Con toda humildad, despojemonos de todas alegrías y tristezas mundanas abandonándonos en manos del Señor y teniendo en mente que, como dijo San Pablo:
«En él vivimos, nos movemos y existimos.» (Hch. 17,28), logrando así una coexistencia permanente con Jesús, quien iluminará nuestro camino…
Con toda humildad, despojemonos de todas alegrías y tristezas mundanas abandonándonos en manos del Señor y teniendo en mente que, como dijo San Pablo:
«En él vivimos, nos movemos y existimos.» (Hch. 17,28), logrando así una coexistencia permanente con Jesús, quien iluminará nuestro camino…