Mateo 5, 33-37
Autor: Pablo Cardona
«También habéis oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en vano, sino que cumplirás tus juramentos al Señor Pero yo os digo: No juréis en absoluto; ni por el Cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes volver blanco o negro ni un solo cabello. Sea, pues, vuestro modo de hablar: Sí, sí o no, no. Lo que exceda de esto, viene del Maligno.» (Mateo 5, 33-37)
1º. Jesús, hoy me hablas de sinceridad de vida, de la confianza y autenticidad que debe haber en mi relación con los demás.
Que no necesite jurar por nada, que sea suficiente con un sí o un no.
«Lo que exceda de esto, viene del Maligno».
Quieres, que en mi vida no haya nada que ocultar, que no tenga como una doble o triple vida que va adaptándose a los distintos entornos, porque el alma que usa de mentira, doblez y simulación muestra debilidad y vileza.
Jesús, hoy se hablas más que nunca de autenticidad, de sinceridad de vida, de naturalidad y espontaneidad.
Y sin embargo, estas virtudes se practican menos que nunca.
Se alza con fuerza, por el contrario, la cultura de la hipocresía, del querer quedar bien a toda costa, del demostrar, del engañar, del aprovecharse.
Y esta cultura -que sólo es coherente con una visión pagana de la vida- se mete por los poros de los cristianos, de mí mismo, y me empuja a comportarme como los demás, en vez de ser yo -con mi ejemplo de vida recta y auténtica- el que influya en el ambiente que me rodea.
Un lugar en el que debo tratar de hilar muy fino en sinceridad es la dirección espiritual.
Ayúdame, Jesús, a ser claro, sencillo, directo; ayúdame a contar las cosas como son, sin excusas, sin medias verdades.
«Sea, pues, vuestro modo de hablar: Sí, sí, o no, no.»
De este modo me podrán ayudar más y, sobre todo, Tú estarás más contento y me darás más gracia para ir mejorando en los puntos que me aconsejen.
2º. «”Tota pulchra es Maria, et macula originalis non est in te!” -¡toda hermosa eres, Maria, y no hay en ti mancha original!, canta la liturgia alborozada. No hay en Ella ni la menor sombra de doblez: ¡a diario ruego a Nuestra Madre que sepamos abrir el alma en la dirección espiritual, para que la luz de la gracia ilumine toda nuestra conducta!
-María nos obtendrá la valentía de la sinceridad, para que nos alleguemos más a la Trinidad Beatísima, si así se lo suplicamos» (Surco.-339).
Madre, has sido escogida por Dios porque eres humilde, sencilla, porque no hay en ti ni la menor sombra de doblez.
Dios ha puesto estas virtudes por encima de otros factores como la inteligencia, la belleza, la fortaleza física, la posición social, etc….
Ayúdame a parecerme a ti en este aspecto: que sea más humilde, más sincero, que me deje ayudar en la dirección espiritual.
Sólo así me podrán dar consejos acertados.
Porque el director espiritual, como médico de almas que es, necesita de mi información para saber qué recetarme.
No es como los veterinarios, que van hurgando en el animal y tienen que acertar los síntomas, porque el animal no los dice.
A veces, Madre, me da un poco de vergüenza contar algunas cosas.
Necesito que me den un consejo pero a la vez, no quiero quedar mal.
Y entonces tengo la tentación de escurrir el bulto o de «mejorarlo» un poco para que no sea tan fuerte.
Mi soberbia me hace creer que soy el único que tengo esos problemas, que no me van a entender o que van a cambiar el concepto que tienen de mí si digo aquellas cosas tal y como son.
María nos obtendrá la valentía de la sinceridad, para que nos alleguemos más a la Trinidad Beatísima, si así se lo suplicamos.
Madre, te pido que me ayudes a ser sincero siempre, salvajemente sincero si hace falta.
Sólo así me podrán dar consejos acertados.
Más aún: sólo así tu hijo Jesús me dará la gracia que necesito para ser cada vez mejor.
Fuente: almudi.org