Santoral 26 de abril | San Tarcisio, San Isidoro, San Pascasio, Beata Alida y San Riquerio

San Tarcisio, mártir de la Eucaristía (siglo III) 

El Martirologio Romano cuenta así la vida de este joven santo: “En Roma, en la Vía Apia fue martirizado Tarcisio, acólito.  Los paganos lo encontraron cuando transportaba el Sacramento del Cuerpo de Cristo y le preguntaron qué llevaba.  Tarcisio se negó a responder y los paganos lo apalearon y apedrearon hasta que exhaló el último suspiro pero no pudieron quitarle el Sacramento de Cristo.  Los cristianos recogieron el cuerpo de Tarciso y le dieron honrosa sepultura en el Cementerio de Calixto.”

San Isidoro, Obispo y Doctor de la Iglesia (560-636)

Su familia era originaria de Cartagena, España. Era el más joven de cuatro hermanos: San Leandro, Fulgencio y Florentina.  Luchó contra la herejía arriana, todavía muy extendida entre los visigodos.  Escritor insigne, convocó y presidió numerosos concilios, contribuyendo decisivamente al florecimiento de la vida religiosa en España.  

San Pascasio Radbert (+865)

Nació en Soissons, Francia, y fue abandonado de niño bajo el pórtico de Nuestra Señora de Soissons.  La abadesa Theodrade, prima hermana de Carlomagno, lo recogió y educó lo mejor que pudo.  San Pascasio siempre habló de ella con gratitud y veneración, pero la abandonó para correr aventuras.  

Se convirtió a los veintidós años y fue Adelardo, hermano de Theodrade, abad de Corbie, quien lo acogió entre sus monjes.  Llegó a ser un reconocido profesor que dio celebridad a las escuelas de Corbie.  Fue elegido abad y siete años más tarde se organizó una especie de revolución entre los hermanos que le obligó a refugiarse en la abadía de Saint-Riquer.  No se sintió contrariado por ello.  Era un escritor nato y tenía varias obras en marcha.  “¡Qué felicidad- decía- ser arrojado en brazos de la filosofía y de la sabiduría y poder beber de nuevo en mi otoño la leche de las Escrituras que han alimentado mi juventud!”.  Los monjes de Corbie terminaron por llamarle de nuevo, volvió y vivió con ellos como simple religioso, edificándoles con su ejemplo y continuando sus escritos.

Beata Alida O Alda (1249-1309)

Nació en Siena, Italia y se desposó, siendo joven, con Bindo Bellanti, que pertenecía como ella a la nobleza de Siena.  Cuando a los treinta años perdió a su piadoso y buen marido al que ella tanto amaba, entró en la Orden tercera de los “humiliados”.  Durante un tiempo se retiró a la soledad del campo y después entró en el hospital de Siena, para cuidar enfermos hasta su muerte.

San Riquerio (+645)

Nació cerca de Centule, hoy Saint-Riquier, Francia, hijo de un noble picardo.  Se convirtió escuchando a unos monjes irlandeses.  Después de cuidar leprosos se hizo misionero itinerante y fundó y dirigió el monasterio de Centule en Ponthieu.  Pasó sus últimos años llevando vida eremita con su discípulo Sigoberto, en el bosque de Crécy.  Cuando murió, Sigoberto, siguiendo sus instrucciones, colocó a su maestro en la oquedad del tronco de una vieja encina.  Y allí descansó hasta el día que Carlomagno reemplazó ese féretro rústico por un cofre de oro que regaló a los monjes de Centule.

*  Propósito para hoy:  comulgar con la mayor devoción posible, dedicando un tiempo a dar gracias después de la Misa por el insigne honor que me hace Jesucristo de alojarse en mi alma. 

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