Mateo 7, 7-12
Autor: Pablo Cardona
«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y todo el que busca, encuentra; y al que llama se le abrirá. O ¿quién hay entre vosotros, al que si su hijo pide un pan le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una culebra? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los Cielos dará cosas buenas a quienes le pidan?» (Mateo 7, 7-12)
1º. Jesús, hoy me recuerdas lo bueno que es Dios, y que además es mi Padre.
Entonces, ¿cómo no pedirle todo lo que necesito?
Si los padres de la tierra procuran cuidar bien a sus hijos, ¿qué no me va a dar mi Padre Dios, que es todo el Amor y todo el Poder?
Jesús, Tú nos manifiestas mejor que nadie el amor de nuestro Padre Dios, porque Tú eres el Hijo de Dios.
Con qué fuerza me dices que no sea tonto, que Dios está esperando que le pida con confianza para darme todo lo que necesite.
Sí, pero a veces pido y no recibo…
Cuántas veces ocurre también que el niño pequeño pide a su padre algo y su padre no se lo da, aunque sea un padre bueno.
Por ejemplo, el niño que quiere coger un cuchillo porque es una cosa que brilla y parece muy útil para jugar; pero cuando se lo pide a su padre, éste no se lo da.
¿Es que ya no le quiere?
¿Por qué no le da lo que pide?
Lo que a mi me parece necesario, no es siempre lo que más me conviene.
«Si algo acontece en contra de lo que hemos pedido, tolerémoslo con paciencia y demos gracias a Dios por todo, sin dudar en lo más mínimo de que lo más conveniente para nosotros es lo que acaece según la voluntad de Dios y no según la nuestra» (San Agustín).
Jesús, quieres que pida todo aquello que creo que necesito, pero sabiendo que Tú sabes más, que Tú ves más; por eso, hasta lo que me parece una dificultad, un fracaso o una desgracia, puede ser un regalo especialísimo de Dios para mi vida.
Este es el abandono de los hijos de Dios: Señor, sé que todo lo que me ocurre, es para mi bien; que siempre y en todo se haga tu voluntad y no la mía.
2º. «Habla Jesús: “Así os digo yo: pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.
Haz oración. ¿En qué negocio humano te pueden dar más seguridades de éxito? » (Camino.- 96).
Jesús, haciendo oración obtengo siempre lo mejor, acierto siempre, consiga o no las cosas concretas que pido.
Hay temas en los que tengo la seguridad de recibir lo que deseo: cuando pido por el bien de las almas y por la Iglesia.
Con esas oraciones te arranco gracias específicas para mi vida interior, para la de los demás y para toda la Iglesia.
Que no me canse, Jesús, de pedir la ayuda espiritual para superar esos defectos que tengo; o para que mis amigos y familiares te quieran más cada día; o por el Papa y los Obispos, etc.
Que me convenza de que es útil pedirte esas gracias espirituales, que hacen tanta falta.
Jesús, también quieres que te pida por la salud, por un tema que me preocupa, por los exámenes o el trabajo.
Pero debo pedir dándome cuenta de que Tú eres el que mejor sabes lo que me conviene a mí y a los que me rodean; con ese abandono del hijo que confía en su padre, y que sabe que todo lo que recibe de él es para su bien.
«Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en tos Cielos dará cosas buenas a quienes te pidan?»
« ¿En qué negocio humano te pueden dar más seguridades de éxito?»
Jesús, que me acostumbre a pedirte todo, a ser pedigüeño, a ponerlo todo en tus manos.
Y entonces aprenderé a descubrir en los acontecimientos de cada día tu mano amorosa: tu mano de Padre que me quiere, que me cuida, que me forma y, tal vez, que me poda, como a los árboles, para que dé más fruto.
Actuando así, nada en este mundo me podrá quitar la paz y la alegría que son propias de los hijos de Dios.