San Geraldo (850-909)
Noble de Aurillac, Francia, después de varias peripecias, se confirmó en su resolución de ser “célibe por el Reino de los Cielos” y vivir en todo según el Evangelio. Se mortificaba en secreto, rezaba mucho, daba buen ejemplo y estaba constantemente en presencia de Dios. Consideraba a sus siervos como sus hermanos y procuraba ayudarlos en todo. Era muy clemente, y nada le gustaba tanto como perdonar a los que cometían algún delito.
Geraldo perdió la vista siete años antes de morir. Fue sepultado en la bella abadía de Aurillac que él había fundado, y su tumba atrajo allí a numerosos peregrinos.
San Teófilo de Antioquía (siglo II)
Fue obispo de Antioquía bajo Marco Aurelio. Era un pagano converso, de formación griega y vasta cultura. De las numerosas obras que compuso, sólo nos ha llegado su Autólico, dirigido a un pagano que tenía necesidad de ser instruido, para quitarle, entre otras cosas, la idea de que los cristianos comían carne de niño. En plena persecución, Teófilo se atreve a llamar menesterosos y ciegos voluntarios a los escritores ateos, y les dice: “Comenzad por curar los ojos de vuestra alma cambiando de conducta y entonces veréis más claras las cosas invisibles. Vuestra estupidez, como en otros tiempos la mía, disminuirá entonces y Dios os dará la misma gracia que me concedió a mí: la de revelarse a vosotros”.
San Eduardo (1004-1066)
Este rey de Inglaterra fue muy popular y querido por sus cualidades de piedad y amabilidad y por ser tan amante de la paz.
Fue desterrado a los diez años a Normandía y no pudo volver a Inglaterra y acceder al trono sino cuando ya tenía 40 años. Inmediatamente redujo los impuestos y gran parte de estos los destinó a ayudar a los más pobres. Fue el fundador de la Abadía de Westminster y ahí descansan sus restos.
Dice de él un autor de su tiempo: “Era tan bondadoso que jamás humilló con sus palabras ni al último de sus servidores. Se mostraba especialmente generoso con los pobres y con los emigrantes, y ayudaba mucho a los monjes. Aún el tiempo en que estaba de vacaciones y dedicado a la cacería, ni un solo día dejaba de asistir a la santa misa. Era alto, majestuoso, de rostro sonrosado y cabellos blancos. Su sola presencia inspiraba cariño y respeto”.
* Pide a San Geraldo la gracia de saber perdonar a todo el que te ofenda, o te haga algún daño.