San Metodio, patriarca de Constantinopla (782-847)
Apenas desembarcado en Constantinopla, el joven Metodio se hizo monje y poco después fundó un monasterio en la isla de Quíos . A la llegada de Miguel II, el Papa Pascual envió a Metodio con la misión de recuperar la sede patriarcal de Bizancio, expropiada por los iconoclastas. Lo único que logró Metodio fue ser flagelado y desterrado a la isla de San Andrés, donde pasó siete años compartiendo la celda con los presos comunes. El emperador Teófilo lo llamó del exilio y le ofreció hospitalidad en su palacio con la condición de no dejarlo salir; de esta forma el soberano podía disfrutar de la ciencia y talento de su huésped sin peligro de que éste ejerciera su influencia en el exterior. Sin embargo, Metodio logró convertir a la emperatriz Teodora, la cual, cuando murió Teófilo, nombró a Metodio patriarca de Constantinopla y jefe de la Iglesia oriental, lo que sirvió para terminar la absurda querella de las imágenes que durante cien años ensangrentaron el Imperio.
San Valero y San Rufino (+525)
Valero y Rufino estaban encargados de los graneros imperiales de Basoches, Francia, en una calzada romana muy transitada. Cuando su superior descubrió su labor proselitista entre los viajeros y funcionarios que venían a aprovisionarse, los mandó ahogar en un río. Los cristianos retiraron sus restos al día siguiente y los llevaron a Soissons en donde se turnaban día y noche para velar sus reliquias.
Eliseo, Profeta (Siglo IX antes de Cristo)
Tremenda figura del Antiguo Testamento, era un labrador que estaba arando con doce yuntas de bueyes cuando pasó junto a él el profeta Elías y le echó su manto por encima, trasmitiéndole así poderes sobrenaturales. Eliseo siguió inmediatamente a Elías y presenció como fue arrebatado al cielo en un carro de fuego.
Este hombre, fuerte y singular, luchó enérgicamente contra la idolatría y fue sembrando portentosos signos del poder de Dios: multiplicó panes, sanó a un monarca leproso y resucitó a un niño.
* Recordemos las palabras de Eliseo «Dios es mi salvación» y seamos vivo ejemplo de nuestra fe.