Santa Inés de Montepulciano, religiosa (1268-1317)
Inés ingresó a un convento siendo aún muy joven, y desde entonces daba ejemplo de su gran piedad y humildad. Pronto fundó un convento de monjas dominicas. Llevó una vida de mucha penitencia y recibió grandes favores del Señor. Su corazón estaba lleno de amor a Cristo Crucificado. Santa Catalina de Siena recomendaba a todos seguir las enseñanzas e imitar las virtudes de Inés, especialmente su ardiente caridad y su humildad.
Santa Emma (+1045)
Emma descendía del famoso Witikindo, rey de los sajones, que resistió durante diez años a Carlomagno. El emperador francés tuvo que emprender treinta y dos campañas para vencer a su encarnizado enemigo. Éste fue al fin capturado y bautizado. La alegría por la conversión fue tan grande que el papa Adriano I ordenó tres días de procesiones en toda la cristiandad. Menos dichoso que Carlomagno, el marido de Adela no consiguió jamás librarse de su malvada esposa, que decían era una mujer insoportable. Por suerte encontró en su virtuosa hija Emma un alivio a sus desilusiones conyugales.
Emma se casó con el conde Ludgerio, hombre tan piadoso como ella. De su unión nacieron dos hijos, uno de ellos, Imad, sucedería a su tío materno, san Meinwerk, en el obispado de Paderborn, Westfalia. Al enviudar muy joven, Emma consagró los cuarenta últimos años de su vida a socorrer a los necesitados y a construir monasterios e iglesias. De entre todas, la diócesis de Bremen fue la más beneficiada por su generosidad. En cuanto a las abadías más célebres fundadas por ella se encuentran la de Gurk, Austria, y la de San Ludgerio a la que dio el nombre de su amado esposo. En esta última abadía fue enterrada tras su muerte. Cuando más tarde fue abierta su sepultura, se encontró el cuerpo de nuestra santa reducido a cenizas menos la mano derecha, que tanto bien había hecho.
San Expedito
Figura en los antiguos martirologios en compañía de los santos Hermógenes, Cayo, Aristónico, Rufo y Gálatas quienes, como él, murieron por la fe en Melitene, Armenia, a lo largo de los primeros siglos. Se creyó, fijándose en su nombre, que debía ser el encargado de asegurar la rápida ejecución de los asuntos. Llegó a ser muy popular en Alemania y en Francia.
San Wernerio (1273+1287)
Nació en Warmrath, Renania, y su martirio sucedió de esta manera: Un Jueves Santo, volviendo de comulgar, Wernerio, un huérfano de catorce años, fue atacado por tres hombres lo cogieron y lo ataron a un pilar con la cabeza hacia abajo para hacerle vomitar y profanar así la hostia consagrada. Al no conseguirlo, le abrieron las venas para profanar la sangre con la que estaba mezclada la Eucaristía. Lo encontraron al día siguiente al borde del Rhin en un cañaveral. Fue inhumado en Saint Cunibert de Bacherach, en espera de que fuera edificada una hermosa iglesia en su honor, como así sucedió en 1428. Pronto su culto traspasó las fronteras y se extendió por toda la Auvernia.
San León IX (1002-1054)
Nació en Alsacia. Bruno de Egisheim-Dagsburg, fue este papa alsaciano de noble familia que tomó por nombre León IX. Como sacerdote destacó por sus virtudes hasta el punto de ser conocido como “el buen Bruno”.
Fue capellán de su primo el emperador Conrado II, y peregrinó por media Europa para corregir vigorosamente los peores abusos, defendiendo la supremacía pontificia, impulsando la reforma de Cluny y sentando las bases de lo que sería el derecho canónico.
Tuvo una trayectoria ejemplar este gran papa que defendió la pureza de la fe y de las costumbres, la independencia de la Iglesia, interviniendo en la política mundial para poner paz con un talante de bondad evangélica que desarmaba a sus mismos enemigos.
* Tratemos también nosotros hoy de acrecentar nuestro amor a Cristo Crucificado, demostrando este amor con hechos concretos: un más grande espíritu de servicio a los demás y mayor esfuerzo por vencer nuestros defectos.