Sugerencias para dirigirte a Dios con la oración y los sacramentos.
Aunque no lleves a tu amigo a la oración, siempre lo llevas en tu oración. Aunque no te acuerdes de él en ese momento, con tal de que reces, ya estás tirando de él hacia Jesús: lo cargas y lo remolcas.
ESTANDO JESÚS ORANDO EN CIERTO LUGAR, CUANDO TERMINÓ, LE DIJO UNO DE SUS DISCÍPULOS: “MAESTRO, ENSÉÑANOS A ORAR” (Lc 11, 1). == No sólo como tú, sino en ti: involúcranos en tu oración, que yo ore por tu boca y desde tu corazón, y con tus gestos. Tu oración encauza, depura y eleva nuestros pobres gemidos. La oración tuya le abre la puerta a la mía.
BUSCAD LAS COSAS DE ARRIBA (Colosenses 3, 1). ¡Y es tan fácil! Basta dar con el “link” adecuado, con el hipervínculo que te conecta al Cielo: oración, sacramentos, servicio…
Arriba está todo lo que necesitas: busca lo de arriba, y una vez encontrado…bájatelo.
Siembra de interrogantes tu campo, pero no te apresures a responderlos. Dedícate más bien a labrar tu tierra y a regarla con esperanza. Las respuestas de Dios tardan en germinar.
Las raíces son pie y boca al mismo tiempo:
cuanto más comes más te sostienes,
cuanto más te sostienes más comes.
Agárrate a Cristo, que es tu tierra fecunda.
Junto al río de la oración hunde tus raíces.
Abre tus ramas como el árbol de mostaza.
Entre el cieno y el cielo te yergues tú.
Vendrán los pájaros en busca de cobijo:
no defraudes a tus inquilinos.
Ahonda más en Jesús, sujétate fuerte.
Jesús actúa en vivo, no te lo pierdas. Las misas se multiplican en el espacio y el tiempo, pero el acontecimiento es el mismo: ¡te plantas en el Calvario! En cada Misa lo tienes agonizando por ti, tal cual, dando su último aliento, su Sangre preciosísima, librándonos del pecado, de la muerte y del diablo, ofreciendo al Padre, por el Espíritu, todo lo nuestro, para convertirlo en hostia viva, santa, grata a Dios: tu familia, tus amigos, el trabajo, los agobios, el deporte, la música, los libros, la ropa, los platos, los folios…
En la Misa encontramos todo lo que hay que hacer y toda la fuerza para hacerlo.
ENCONTRÉ TUS PALABRAS Y ME LAS COMÍ (Jeremías 15, 16). La boca es el lugar de los alimentos y de las palabras. Los alimentos entran y las palabras salen. Pero hay cosas que son palabra y alimento al la vez, porque son amor. ME LAS COMÍ, dice el profeta Y ME SUPIERON A GOZO Y ALEGRÍA EN EL PALADAR. Así sabe la conversación sincera con Dios o con los hombres; este es el regusto de la oración bien hecha.
BUSCAD CONTINUAMENTE SU ROSTRO (Salmo 104, 3). No os conforméis, viene a decir, con lo que Dios hace, o lo que dice, o lo que pide, o lo que da; eso no basta: buscadle a Él.
QUE SE ALEGREN LOS QUE BUSCAN AL SEÑOR (Salmo 104, 3). No busco lo que me das, o sea la alegría, sino a quien me la da, o sea Tú. Y ese Tú irreductible, que ilumina y funda todos los “tú” humanos, es lo que la Escritura llama “el Rostro de Dios”. En él nos reconocemos valiosos y encuentra reposo nuestro corazón indómito y traicionero.
GRÁBAME COMO UN SELLO EN TU CORAZÓN, dice el Esposo del Cantar de los Cantares (8,6). Además de la imagen y semejanza de Dios, que hemos recibido en la creación, Cristo, Esposo de nuestra alma, añade cierto parecido con su Persona.
Te me parezco, Señor, tu amor me hace a ti, me configura a tu Rostro, te pido selles mi corazón con tu impronta, que mi metal duro ceda a tu Molde incandescente.
