Santa Eva de Dreux
Desde tiempo inmemorial se conserva en Dreux, Francia, una ”Cruz de Santa Eva”, según se dice, en el mismo lugar donde sufrió el martirio en los primeros tiempos del cristianismo. En la iglesia de San Pedro de esa ciudad se conservan las reliquias de Santa Eva, virgen y mártir, patrona de Dreux.
San Magno (siglo VII)
Este santo fundó en Füsen, Alemania, sobre el río Lech, un pequeño monasterio donde eran recibidos los peregrinos que se dirigían o regresaban de la Ciudad Santa y que necesitaban descansar antes o después de subir las cimas de los Alpes.
Existen muchas leyendas sobre los milagros de San Magno, y debe su popularidad a su cayado, pues se decía que paseaba por los campos matando toda clase de gusanos, ratones, pulgones y otros animalillos enemigos de las cosechas solamente con acercarles el bastón.
San Beltrán de Garrigues (+1230)
Originario de la localidad de este nombre, fue uno de los primeros compañeros de santo Domingo. Fundó numerosos conventos de su Orden y murió en el curso de un retiro que predicaba a los cistercienses de Bouchet.
San Eleuterio (siglo VI)
Fue este santo gran amigo del papa san Gregorio el Grande, el cual nos dice que fue Eleuterio, abad del monasterio de San Marcos, “de tanta virtud que con sus oraciones resucitó un muerto”. También nos cuenta este santo Papa que por su intercesión fue él mismo curado de una grave enfermedad.
Pero tal vez lo que hace a este santo más próximo a nosotros es una debilidad, un momento de flaqueza que tuvo Eleuterio. Ciertas monjas le habían encomendado la custodia de un niño atormentado por el diablo, y como después de muchos días éste no se manifestase, el abad comentó a sus monjes que el diablo se burlaba de aquellas buenas religiosas, pero que ahora no se atrevía con ellos. Al instante el demonio volvió a apoderarse del niño, y Eleuterio comprendió que en sus palabras había habido vanagloria. Reconoció su culpa, la lloró amargamente y pidió a todo el monasterio que se pusiera en oración por el niño y que hiciera penitencia.
Beato Contardo Ferrini ( 1849-1902)
Nació en Milán, Italia y heredó de sus padres grandes cualidades para las matemáticas y los idiomas. También era terco y caprichoso y necesitó los castigos de su padre para disminuir esos defectos de su carácter. Desde muy joven hizo el voto de castidad, pero lo guardaba en secreto. Desde que leyó en el colegio la Imitación de Cristo, ya no le interesaba agradar a la gente y ser famosos y rico, sino agradar siempre a Dios.
Fue un entusiasta alpinista y un estudiante superior. A los 21 años obtuvo su doctorado y consiguió una beca para especializarse en Berlín, en la Facultad de Ingeniería. Los empleados del hotel donde residía se quedaban admirados de que ayunaba muchos días y de que pasaba noches enteras en oración.
Terminada su especialización, volvió a Italia y fue nombrado profesor de la Universidad de Pavia al tener solo 23 años. En Italia había muchas leyes anticatólicas y Contardo empezó a promover organizaciones que defendieran la fe dentro del gobierno. Fue elegido concejal de Milán y logró fuertes iniciativas a favor de la religión. También promovió la fundación de la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Publicó más de 200 monografías así como varios volúmenes de textos escolares.
Fue beatificado en 1947, y cuando estaba en proceso de canonización, la dueña del hotel donde Contardo había vivido preguntó que porque lo querían beatificar si lo único que había hecho era cumplir bien sus deberes. Cuando le contaron este comentario al Papa, este contestó: “Es que esa es la mejor definición de un santo: el que cumple muy bien sus deberes, por amor a Dios”.