Santos Rodrigo y Salomón (+837)
Muertos en Córdoba por la fe en el 837.
Rodrigo tenía dos hermanos, uno católico y otro musulmán, que continuamente discutían sobre religión. Un día en que habían llegado a las manos, Rodrigo los intentó separar, pero los dos se revolvieron furiosos contra él por detenerlos. Y cada uno de los contendientes le propinó todo lo que reservaba para el otro. Tan fuerte fue la paliza que creyeron haberlo matado. Por miedo a la policía del califa, el católico puso tierra por medio. El musulmán colocó el cuerpo en una camilla y, con ayuda de unos amigos, lo paseó por toda Córdoba al grito de: «¡Mirad a mi hermano bienamado, asesinado a causa del Profeta por un cristiano criminal!». Pero el muerto resucitó de repente y aclaró que él nunca había sido musulmán y que amaba a Cristo por encima de todas las cosas, por lo que lo encarcelaron. Allí conoció a Salomón, acusado de hacer proselitismo, delito que la ley castigaba con la muerte. Se hicieron grandes amigos. Oraban juntos y se exhortaban mutuamente a tener fe y a ser valientes en el instante supremo. Fue en vano que el juez los separase, intentando hacer creer al uno que el otro había apostatado. Se burlaron de él y le aconsejaron que no se condenara por sus delitos y mentiras. Murieron decapitados el mismo día.
Beato Ángel de Pisa (1194-1232)
Nació en la ciudad toscana de Pisa y fue recibido en la Orden por el mismo san Francisco en 1219. Se le encomendó implantar la orden en Inglaterra. Desembarcó con ocho compañeros en Dover y se repartieron entre Londres, Canterbury y Oxford. Sus comienzos fueron difíciles. Cuenta Eccleston que eran tan pobres que su primer novicio estuvo a punto de morir de frío en invierno porque no tenían leña para calentarse.
A pesar de las dificultades, los Hermanos de la Orden de los Apóstoles, como eran conocidos en Inglaterra, se expandieron con prodigiosa rapidez. En vida de Agnello numerosos estudiantes de Oxford se unieron a ellos, llegando a ser maestros tan famosos como Richard de Cournuailles, Adam Marsh, Robert Grossetete, y Roger Bacon. En cuanto a nuestro santo, llegó a ser un gran personaje. El rey Enrique III le nombró su consejero y los obispos le hicieron su portavoz ante el papa, quien contaba con él para suavizar las relaciones tanto con los clérigos como con el rey.
San Humberto (+727)
Es Patrono de los cazadores y de los obispos que tienen que gobernar regiones muy problemáticas.
Humberto era hijo del rey Bertrand de Aquitania, en Francia. De joven era muy aficionado a la cacería y valientísimo para luchar contra las fieras.
Fue enviado a estudiar al palacio del rey de Neustria en Bélgica, pero allá había malas costumbres y salió huyendo para no volverse vicioso. Fue entonces al palacio del rey de Austrasia, donde recibió una buena educación, se casó con una hija del rey y tuvo un hijo. Poco después murió su esposa y entonces Humberto quedó libre para dedicarse totalmente a la vida espiritual. Renunció al derecho que tenía de ser heredero del trono, repartió sus bienes a los pobres y fue ordenado sacerdote. Entró de monje en el convento de los Padres Benedictinos y después fue consagrado obispo.
Haciendo viajes agotadores visitó todo el territorio de su diócesis ofreciendo los sacrificios de sus viajes por la conversión de los paganos y Dios le respondió concediéndole que miles se convirtieran a la verdadera fe. Tenía el don de hacer milagros y siempre lo usó para hacer el bien a los que se lo pedían.
* Reza por el arrepentimiento de los que calumnian al prójimo.