Juan Pablo II, que inicia el 50º aniversario de su sacerdocio, ofreció su propio testimonio (Aceprensa 142/95)
Sábado, 15 de marzo de 2003
Aceprensa
En el Simposio Internacional sobre el sacerdote, celebrado en el Vaticano del 23 al 28 de octubre, Juan Pablo II animó a los sacerdotes católicos a vivir con alegría y entrega su vocación, sin desalentarse por las incomprensiones. El simposio quería ofrecer una imagen animante del sacerdocio, a través de testimonios personales que no suelen ser noticia.
La figura e identidad del sacerdote, con ocasión del 30.º aniversario de la promulgación del decreto Presbyterorum ordinis, del Concilio Vaticano II, estuvo en el centro del simposio. Entre los participantes, además de teólogos y otros especialistas, figuraban un obispo y un sacerdote en representación de la casi totalidad de las conferencias episcopales del mundo, así como ministros de otras confesiones cristianas.
Una de las intervenciones más significativas fue la del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien subrayó la oportunidad del decreto conciliar en un momento en el que comenzaba a perfilarse cierta crisis en el concepto de sacerdocio. El decreto Presbyterorum ordinis indicó el camino que luego sería desarrollado por los Sínodos de 1971 y 1990, por las Cartas del Juan Pablo II a los sacerdotes, con ocasión del Jueves Santo de cada año, y por el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, de la Congregación para el Clero.
Junto al simposio, la conmemoración tuvo también un momento singular: un encuentro celebrado en el Aula Pablo VI y retransmitido por televisión, en el que a los variados géneros musicales se unieron testimonios de sacerdotes de diversas edades y circunstancias, y conexiones en directo con lugares significativos como Jerusalén, Ars, Fátima y Wadowice, ciudad natal de Juan Pablo II. Gente corriente, personalidades de la política, el deporte y el espectáculo relataron también la importancia que el sacerdote había tenido en sus vidas.
El acto concluyó con el mensaje del Papa, que el 1 de noviembre inicia el 50.º aniversario de su propia ordenación sacerdotal, que tuvo lugar en 1946. El Santo Padre dijo que la historia de su vocación maduró en una situación difícil, durante el trabajo en una cantera y en la fábrica química Solvay. La alocución adquirió un tono especialmente confidencial cuando refirió que, al cabo de estos cincuenta años, "lo que continúa siendo para mí el momento más importante y más sagrado es la celebración de la Eucaristía". También contó que cada día deja en el reclinatorio de su capilla privada un elenco con las intenciones que le llegan de personas de todo el mundo: "De este modo, aun cuando yo no las puedo presentar, Jesús las conoce".
Por lo que se refiere a algunas estadísticas, según los últimos datos disponibles, el número de sacerdotes en el mundo ascendía en 1993 a 404.570, frente a los 416.329 de 1978. A pesar del descenso global, la tendencia actual es positiva, como muestra, en ese mismo periodo de tiempo, el crecimiento de las ordenaciones sacerdotales, que han pasado de 5.918 en 1978 a 8.734 en 1993, el descenso de defecciones (de 2.037 a 1.092) y las perspectivas futuras (103.709 seminaristas mayores, frente a 62.670). Se incrementa, sin embargo, el número de defunciones (de 6.748 a 8.020), consecuencia del envejecimiento del clero, un proceso que se tardará aún varios años en absorber. También hay que señalar el descenso de vocaciones en Europa y América del Norte.