El Rosario, compendio del Evangelio, es el álbum de fotos de la Virgen, donde Ella no se cansa de mirar a su Hijo en todas las edades, lugares y momentos. Y a nosotros nos involucra en su mirada, nos traslada a sus recuerdos, nos comunica sus sentimientos, nos incorpora a su Corazón.
Por ser materna, la mirada de María revive el alumbramiento de su Hijo donde quiera que lo encuentra, lo engendra de nuevo al mirarlo, lo retrae a su seno. ¿Qué madre no entiende esto? Pues CONSERVAR PONDERANDO EN EL CORAZÓN (Lc 2, 19) no es sólo recordar, sino hacer nacer al recordado. Y esta es justamente la mirada que compartimos en el Rosario: ver al Hijo con los ojos de la Madre; verlo al trasluz de Ella, reflejado en aquella que es Espejo de Justicia.
Un corazón en formato oración: desmenuzado, hecho a la medida de nuestra pobre naturaleza, de nuestra mente tosca para lo divino; un corazón donde los pensamientos y recuerdos se palpan con los dedos. Con el Rosario María pone, literalmente, su Corazón en nuestras manos.
La Sabiduría se mueve como una mujer hermosa, imprevisible, graciosa, casi coqueta: LA VEN FÁCILMENTE LOS QUE LA AMAN; QUIEN MADRUGA LA ENCUENTRA SENTADA A LA PUERTA; ELLA MISMA VA BUSCANDO A LOS QUE LA MERECEN; LOS ABORDA POR LOS CAMINOS, LES SALE AL PASO EN CADA PENSAMIENTO (Sb 6, 12-16). La Sabiduría sale en busca de novio entre los pacientes, serenos, mortificados, recogidos, rezadores… No esperes un dato o una información sino un flechazo.
¿QUE CÓMO RECOGERTE?, ¿que la calle es un festival de imágenes, reclamos, encantos?, ¿que todo te fascina y te seduce? == Sujeta la vista como haces con tu perrito, correa en mano, para que no se desmande. Hazte dueño de tu mirada y serás dueño de tu corazón.
El sabio es aquel a quien las cosas le saben a lo que son y no a lo que otros dicen que son.
ME SACIARÉ COMO DE ENJUNDIA Y DE MANTECA (Salmo 62, 6). == Tanta disipación de los sentidos me distrae de lo esencial y me infecta la imaginación. Deja ya las chucherías, decía mi madre, que luego no me comes y se te pican los dientes.
ME SACIARÉ DE ENJUNDIA…MIS LABIOS TE ALABARÁN (Salmo 62, 6). == La boca es el órgano de la comida y de la palabra; por ella entra lo uno y sale lo otro. Y sobre todo es el órgano de la oración, que une ambas funciones. La oración tiene estructura de beso, pues en ella lo que dices y lo que comes son la misma cosa.
Y SE DURMIERON TODAS (cf. Mt 25,1-13). == Parece que es un mismo sueño el que comparten las vírgenes sensatas y necias. Sin embargo para las primeras este sueño está unido con la vigilia, ya que uno y otro se nutren del mismo aceite. Hasta el sueño, dice san Josemaría, debe ser oración. Para las necias, en cambio, dormir es una forma de huir. Caben, pues, dos opciones: o dormir hacia la luz o en contra de ella; o para enlazar un día con otro o para escapar de ambos.
NO DESPRECIÉIS A NINGUNO DE ESTOS PEQUEÑOS, PORQUE SUS ÁNGELES EN EL CIELO SIEMPRE VEN LA CARA DE MI PADRE (Mt 18, 10). Por eso me guardan, porque reconocen en este pedazo de tierra que soy yo el reflejo de aquel Rostro del que están prendados. Mi Custodio me guía en el camino porque ya está en el fin; me cuida abajo porque ya está arriba. Yo creo firmemente en mi Ángel, que me tiene por UNO DE ESTOS PEQUEÑOS. Igual que las madres, los ángeles ven a ese niño que late en cada adulto. Mi Custodio me toma en serio, me promueve, me proyecta adelante y hacia arriba, como dice el libro del Éxodo: MI ÁNGEL MARCHARÁ DELANTE DE TI. Como goza de la visión, que es el final del camino, me conduce a mí, que avanzo a trompicones por la penumbra. (Ex 23, 20).