ejemplo y continuando sus escritos.
Beata Alida O Alda (1249-1309)
Nació en Siena, Italia y se desposó, siendo joven, con Bindo Bellanti, que pertenecía como ella a la nobleza de Siena. Cuando a los treinta años perdió a su piadoso y buen marido al que ella tanto amaba, entró en la Orden tercera de los “humiliados”. Durante un tiempo se retiró a la soledad del campo y después entró en el hospital de Siena, para cuidar enfermos hasta su muerte.
San Riquerio (+645)
Nació cerca de Centule, hoy Saint-Riquier, Francia, hijo de un noble picardo. Se convirtió escuchando a unos monjes irlandeses. Después de cuidar leprosos se hizo misionero itinerante y fundó y dirigió el monasterio de Centule en Ponthieu. Pasó sus últimos años llevando vida eremita con su discípulo Sigoberto, en el bosque de Crécy. Cuando murió, Sigoberto, siguiendo sus instrucciones, colocó a su maestro en la oquedad del tronco de una vieja encina. Y allí descansó hasta el día que Carlomagno reemplazó ese féretro rústico por un cofre de oro que regaló a los monjes de Centule.
* Propósito para hoy: comulgar con la mayor devoción posible, dedicando un tiempo a dar gracias después de la Misa por el insigne honor que me hace Jesucristo de alojarse en mi alma.