Si entendemos correctamente el sentido de la inspiración, que los hombres que las escribieron impregnaron en ellas mucho de ellos mismo, y al mismo tiempo nos están transmitiendo lo que Dios quiere decirnos.
Dios, autor de la Biblia
Para poder leer y comprender correctamente la Biblia, es muy importante entender su origen divino, porque si no asumimos que lo que estamos leyendo es un mensaje de Dios nos quedaremos cortos. Saber que Dios es el autor de la Biblia influye directamente en el modo de leerla, estudiarla y meditarla.
Todos los católicos hemos aprendido que la Biblia es la Palabra de Dios, que la Biblia fue escrita por hombres, pero que su autor es Dios. Para escribir las Sagradas Escrituras, hacía falta una asistencia directa de Dios por medio del Espíritu Santo. A esta asistencia la conocemos como inspiración.
Los creyentes nos acercamos a la Sagrada Escritura buscando qué quiere decirnos Dios, qué quiere de nosotros. Sabemos que solos no podemos hacer nada, necesitamos que Él nos ayude, nos acoja, nos salve. En la Biblia buscamos el mensaje de Dios para nuestra salvación.
Cuando se dice que los libros de la Biblia son inspirados quiere decirse que a través de unas palabras humanas nos llega la misma Palabra de Dios. La inspiración bíblica nos enseña la acción de los dones del Espíritu Santo.
Una verdad de Fe
Si alguien quiere entender la inspiración de un modo «científico» no llegará muy lejos. La inspiración es una verdad de fe, es decir, algo en lo que creemos. Cuando recitamos el Credo no decimos «Yo pienso» o «Yo opino» sino «Yo Creo». Los Libros de la Biblia fueron inspirados por Dios a hombres que los escribieron. Esto es algo en lo que creemos, sabemos que es una verdad, pero una verdad de fe. La Iglesia Católica nos entrega numerosos documentos -Símbolos, Profesiona de fe, Concilios, Encíclicas, etc.- que desde los primeros siglos hasta nuestros días afirman esta verdad. La inspiración es un hecho que va más allá de lo que podemos ver, tocar, oler. Es una verdad que solo puede asumirse por la fe.
La Iglesia reconoce la existencia de estos libros inspirados como una verdad de fe recibida del mismo Jesucristo, a través de los Apóstoles.
Los libros del Antiguo Testamento fueron reconocidos como sagrados por el pueblo en tiempos de Jesús. Los Libros Santos se leían, comentaban y veneraban en el uso litúrgico, y Jesucristo reafirmó muchas veces la autoridad divina de la Sagrada Escritura y su carácter Inspirado (Cfr. Mt 5, 18; Lc22,44).
Los apóstoles ya nos enseñan que la escritura está inspirada por Dios y que es útil para enseñar, para corregir, para educar. Los Apóstoles son testigos de la inspiración de los libros del Antiguo Testamento y reconocen cómo en ellos se iba narrando una historia que tenía su punto culminante en la venida de Jesucristo. La Iglesia recibió de los Apóstoles la verdad acerca de la inspiración de los libros del Antiguo Testamento.
La Iglesia reconoce la acción del Espíritu Santo en los autores de la Biblia, porque precisamente el tiempo de la Iglesia se inicia con Él. Cuando los apóstoles reciben en Pentecostés al Espíritu Santo comienzan a decir cosas portentosas y todos entienden que no son ellos quienes hablan, sino Dios. La forma portentosa de hablar de los Apóstoles y la Sagrada Escritura tienen una misma fuente, el Espíritu Santo, y sin duda quienes comprendieron mejor esta verdad fueron precisamente los mismos Apóstoles.
Dios como el hombre son verdaderos «autores» de la Escritura, explicaron los Santos Padres desde la época apostólica.
Autores, instrumentos y embajadores
Para explicar la inspiración bíblica podemos pensar en varias ideas que pueden ayudarnos: autor, instrumento, mensajero o embajador.
Dios es el autor del Nuevo y del Antiguo Testamento, no en un sentido literario, sino como el motor y origen de lo escrito. Dios se sirve del escritor sagrado como el músico se sirve de un instrumento musical o el escritor de la pluma. Los auotres humanos colaboran con Dios, como el instrumento «colabora» con el músico o la pluma «colabora» con el escritor. Así como el intérprete o el escrito está condicionado por el instrumento que utiliza, de maneraparecida Dios se deja condicionar por el autor en cuanto es un hombre. Otra forma de verlo es pensar en una carta o un mensaje, entonces, el autor sagrado se equipara a un embajador. No es solo un simple mensajero que memoriza lo que se le ha encomendado. Se le confía un mensaje para que lo comunique según su talento y personalidad propios, y en unas circunstancias concretas.
La inspiración bíblica es una gracia sobrenatural que dio Dios a ciertos hombres en el seno del Antiguo Israel y de la Iglesia de los tiempos apostólicos para consigunar por escrito todo y sólo lo que Dios quiere comunicar a los hombres.
Los libros sagrados no han sido escritos con las solas fuerzas humanas, sino bajo un influjo divino en el que Dios es el autor principal, mientras que el hombre elegido por Dios para escribir es un autor secundario.
Si entendemos correctamente el sentido de la inspiración, comprenderemos mucho mejor las Sagradas Escrituras. Comprenderemos que los hombres que las escribieron impregnaron en ellas su propio estilo, su pensamiento, sus creencias, su forma de ver el mundo y al mismo tiempo nos están transmitiendo lo que Dios quiere decirnos.
hay que mostrar respeto al leer ya que estamos ante la presencia de dios y a traves de esto dejarnos inspirar por su poder. como los hicieron sus apostoles. para que finalmente experimentemos una conversion inspirados por las dios a traves de su bendita palabra.