Santoral 25 de septiembre | San Fermín, San Carlos de Sezze, Beato Germán y Beato José Benito Dusmet

San Fermín (siglo IV) 

Cuando Fermín era pequeño, su padre, el senador Firmo y su madre, se convirtieron al cristianismo por la predicación de San Saturnino y del sacerdote Honesto. Fermín, su familia y cuarenta mil personas más fueron bautizadas en sólo tres días.  Honesto siguió siendo el maestro de Fermín en su nueva religión, y lo hizo tan bien, que para los diecisiete años era ya Fermín un predicador notable. Unos años después recibió la consagración episcopal y partió a Francia donde evangelizó las regiones de Aquitania, Auvergne, Beaubais y Amiens, donde era particularmente dura la persecución contra los cristianos. Logró tantas conversiones que fue puesto en prisión y asesinado discretamente, propagándose la versión de que había muerto por un paro cardíaco.  En Pamplona festejan a San Fermín el día 7 de julio.

San Carlos de Sezze (1620-1670)

San Carlos es un ejemplo perfecto de las palabras del Ev. de San Lucas “Al que se humilla, Dios lo enaltece”.

Nació en el pueblo italiano de Sezze, de familia pobre, y trabajaba en el campo, cuando Dios le hizo ver que debería dedicarle su vida y pidió su admisión en un convento de franciscanos en Roma, donde después de varias humillantes pruebas, le permitieron entrar como aspirante.

En una ocasión el maestro de novicios, para probar su obediencia, le mandó sembrar unos repollos con la raíz para arriba.  Carlos obedeció prontamente y los repollos retoñaron y crecieron. Sucedieron varias cosas parecidas, pero también otras muy desagradables- como la vez que por su culpa se quemó la cocina del convento-  y Carlos decía que Dios permitía estas cosas para que no se llenara de orgullo y se mantuviera siempre humilde. Cuando lo nombraron portero del convento admitía a todo caminante pobre que pidiera hospedaje y repartía de limosna  todo lo que la gente regalaba al convento.  En una ocasión, su superior le prohibió lo siguiera haciendo, y le ordenó que sólo admitiera a unos cuantos peregrinos y que no repartiera tantas limosnas.  Así lo hizo Carlos, e inmediatamente dejaron de recibirse donativos de los bienhechores. Cuando preguntaron el hermano Carlos la causa de esto, respondió:  “Dejamos de dar a los necesitados y Dios dejó de darnos a nosotros. Porque con la medida con la que repartamos a los demás, con esa medida nos dará Dios a nosotros”. En cuanto permitieron a Carlos tratar a pobres y caminantes como antaño, volvieron los donativos abundantes.

El Papa Juan XXIII lo canonizó en 1959, por el ejemplo que nos dejó de sus virtudes y de que aun en los oficios más humildes y en medio de incomprensiones, podemos llegar a un alto grado de santidad y ganarnos la gloria del cielo

Beato Germán ( 1013-1054)

Nació en Reichenau, Alemania.  Hijo de un conde, pasó toda su vida en la abadía de Reichenau.  Al nacer fue víctima de un “traumatismo obstétrico” que le obligó a llevar una vida física semejante a la de un bebé:  apenas podía mover un poco la lengua y las manos.  A pesar de estas desgracias, estaba adornado de toda clase de dones intelectuales y fue el mayor sabio de su tiempo.  Matemático y astrónomo de genio, fue también un buen historiador, compositor de talento y un poeta inspirado. Se le atribuyen el Ave María Stella, el Alma Redemptoris y la Salve Regina.

Lo visitaron el emperador Enrique II y el Papa León IX, sin embargo, Germán  se consideraba a sí mismo como el último de los ignorantes, y escribió en el prólogo de una obra suya sobre el astrolabio que inventó:  “Soy yo, Germán, el deshecho de los pobres de Cristo, más lento de entendimiento que un borriquillo”.

Beato José Benito Dusmet (1818-1894)

Nació en Palermo, Italia de familia aristocrática.  Fue monje y abad benedictino, y muchos acudían a él para pedirle consejo y para su dirección espiritual.  Su caridad para con los pobres fue extraordinaria y acudía presuroso donde quiera que hubiera una calamidad.  

Fue preconizado obispo de Catania y se entregó plenamente a todos, pero de modo especial a los más necesitados.  Tuvo un cuidado y esmero especial para los sacerdotes, y promovió la vida parroquial con gran intensidad.  

A pesar de su oposición, fue nombrado cardenal por el papa León XIII, pero no duró mucho en su cargo, pues su salud se deterioró rápidamente y murió dos años después.  Los que lo amortajaron no encontraron en el ropero ni una sola pieza para cambiarle de ropa.  Todo lo había dado para los pobres, hasta su propio pectoral y anillo..

Su pueblo lo lloró como a un padre bueno y lo veneró como a un santo.  Fue beatificado por el papa Juan Pablo II, el 25 de septiembre de 1988. 

*  Pide el día de hoy la virtud de la magnanimidad para que, con la ayuda de la gracia de Dios, te lances a empresas de apostolado aparentemente muy por encima de tus fuerzas. 

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