Juegos de Azar: San Francisco Javier Jugando a los Dados

San Francisco Javier no rehusaba jugar una partida a los dados. Navegando este santo camino del Oriente, iba de pasajero en el mismo barco un caballero llamado Diego de Noronha, que aún no conocía personalmente a San Francisco Javier, pero que había oído hablar mucho de él. En la travesía preguntó a un marinero: "¿Quién es ese famoso Francisco Javier?" En aquel instante, Javier estaba sentado en cubierta jugando a los dados con un marinero bastante libertino. Cuando vio el caballero quién era Javier, dijo desilusionado: "¡Bah! ¿Y eso es un santo? Ese es un sacerdote como los demás." No podía concebir que aquel misionero en constante diálogo con marineros y soldados del buque pudiera ser santo.

Llegado el buque al primer puerto para hacer escala, desembarcó San Francisco Javier. Noronha hizo que un criado suyo siguiera a San Francisco Javier y le expiara para ver qué hacía. Al cabo de un rato regresó el criado todo admirado, indicando a su amo le siguiera. Llegados al lugar donde estaba San Francisco Javier todos pudieron verle dentro de un bosque de palmeras, con el rostro radiante y que oraba de rodillas suspendido en el aire.

Hay gentes que se entregan a los juegos de azar, como la ruleta, los naipes, dados, etc., con el afán de ganar dinero. Ramón y Cajal cuenta que, regresando a España de la guerra de Cuba, en el barco en que navegaba hizo amistad con un tahur, es decir, un vicioso jugador que además hace trampas en el juego. Fingió proteger al joven Cajal y le invitó a una partida de cartas. Era el tahur un hombre ya mayor, elegantemente vestido. Su oficio era ir y venir de América a España y jugar a los naipes que, en combinación con otro compinche y haciendo componendas en el juego, se quedaban con el dinero de soldados, generales y de indianos que regresaban a la amada patria.

Pero Ramón y Cajal no quiso jugar. El joven military veía allí engaño y trampa y no quiso exponerse a perder el poco dinero que había ganado en Cuba como capitán de Sanidad.

Cajal no jugó a las cartas pero jugaron otras personas codiciosas de dinero. Varios comerciantes muy ricos, que regresaban a su hogar después de varios años de ausencia y que en América habían amasado una fortuna, jugaron en el barco y perdieron, quedando totalmente arruinados. Los infelices habían liquidado en pocas sesiones de juego veinte años de trabajo honrado y de austeras economías. A uno de ellos tuvieron que costearle hasta el bote que le condujo al muelle. El pobre hombre habla perdido miles de duros. Pensaba hacer la felicidad de los suyos con lo ganado en América y entró en su pueblo arruinado y con el corazón amargado.

Explicación Doctrinal:

Los juegos de azar, como naipes, dados, etc., son muy entretenidos, sobre todo para los días de frío, de lluvia y en invierno. Es agradable saber jugar a uno de estos juegos. Se pasa un rato contento. Además, durante el juego se dicen chistes, puyas que no ofenden y hacen reír. Y para dar aliciente al juego, se juega unas cervezas u otra cosa o un poco de dinero. En el juego hay que tener un sentido de moderación. Si no estás perdido. Luis XVI sólo exponía en el juego una guinea, de ahí no pasaba. Pero jugar como algunos lo hacen por ganar mucho dinero en el juego, eso esta mal. Ya no se divierten, ni gozan en el juego; juegan nerviosos, angustiados. Ganan hoy y pierden mañana. Nunca tienen un capital porque muchos jugadores, al ganar mucho dinero un día de juego, lo gastan fácilmente en cualquier tontería. Y vuelven a jugar para recuperar lo que han gastado. Tú, si juegas, hazlo para distraerte, para pasar un buen rato con tus amigos. Porque si juegas por ganar dinero, vivirás amargado y al borde de la ruina como a muchos les ha pasado.

Norma de Conducta:

Tendré moderación y templanza en el juego.

 

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